Tu carita de felicidad irradiaba tu propia dicha por todos los lugares por donde pasabas. Tus ojos brillaban como nunca, algo que, los tuyos se percataron de inmediato. ¿ Qué tienes? Te decías tus allegados. Tú, sin saber explicarte, me mirabas con ojos de ternura. Eran aquellos momentos de amor, aquellas tardes irrepetibles que, un día, bajo la lluvia, nos confesamos nuestro amor, nuestro deseo intenso por abrazarnos, por estar juntos, la dicha más grande que jamás podremos explicar.
Ahora, cada vez que la lluvia nos moja nuestros cuerpos, como aquel maravilloso día, la soportamos como una bendición, como el símbolo más glorioso que jamás pudimos soñar. Hay gentes que se enojan con la lluvia porque les moja; nosotros, nos alegramos porque nos despierta, nos deja vivos para el amor. Entre otras, esta es la diferencia, lo que nos hace distintos del resto de los mortales.
Llueve y seguirá lloviendo, siempre, como el símbolo de algo que nos unió para el resto de nuestros días. Aquella tarde mágica en que te conocí y que la lluvia era nuestro mudo testigo, ¿ te acuerdas? Seguro estoy que, jamás podrás olvidar un día tan memorable, delicioso, mágico e irrepetible. Aquel paseo por el parque, aquellas miradas tiernas, dulces; aquellos besos apasionados; aquella flor que arranqué para ti. Son todos recuerdos que engalanan mi vida y le dan fuerzas a mi corazón para seguir por este bello camino por el que tú me guiaste.
Por las noches, cuando me acurruco a tu lado, siento que vibro, siento que se me acaba el mundo cuando te abrazo y, como siempre, es el sonido de la lluvia en que enaltece mi corazón. Tú sabes, tanto como yo, de los silencios del alma; de esas pausas en que, calladitos, escuchamos a nuestros corazones y, semejante silencio, sólo se rompe con la lluvia.
Al despertar y sentirte junto a mí, tengo la sensación de que el milagro ha sido posible. ¡ Eres tú y estás junto a mi¡ Tantos años vagando por el mundo, deambulando sin rumbo y, tuvo que ser aquella tarde lluviosa en que te conociera y que, ante todo, me entregaras todo tu amor. El sonido de la lluvia, en mi corazón y en mi vida, albergará siempre el sentimiento de haber triunfado a tu lado. Hay hechos, situaciones, vivencias que te marcan para siempre y, aquella irrepetible tarde cuando te conocí, por las connotaciones de la lluvia y, ante todo por tu amor, ha quedaba grabada en mi alma para siempre.
Te sigo queriendo. Tengo que darte las gracias por aquel inenarrable día, por aquella tarde maravillosa en que, por tu encanto y, quizás por tu pasión, descubrí que yo era un hombre: Un hombre apasionado por todas las cosas de la vida, especialmente, por tu amor, como debe ser.