Mario Sotos cumplió parte de las expectatias en su presentación en Madrid

-¿Cuándo hacías el paseíllo en Madrid, tenías la sensación de que te abocabas al suicidio?

No, para nada; todo lo contrario. Eso de que “sonara la flauta” por casualidad no va conmigo. Acudí a Las Ventas con una preparación extraordinaria, de ahí lo que fue el resultado de mi actuación.

-Te decía lo anterior porque, amigo, eso de acudir a Madrid con dos novilladas en tu haber en los dos últimos años, el mérito era tuyo, de nadie más. ¿Quién confió en ti para incluirte en ese cartel?

No tengo apoderado todavía pero, el señor Pepe Salamanca me vio en el campo, confió en mí y me puso en Madrid, algo que le agradeceré mientras viva. Eso de no torear en ninguna parte y, de repente, verte anunciado en Madrid, en casos como el mío suena a milagro; al menos, así lo parece.

Recogiendo de salida al novillo con el capote

-Te preguntaré lo que le pregunté a muchos de tus compañeros, ¿cómo se puede vivir sin torear, es decir, tratar de ser alguien en la profesión sin contrato alguno?

Imagina que, la ilusión es lo último que tiene que perder un ser humano y, en mi caso, no podía ser una excepción. Yo veía que el camino era difícil, lo sigo viendo, pero no puedo desfallecer porque sabía que, llegado el momento, la gente hablaría de mi persona.

-Dicen los que vieron, incluso los que te enjuiciaron que en Madrid mostraste uno de los valores que tanto cautivan a dicha afición, la naturalidad.

Eso es lo que intenté; ser natural y tener un concepto clásico del toreo. Por supuesto que me quedan muchos defectos que pulir, pero si sigo toreando creo que lograré torear como a mí me gusta que, al parecer, ese concepto mío le puede gustar mucho a la gente, como así ocurrió en Madrid.

Toreando por bajo con torería

-Si no recuerdo mal tienes 24 juveniles años, un chaval todavía que le queda una vida por delante. ¿Te sientes viejo o joven al respecto de tu carrera?

Hombre, si me comparo con Roca Rey que, con menos de 20 años es figura del toreo, digamos que ya estoy de retiro. Pero me fijo en toreros como Manolo Escribano, con Paco Ureña y otros muchos que, ya viste, tras muchos años de lucha en la profesión, al final han logrado ser reconocidos por aficionados y empresas.

-¿Cómo vive un torero sin torear?

Esa pregunta es buena. Y digo que es buena porque uno tiene la mente en el toreo, en la singularidad del arte que uno siente que corre por sus venas, pero luego está el cuerpo que, como todo mortal, te pide pan, de ahí que sigo trabajando en mil cosas, pero siempre con la mente puesta en lo que quiero que sea mi profesión en un futuro próximo.

Mario Sotos al natural

-Empezaste queriendo ser torero desde muy jovencito, saliste de la escuela de Albacete que no es mal lugar y, los hados de la fortuna no quisieron nunca aliarse contigo. Dos novilladas en dos años eso puede desesperar a cualquiera. Tras torear tan poco, ¿en algún momento de tu vida te pusiste un plazo para la resistencia?

En situaciones como la mía, uno llega a pensar de todo; he tenido momentos de mucha amargura y, en la soledad de mi alma algunas veces he pensado en abandonar pero, más tarde, he recapacitado y he entendido que debía de continuar y, aquí me tienes. Como diría el inolvidable maestro Rodolfo Rodríguez El Pana, en los toreros, el verbo resistir tiene que ser más fuerte que todo. Resistí, resisto y resistiré, de no haberlo hecho jamás hubiera acudido a Madrid y, por supuesto, ahora no estaríamos conversando nosotros.

-Parece ser, según tengo entendido que tu repetición en Madrid puede ser un hecho inmediato. ¿Qué hay de cierto en todo ello?

Hombre, ilusión si tengo por volver a Madrid y, sin duda, rematar aquello que con tanta pasión empecé. No tengo ningún dato concreto al respecto pero, repito, no será por falta de ganas. De volver, a poco que me embista un toro puedo culminar mis sueños para lograr un gran triunfo en Las Ventas.

Una bella trinchera

-¿Qué otros proyectos tienes?

Ante todo, que el señor Pepe Salamanca me siga echando una mano puesto que, no hay nada más desolador que un torero sin apoderado, sin nadie que le ayude; ya sabes, no hay hombre sin hombre, de ahí la esperanza que uno tiene en ser ayudado. Si tengo firmada, para mi suerte, la novillada en la feria de Albacete, la ciudad en la que resido, la que amo y en la que me forjé en su escuela taurina.

-Tras haber ilusionado a la afición de Madrid, Mario, imagino que tendrás nuevos proyectos, habrás recibido llamadas de toda índole. ¿Por dónde van los tiros?

Ante todo, hay que ser sincero y consecuente ante la vida; no he logrado nada todavía; agradecido que tú me hayas llamado para que conversemos, como lo han hecho otras personas, pero todavía falta mucho camino por recorrer, eso sí, el que espero que Dios me conceda licencia para recorrerlo.

Un desplante del novillero