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Pla Ventura |
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España |
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13/10/2004 ] |
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Desde cualquier punto del planeta y, en España no podía ser una excepción, se oyen gritos de protesta por la subida de los carburantes; analistas, economistas, letrados y mil autoridades en materia, todos han puesto el grito en el cielo al respecto. Cierto es que, los lamentos por la subida de los productos petrolíferos, está causando verdaderos estragos en todos los órdenes de la sociedad, de forma concreta, cuando dichos combustibles son necesarios, especialmente, en transportes públicos, agricultores y todos los sectores donde nos atañe dicha subida que, en honor a la verdad, son la inmensa mayoría. La realidad es la expuesta, nada es más cierto pero, existe un sector que ataña a la inmensa mayoría de los españoles que, al parecer, como los hechos demuestran, la subida del petróleo, no nos afecta para nada. Me refiero al despilfarro que llevamos a cabo en los fines de semana, puentes, en las mismas vacaciones y en cualquier lugar que tengamos libre que, la inmensa mayoría, formamos colas inmensas en las carreteras sin darnos cuenta de que han subido la gasolina. Es, como siempre nos pasa, el duro contra sentido del cual no somos capaces de escapar. Resulta que, “no podemos vivir”, dicen muchos y, en tan pronto hay tres días festivos, millones de vehículos colapsan todas las carreteras de España. ¿Hasta que punto somos lógicos? O, lo que es peor, ¿dónde está el sentido de nuestras quejas si dilapidamos más gasolina que nadie en Europa? Me temo que, nuestra coherencia, al respecto, es totalmente nula. Mentimos como bellacos cuando nos quejamos porque, los hechos que llevamos a cabo demuestran que hacemos aquello que no sentimos. Yo no diré que el carburante sea barato, ante todo, porque soy un consumidor más que, irremediablemente, tiene que rascarse el bolsillo para comprar gasolina; pero tampoco seré el absurdo quejita para que, tras el lamento, me vean inmerso por esas carreteras del mundo gastando una gasolina que, previamente, he dicho que es carísima. Nos quejamos del aumento del precio del carburante y, vaya paradoja la nuestra cuando, a diario, en cualquier restaurante del país, pagamos el litro de agua al doble que la gasolina. ¿Me puede explicar alguien semejante galimatías? O sea que, primero nos quejamos del precio de los carburantes y no ponemos remedio para nada porque, como explico, lo dilapidamos de mala manera y, acto seguido, somos capaces de pagar el agua a precio de oro y, también nos callamos. En cualquier país donde reine la cordura, con toda seguridad, para reclamar algo en justicia, habría que aplicar la lógica y, al respecto, lo lógico sería que hubiera una huelga de vehículos demandando, de este modo, un precio razonable; pero no, paradójicamente, cada subida del petróleo ha tenido lugar en vacaciones o puentes festivos y, la afluencia de vehículos por las carreteras, ha sido monumental. ¿De qué nos quejamos? Y, como explico, es inaudito, incoherente y absurdo que, a diario, paguemos por un litro de agua el doble justo que lo que nos cobran por un litro de gasolina. Apliquémonos la lección. Nosotros mismos tenemos la respuesta a las preguntas que nos hacemos.
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