Ocurrió hace unos días en la inauguración de la temporada en Madrid en su plaza de Vistalegre en que, el diestro linarense Curro Díaz, una vez más, dejó su impronta artística en dicho ruedo para que, por enésima vez, el taurinismo absurdo comprenda que, por mucho que algunos se empeñen, a los artistas no se les puede esconder porque, de repente, sacan el duende que llevan dentro e inundan cualquier ruedo con su arte.

La esencia pura del toreo en las manos y sentidos de Curro Díaz

¿Qué hizo Curro Díaz? Lo que todos sabemos y algunos quieren negar, sencillamente, aflorar de sus manos y sentidos el sentimiento de su arte que, irremediablemente está muy por encima de todos los toreros del escalafón. Vibró Madrid, lo más natural del mundo ante un torero de semejante corte; ante un artista que podrán contratar los que lo deseen, pero que nadie podrá obviar y mucho menos negar. Malditos intereses de la política empresarial que, como vemos, prefieren contratar a criados de sus amos antes que toreros tan excelsos como el citado Curro Díaz.

Ya el pasado año, Curro Díaz selló en Valencia una faena soñada y, el premio para este año ha sido quedarse en la calle; como en Sevilla que, le ponen en una corrida fuera de la feria para que calle pero, aunque él no lo diga, quizás tampoco le compete; pero seremos nosotros, los aficionados, los que declaramos un grito de protesta ante las infamias de los empresarios que, importándoles nada la calidad de un artista, como digo, prefieren a otro tipo de toreros, justamente, los que saben que nunca presionarán en nada y no pedirán más allá de lo que les quieran dar; como digo, criados de sus amos, triste papel el de algunos diestros que, con semejantes planteamientos poca gloria acaudalarán.

Curro Díaz: Cuando el toreo alcanza el rango de arte

Vimos como Madrid le vitoreaba y eso emociona a cualquiera. El arte se había dado cita en Vistalegre con los toros de Victorino Martín y, nada falló al respecto de Curro Díaz. La naturalidad a modo de arte es lo que se desgranó en Vistalegre con este torero irrepetible; de sus manos y sentidos brotaron los muletazos más bellos de la tarde porque, como explico, en su persona, todo es natural, puro, auténtico, realmente bello; Curro sacó el duende que lleva dentro para encandilar a los aficionados que, en su inmensa mayoría, rotos por la emoción lloraban de felicidad, sin duda su logro más bello porque como sabemos, el llanto siempre se asocia al dolor y, que la gente lloraba de felicidad por la emoción que estaban sintiendo, la dicha no pudo ser mayor.

Describir su actuación es una tarea vana; el arte, como sabemos, no se puede explicar. ¿Quién podría explicarnos lo que hay dentro de LA FRAGUA DE VULCANO, de Diego Velázquez, por citar un genio de la pintura? ¿Quién podría explicarnos los motivos por los que, Juan Rulfo, con dos libros escritos se inmortalizara para siempre? Nadie. Pero sí, todos, sin distinción, al mirar dicho cuadro o leer esos libros se nos abre el corazón de la felicidad que podemos sentir. Así es el toreo de Curro Díaz, inexplicable, pero de unas convicciones que, como sucediera días pasados en Madrid, se llega hasta el llano. ¿A qué esperan ciertos empresarios para la contratación de dicho diestro? Si de arte hablamos y todos los empresarios enfatizan en ello, contratar a Curro Díaz debería ser la respuesta más lógica del mundo puesto que, sobran dedos en una mano para contar los toreros de la grandeza de Curro Díaz.

Aquí vemos el refrendo de todo lo que hizo en tan mágica tarde

Llegará su momento, porque tiene que llegar, sencillamente porque aquel que hace lo que ama está benditamente condenado al éxito pero, cualquiera, en calidad de aficionado piensa que, por ejemplo, se ha retirado del toreo Rivera Ordóñez habiendo toreado “mil” veces más que Curro Díaz y, es entonces cuando uno comprende el sacrilegio, el pecado mortal que se ha cometido contra este artista único en su género. Y la lista podría ser inmensa porque, como digo, pocos toreros pueden equipararse con Curro Díaz si a la profesión de toreros la catalogamos como un arte. El toreo es un arte, lo sabemos todos; pero de igual modo todos sabemos que, para el gremio empresarial, que seas más o menos artista les importa nada; lo que priva son otros “valores” para que te contraten, a las pruebas me remito; el escalafón está lleno de las pruebas aludidas.

Como fuere, Curro Díaz, en su fuero interno debe de sentirse muy feliz porque, lo que aquí decimos es el reflejo de sus sentimientos y, saberse artista le debe de producir una emoción indescifrable; otros, dentro de su misma profesión se alimentarán de otros valores, pero no podrán sentir jamás esas emociones internas que son producto exclusivo del gran Curro Díaz. Alguien, tras el festejo aludido me preguntó si Curro Díaz pudo haber hecho algo más; es decir, llegar a la rotundidad del éxito total. Yo no soy artista, por tanto, no tengo argumentos para responder dicha pregunta que, ciertamente, solo la puede responder el enigmático Curro Díaz. Pese a todo, lo que allí vimos resultó inolvidable. ¿Todavía queremos más?

Fotos: Pepe Tébar