Una pena que Madrid vaya de mal en peor, era difícil, pero lo están logrando. Lo de ayer no tiene calificativo. Los toros del Puerto de San Lorenzo se cargaron las ilusiones de los diestros y, sin duda alguna, de los aficionados que, con alma de santos acuden tarde tras tarde a Las Ventas.
Por muchos esfuerzos que hagan en contar la nada, nada es
¿Será que los ganaderos, lo peor que tienen en las dehesas lo traen a Madrid para que se estrelle todo el mundo con dicho ganado? Mil preguntas puede uno hacerse, además, preguntar es gratis. Lo peor es si la respuesta puede ser afirmativa. Nadie lo sabrá, pero si todos sabemos que los peores enemigos de la fiesta son los propios taurinos, a las pruebas me remito.
El señor Fraile sufriría lo suyo, pero no digamos ya todos los que pagaron y los que ansiaban triunfar; todo un dislate sin remedio. Caminamos hacia el precipicio sin remisión. El público de Madrid es santo hasta el límite de los altares; una corrida como la de ayer se celebra en alguna plaza de provincias como primer festejo de la feria y, en el resto de los espectáculos programados no acude ni Dios.
Pero lo de Madrid es santidad pura, hasta el punto de que en el día de hoy se pegarán bofetadas por lograr una entrada, torea Morante.
Un toro de José Luís Pereda, el sexto, permitió a Daniel Luque estar valeroso y voluntarioso, pero de no tener el apoderado que tiene no toreaba más en toda la temporada. Ferrera y Abellán se desesperaron viendo los “muertos” que tenían enfrente, no era para menos. Ferrera se lució con las banderillas y ha quedado donde estaba, en esa posición de torero pundonoroso al que nada se le puede objetar.
¿Será que la empresa compra ese tipo de toros para que fracasen los toreros? Una estrategia si puede ser. Si no hay triunfos, no hay contratos y mucho menos dinero. Hasta la fecha, en lo que llevamos de feria, las pocas orejas que se han cortado no permitirán a nadie exigencia alguna, por tanto, para los empresarios, miel sobre hojuelas. Todo seguirá igual, cobrarán los de siempre y la práctica totalidad de los toreros seguirán siendo asalariados de las empresas toreando, eso sí, al precio que les quieran pagar.
A este paso, ¿dónde queda la competencia entre los toreros, las ganas de ser y estar? ¿Quién será el valiente que se atreva a pedir un euro? Pedirlo, pueden hacerlo, pero conforme está montado el panorama actual, los empresarios, con el planteamiento con el que se lleva la fiesta, tienen en sus manos la gallina de los huevos de oro; se montarán los festejos, como siempre, pero nadie podrá exigir lo más mínimo. ¿Quién resulta triunfador? Los empresarios, claro que no pienso que les dure mucho el chollo.