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"Somos, los apoderados, los últimos románticos del toreo, entre otras cosas porque, como es notorio, el mundo del toro no es otra cosa que, un negocio como otro cualquiera..." Hoy contamos con Antonio Picamills, un hombre polifacético, soñador, romántico, atrevido, pero, por encima de todo, trabajador infatigable. Su nombre está unido al taurinismo en múltiples facetas, siempre desde la independencia y la lucha. Valores estos que en este portal tenemos a gala considerar. En estos momentos, cuando su máxima actividad y concentración lo ha estado para sacar a la luz su enésimo DIETARIO TAURINO, ha tenido tiempo para atender nuestra solicitud, lo que le agradecemos enormemente. Y lo hará desde su faceta de apoderado. Seguramente, sea su faceta más querida, pues es en ella donde ha dedicado sus mejores habilidades, su pasión, para encontrar nuevos valores. A esos toreros con posibilidades les dedicó, les dedica su tiempo, su experiencia. Una lucha contra todo y contra el montaje que impide que esa lucha sea en igualdad de condiciones. Pero lo ha hecho, y lo ha hecho bien. Ahora, cuando está de actualidad el abandono que hacen los toreros a quienes lo dieron todo para sacarles de la nada, hemos querido traer a debate a esta “División de Opiniones” a un representante de los apoderados independientes. Para que su voz se alce sobre ese estigma que supone la ingratitud de los toreros, la indefensión de estos hombres luchadores y para exigir unas condiciones en el toreo que impidan el abuso de los poderosos, al tiempo que una llamada de atención a los sueños, tan materializados, de los que quieren ser figuras. EN TORNO AL APODERAMIENTO Me pide, mi amigo Pla Ventura, en una carta hermosa, una colaboración para el portal www.opinionytoros.com que, junto a otros amigos ha tenido la feliz idea de llevar a cabo, siempre, para defender la pureza y honestidad de la fiesta. Desde lo más hondo de mi corazón, mi sincera felicitación para el amigo y su portal. En dicho portal, como he podido comprobar, han invitado ya a varias firmas ilustres para la sección DIVISIÓN DE OPINIONES y, según Pla Ventura, era yo el encargado de abordar el tema del apoderamiento. Modestamente, sin pretensión alguna, aportaré mi granito de arena al respecto puesto que, mi incursión en el tema, desde hace ya algunos años, alguna que otra experiencia me ha dado. Soy, y lo digo orgullosamente, un hombre polifacético; si acaso, mi mejor virtud, defectos al margen, es mi capacidad de trabajo y, mi afición a los toros me llevó por los derroteros del apoderamiento. He sido apoderado, lo soy y, seguramente, mientras me queden fuerzas, seguiré con esta labor de locos que, a los que nos hemos adentrado en la materia, tanto nos apasiona. He leído con detenimiento el sabroso artículo en que Pla Ventura nos narra y explica lo que para él representa la figura del apoderado y, le asiste toda la razón; somos presa de los lobos esteparios pero, nos puede más la voluntad y la bohemia que todo el dinero del mundo. No voy a dar nombres de los toreros que he apoderado porque, de este modo, no podré obviar a nadie; más bien, me centraré en la problemática que nos envuelve en esta faceta tan apasionante como ingrata. Mucho me temo que, se es apoderado por vanidad; aquello de saberte descubridor de un nuevo valor entre la torería, es algo que nos priva, aún a sabiendas de las limitaciones que tenemos. En mi caso, he tenido la fortuna de encontrarme, en mi camino, con un ramillete de buenos toreros; alguno de ellos, como se sabe, anda por todas las ferias de España y América con vitola de torero de ferias. Somos, los apoderados, los últimos románticos del toreo, entre otras cosas porque, como es notorio, el mundo del toro no es otra cosa que, un negocio como otro cualquiera en que, casi todos, aspiran a ganar un dinero importante; toreros y empresarios, anhelan un mejor porvenir con sus gestiones taurinas. Muchos, en su conjunto, lo consiguen; pero somos nosotros, los apoderados independientes los que, voluntariamente les conseguimos la “materia prima” para que, las grandes empresas, una vez descubierto el nuevo valor, nos lo vayan arrebatando de las manos, dejándonos, a su vez, con la miel en los labios. El desengaño es el pan nuestro de cada día porque, como es mi caso, la ingratitud, la han sufrido todos los compañeros que se dedican a este menester en que, por encima de todo, priva el romanticismo de que antes hablaba, no sin antes saber lo que se nos viene encima cada vez que logramos descubrir a un nuevo torero. Somos, y me incluyo, esa rara especie de personajes que, nuestra rareza nos hace indescifrables; y lo digo convencido porque, ¿cómo diablos se puede descifrar a un hombre que es capaz de encontrar tesoros para, una vez en sus manos, que se los arrebaten sin apenas poder disfrutarlos?. Este es nuestro caso y, me temo que, todos los compañeros que lean este comentario, seguramente, se solidarizarán con mi idea. Apoderar a un muchacho que empieza es, ante todo, opositar a la ruina económica y, desdichadamente, a la ruina moral; nos destruye mucho más la ingratitud, el no aprecio, que todo el dinero del mundo. En mi caso, en otros menesteres, crematísticamente, pude haber vivido de forma holgada; períodos he tenido que han hablado por si mismos; pero me envenenó el mundo del toro y, aquí estoy, como diría el poeta, cantando espero a la muerte. Convengamos que, un apoderado puede aspirar a vivir, pero nunca a enriquecerse, salvo las pocas excepciones que existen, como en toda regla. Y, al respecto de cuanto digo, en ocasiones, vivir, hasta se hace un imposible; es nuestro sino. Somos los creadores de la nada; o quizás del todo para gozo y disfrute de las grandes empresas; somos los soñadores de la luz cuando el mundo del toro está teñido por las tinieblas; somos la esperanza de muchos sin que nuestra alma tenga consuelo; somos el viaje a ninguna parte puesto que, cuando pensamos que tenemos un boleto para viajar en primera clase, pronto se nos apea para seguir andando. Somos, en definitiva, como diría un conocido bolero, un sueño imposible dentro de la oscuridad de la noche. Sea como fuere, el mundo del toro, siempre estará plagado de esta figura romántica y apasionada como es el apoderado. En el camino, como se sabe, te encuentras de todo; te llama el desesperado que piensa que lo puedes todo; llamas al que le has visto posibilidades y, ante no tener nada, pronto accede a tu ruego; te deja aquel que creías que era tu amigo hasta la eternidad; luchas por causas que, creyéndolas muertas, sigues con la ilusión de que se cumpla el milagro imposible; somos, como explicaba, ese eslabón mágico entre el torero y la empresa y que, unos y otros, sin lugar a dudas, deberían de respetar y, si se me apura, potenciar al grado máximo.
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