Al respecto de la organización, por parte del matador, Gabriel de la Casa, de unas corridas de toros en la China, concretamente en la ciudad de Shanghai, el pasado día 23 y 24 de octubre, han corrido ríos de tinta en torno a este asunto. Para algunos, por lo que he podido apreciar, piensan que, Gabriel de la Casa ha cometido un crimen cuando, la gran realidad, entiendo que es muy otra. Pienso, sin temor a equivocarme que, la organización y exportación de nuestro espectáculo hacia países asiáticos, ante todo, demuestra que nuestra fiesta está viva y que, además de tener vida, es extrapolable más allá de nuestras fronteras y la de nuestros vecinos portugueses y franceses, contando con el beneplácito de nuestros hermanos de hispano América.
Sigo creyendo que, el evento, ha merecido la pena. Gracias a los toros, el nombre de España, una vez más, ha sonado en unos confines asiáticos que, de otro modo, difícilmente nos conocerían. Algún purista dirá que, se nos conoce por las transacciones comerciales que hacemos ante aquellos países, pero nada de ello será comparable al hecho hermoso de que, a través de los toros, el nombre de España, su cultura, sus ancestros y sus costumbres, han sonado gracias a nuestro espectáculo taurino.
Me temo que, tal celebración, a los aficionados, debería de llenarnos de gozo porque, ante todo, hemos exportado al mundo asiático nuestra cultura y, tal menester, no es tarea sencilla; y lo que es mejor, allí, nos han recibido con extremado gozo.
Y digo todo esto porque, algunos, en distintos medios informativos, han contemplado la noticia como si de algo aberrante se tratara. Entiendo que hay opiniones para todos los gustos; todos tenemos nuestro sagrado derecho por opinar pero, sigo creyendo que, por encima de todo, cada opinión debe estar rociada por un sentido creativo y, a no dudar, como es este caso, por la dicha de saber que, nuestra fiesta, ha sido exportada a un país que, después de dos mil años, hasta ahora, nadie lo había logrado.
Los ingleses, en su día, exportaron al mundo el fútbol y, quizás sin pretenderlo, lograron que, su espectáculo deportivo tuviera más adeptos en el mundo que jamás otro deporte hubiera logrado. Seguro estoy que, ellos, cuando extrapolaron su espectáculo más allá de sus fronteras, no tenían conciencia de que, pasados los años, el fútbol sería el deporte rey; no digo que en los toros vaya a pasar lo mismo, pero si es saludable y, ante todo, reconfortante que en otros países muy lejanos vayan conociendo nuestra cultura y nuestras costumbres que, como se ha podido comprobar, el espectáculo taurino, ha conmovido a los chinos.
Y no quiero pensar que, semejante evento, quede como flor de un día; es decir, que lo han visto y ahí acabó todo. Quiero creer que, por todo lo visto y gracias al apoyo que los toros han tenido en la China, tanto en lo que a la organización se refiere, como el eco obtenido por los medios de comunicación, estando la televisión en primer frente de batalla, es de presagiar que, habrán otros motivos y otros lugares para que, los toros, sean admirados en aquel país asiático.
Soy de los convencidos que, el peor mal que le pueda ocurrir a la fiesta taurina es su silencio; que pase desapercibida y olvidada. Pero que se le difunda y se muestre ante cualquier lugar del mundo, ello siempre será un hecho admirable. Ahora, gracias al matador Gabriel de la Casa, como queda explicado, se nos ha conocido en lugares recónditos que, de otra manera, jamás hubiésemos llegado. Han conocido a España y su cultura, sin lugar a dudas, un hecho admirable.