A Curro Díaz le sobra magia para hacernos creer que, en sus manos y sentidos, el milagro del arte, puede seguir siendo posible. Ha sido hoy, en la primera corrida de la feria de Madrid en que, en su segundo enemigo, un toro noble y sin estar sobrado fuerzas, Curro Díaz ha bordado el toreo con la mano diestra. El gusto, empaque, naturalidad, torería, embrujo, sentimiento y cuantos adjetivos calificativos queramos añadirle, encuadran de forma perfecta en la labor del diestro linarense. Foto archivo
Lo que pudo haber faltado, ha sido culpa exclusiva del toro que, de haber tenido ese puntito más transmisión, en este instante, Curro Díaz estaría saliendo por la puerta grande de Madrid. Convengamos que, paradójicamente, la nobleza del toro por el pitón derecho, de pronto, se tornó un imposible por el pitón izquierdo; lo intentó Curro Díaz y, se llevó un hachazo inmenso por dicho pitón.
Parafraseando al inolvidable maestro Joaquín Vidal, una vez más, pongamos en su boca su frase más bella: “Nunca el toreo fue tan bello” Y digo yo, tan bello en las manos de Curro Díaz que, como ha comprobado todo el mundo, pese a las carencias del toro, Madrid se ha rendido a sus pies. Oreja de ley; yo diría que, oreja de oro puesto que, gracias a la misma, en la presente temporada, todo el mundo tendrá que rendirse ante el irrepetible arte del diestro de Linares.
Curro Díaz ha demostrado una vez más en Madrid que, su toreo merece el premio del reconocimiento general por allí donde quiera pasear su arte. Derechazos con cadencia, ritmo, empaque natural, torería muy cara; ayudados por bajo sublimes, retazos de su inolvidable torería que, para finalizar, una estocada a ley en lo alto del morrillo, ha propiciado que, el presidente, sin ningún género de duda, sacara el pañuelo que homenajeaba la labor de este artista irrepetible. Sonreía Curro frente a las cámaras; era la inmensa alegría al comprobar en sus carnes que, Madrid, sigue vibrando con su arte. La pena, como digo, ha sido el punto de fuerza y transmisión que le ha faltado al toro; de haber ayudado un poquito más, las dos orejas hubieran sido el premio justo para premiar un tratado taurómaco como el que Díaz nos ha obsequiado en esta primera corrida de la feria de Madrid.
Es cierto que, el trofeo logrado por Curro Díaz es el refrendo que premia su logro; pero no estamos aquí para hablar de despojos del toro; estamos para cantar la gloria de un torero al que su señora madre lo parió artista para dicha de la fiesta taurina. Ha sido, como explico, la primera lección, el primer tratado artístico de la feria de Madrid que, en las manos de Curro Díaz ha alcanzado la categoría de sublime. Podrá alguien discrepar de todo cuanto digo; no me importa. Lo harán, con toda seguridad, los que viven pendientes de los que amontonan pases y se los celebran como si de arte se tratare. El primer eco de la feria de Madrid, rotundamente, se ha escuchado en todo el mundo. Curro Díaz, un artista, sí señor.