Visto desde la distancia, pese a ello, resulta esperanzador todo lo que ha ocurrido en Manizales, esa tierra colombiana que, en su feria taurina, sus aficionados, han dado la medida de esta fiesta maravillosa y única en el mundo.

Manizales ha sido, en el contexto de su feria, ese grito de protesta que Colombia ha lanzado contra el despropósito de algunos que, sin alma, sin sentido, sin responsabilidad de ninguna clase y con todo el odio del mundo dentro de sus cuerpos, quieren erradicar la fiesta de los toros, esa fiesta ejemplar que, por ejemplo en Bogotá, un alcalde dictador la prohibió en la emblemática ciudad colombiana.

La plaza de toros de Manizales, Colombia

Como digo, es ejemplarizante y muy alentador para la fiesta de los toros que, Manizales, en su feria, sin ningún cartel de los llamados redondos, de esos que siempre exigen las figuras del toreo para arropados todos, tratar de llenar alguna plaza de toros. Han sido, como digo, unos carteles muy dignos, incluso con la participación de algunas figuras del toreo, además de dar cabida a los toreros de la tierra, la feria ha discurrido bajo los efluvios del éxito. Digamos que, los carteles manizalitas, confeccionados en España, no hubieran congregado ni a tres mil personas, pero ahí ha radicado el éxito de dicha feria, todo un ejemplo ante el mundo.

Para mayor dicha, hasta las ganaderías colombianas han querido sumarse al éxito mediante la embestida de los toros. El primer triunfo en la capital caldense ha sido la asistencia de los aficionados que, prácticamente a diario, han llenado el monumental coso, para, como digo, hasta sumarse al éxito la colaboración de los toros y, de igual modo, la disposición de los toreros que, como explico, han propiciado que haya sido una feria ejemplar.

No estamos aquí para destruir nada; es cierto que no podemos obviar la dura realidad que nos aplasta, de ahí las críticas que tantas veces tenemos que hacer al respecto de innumerables situaciones dramáticas, las que tenemos que contar para que no se vuelvan a repetir. Pero de igual modo, cuando existen realidades como las de Manizales, es alentador, reconfortante y esperanzador los hechos tan hermosos de una feria admirable al otro lado del Atlántico.