Las recientes declaraciones del diestro retirado, señor Paco Camino, tras su abandono del hospital madrileño en donde resultó intervenido, son altamente preocupantes; por un lado, Paco Camino expresaba su gratitud hacia todos cuantos, de buena fe, se habían preocupado de su salud y, a su vez, mostraba su repulsa hacia aquellos que, por su cuenta y riesgo, emitían juicios de valor sin argumentos que se sostuvieran, siempre, claro, en contra de la imagen del diestro.
Todos sabemos del amarillismo de la prensa rosa, valga el juego de palabras; pero es una realidad incuestionable. Desgraciadamente, en España, vive mucha gente de este tipo de periodismo que, en realidad, se acerca más al esperpento que a la noticia en si; pero ese tipo de noticias vende y, como tales, así lo hacen. Bien es verdad que, para llevar a cabo este tipo de periodismo a que aludo, obviamente, hay que ser mezquino por naturaleza y, de forma lamentable, todavía queda gente de este tipo y condición. Como todos sabemos, el maestro Paco Camino, ha sido una víctima de este tipo de personajes. Y le ha dolido al diestro de Camas; y mucho más porque, especularon con su salud, mejor dicho, jugaron con su vida y, eso me parece un hecho criminal.
Precisamente, en este trance amargo que Paco Camino ha pasado, justamente ahora, es cuando todos, con respeto, deberíamos de haber abordado la noticia; pero sin acritud y, por supuesto, sin ningún juicio de valor añadido. A Dios gracias, el maestro ha salido victorioso de la “contienda” y, a su vez, algunos medios de los que abordan el periodismo llamado de estiércol, le dieron pocos días de vida. Naturalmente, el maestro quedó herido en su alma puesto que, además de las cicatrices que lleva en su cuerpo, como explico, el daño moral, lastimó mucho más a Paco Camino que su propio daño físico.
Es cierto que, Paco Camino, para su desdicha, tiene un hijo muy metido entre los medios de comunicación basura; digamos las revistas amarillentas y que, dicho hijo, por su conveniencia, ha sido pasto y vivero de dichos personajes, reporteros del sensacionalismo barato que, en definitiva, jamás a nadie han beneficiado, por mucho que los “benefactores” así lo hayan creído. Es cierto que, el hijo del maestro, Rafael Camino, no ha tenido la fortuna de triunfar como torero y, desde hace mucho tiempo, se dejaba “querer” por estos medios amarillos, todo, para lograr una popularidad que jamás logró en los ruedos. Y ahí llegó el tremendo error; querer comparar al padre con el hijo puesto que, Paco Camino, como todos sabemos, ha sido – lo sigue siendo- un hombre solitario que ha sabido guardar su vida privada celosamente, en silencio y sin estridencias; de ahí, claro está, su lógico enfado para que, unos desaprensivos, emitan un juicio, a todas luces pleno de falsedad, quizás que, amparados por la aureola publicitaria de su propio hijo, pero que nada tiene que ver una cosa con la otra. A cualquiera le puede salir un hijo frívolo y, el maestro, lo ha tenido que sufrir en sus carnes. Pero lo que nadie le podrá criticar a Paco Camino es su categoría como ser humano, tan alta como la que gozó cuando era la máxima figura del toreo.
Nos solidarizamos con el enfado del maestro de Camas y, a su vez, con estas líneas, le mandamos el más cálido abrazo lleno de admiración por todo lo que ha supuesto en el mundo del toro, al tiempo que hacemos votos para que su salud se recupere por completo. Despreciamos, por supuesto, a las víboras dañinas que, solo por vender sensacionalismo, jamás les ha importado la vida de un ser humano, algo que Paco Camino ha tenido que sufrir en sus carnes.