Hay veces que uno tiene que hacer nada, aun haciéndolo todo, salvo esperar un golpe de suerte. ¿Cómo llega la suerte? Es difícil de explicar porque, ante todo, es un capricho del destino pero que, como se sabe, a veces llega. Y eso le sucedió a Manuel Jesús El Cid el pasado sábado en Santander en que, dicho diestro, desahuciado por las empresas, nadie sabe los motivos, le llamaron desde la capital cántabra para sustituir al que, en realidad iba destinado el premio, Manolo Escribano que, a estas alturas todavía se repone de la tremenda cornada que sufriera en Alicante.
La versión más bella del natural en las manos de El Cid; era un toro.
¿Estaba muerto El Cid, dicho artísticamente? Rotundamente que no. Lo parecía, es cierto; más que parecerlo, lo sufría en sus propias carnes puesto que, en toda la carteleria actual no se le veía por lado alguno. Todo un drama para un hombre que, como sabemos, es un torero importantísimo que, para mayor gloria, se forjó en las corridas para tíos machos, una trayectoria que siguió durante muchos años, la prueba no es otra que sustituyó a Escribano en Santander con una corrida de Adolfo Martín.
Qué lejos estaba de la mente de El Cid que, en aquella corrida estaba enchiquerado el toro llamado Madroñito que, veinte minutos después del paseíllo, dicho toro permitiría retornar a El Cid a todas las ferias de España, al menos así lo deseamos, tras haber indultado al toro de Adolfo Martín.
Manuel Jesús acudió a dicha sustitución de Manolo Escribano como una actuación más; para él, una más de las pocas que había toreado este año. Y, como decía, ni en sueños podía pensar El Cid que, su primer enemigo en el coso de Santander le permitiría esbozar su toreo bellísimo; ese que imprime siempre a su quehacer con la quintaesencia de la verdad. Las imágenes que hemos visto lo dicen todo; sobran las palabras cuando el toreo es tan bello y profundo como lo realizara El Cid en Santander.
El Cid, triunfador en Santander tras el indulto a Madroñito
El Cid se rompió por naturales, algo que le agradecemos muchísimo; nos alegramos mucho más puesto que, como dije, los que pensaban que El Cid estaba acabado comprobaron que, en realidad, está empezando ahora su sinfonía como torero puesto que, si en los días sucesivos le embisten tres toros más como Madroñito, de repente le catapultan de nuevo a las ferias. Era toro de indulto, como a veces son toros de tragedia, recordemos a Manolo Escribano con un toro de Adolfo en Alicante que, faltó muy poco para que su enemigo le mandara al otro mundo. Pero esa es la verdad de la fiesta, la grandeza de un toro bravo que, igual reparte éxitos que cornadas.
La suerte ha sido caprichosa en dos vertientes para Manuel Jesús El Cid; primero por tener la fortuna de ser llamado para sustituir al compañero herido y, acto seguido, como colofón final, que saliera por los chiqueros un toro bravísimo y que, para mayor riqueza, le tocara a él, sencillamente para que se reivindicara una vez más como el gran torero que es. Juguemos en el sorteo de la vida, lo digo porque como los hechos nos demuestran, a El Cid le tocó dos veces el premio grande en el mismo día. ¿Cabe suerte mayor? Sí, estar preparado para cuando llegue la suerte no hacer el ridículo.
Nos alegramos mucho por el triunfo de El Cid que, como digo, a poco que haya un mínimo de justicia toreará un buen número de corridas en lo que resta de temporada; como nos alegramos en su día cuando en plena feria de Abril de Sevilla, fue Manolo Escribano el que sustituyó a El Juli y, de la noche a la mañana, Escribano, de ser un desconocido pasó a torear el toro de verdad en todas las ferias de España. Démosle las gracias a la suerte, en el caso de los hombres que he citado; gracias por lo que les corresponde y, gracias, ante todo, por saberse preparados para recibir a la suerte.
Fotos:Prensataurina.com