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Manolo Escribano  
  entrevista de Pla Ventura [ 24/07/2016 ]  
MANOLO ESCRIBANO: La vida no vale nada
El diestro de Gerena, Manolo Escribano, está pagando un altísimo precio por ser torero, la prueba no es otra que las durísimas cornadas que está sufriendo en su cuerpo, siendo la última, en Alicante, la que por poco le cuesta la vida, de ahí el enunciado de nuestra conversación en la que, emulando a José Alfredo Jiménez, la vida no vale nada. Y digo que no vale porque, como decía, faltó muy poco para que Escribano entregara su alma a Dios en Alicante.

La grandeza de Escribano no es otra que el riesgo que afronta en sus actuaciones porque, como sabemos, este diestro suele matar toros de verdad, precisamente los que suelen dar cornadas por doquier. Claro que, si de emociones hablamos, las que produce Escribano en el corazón de las gentes son inenarrables porque, ante su toreo, nadie bosteza, nadie mira hacia otro lado, siendo él el centro de atención por parte de todos los aficionados, un valor al que debemos de atribuir.

Al mentar a Escribano, por nada del mundo nos podemos olvidar de su inenarrable triunfo en Sevilla ante el toro Cobradiezmos de Victorino Martín, un hecho histórico que conmovió a La Maestranza. La pena, como siempre digo, es que haya triunfos que no sirvan para nada y, este es el caso de este torero admirable que, tras aquella apoteosis sevillana no ha sido reclamado, por ejemplo, en ninguna plaza de Andalucía. Empresarialmente, todo un caos para el diestro; claro que, de cara a los aficionados, a las gentes que aman esta bendita profesión, un éxito sin precedentes; el que quiera que lo iguale.

Escribano, si como torero es admirable, en sus funciones como banderillero es capaz de asustar a los públicos dada su tremenda verdad, la que imprime en este quehacer que, como tantos podría evitar; pero su ilusión, fuerza, tenacidad y aquello de asumir el más grande de los riesgos, le aboca a ser un banderillero auténtico, de los que se asoma al balcón y, ante todo, el que asusta con sus pares al quiebro junto a las tablas.

Manolo Escribano sigue recuperándose en su casa de Gerena haciendo todo tipo de ejercicios de rehabilitación y, con la amabilidad que le caracteriza nos ha atendido como lo que es, un auténtico señor, además de un gran torero.


Manuel Escribano deseando verse de nuevo en los patios de cuadrillas

-Manolo: Tras todo lo que hemos podido ver ya podríamos casi afirmar que el milagro se ha consumado. Un mes más tarde después de sufrir la terrible cornada en Alicante ya piensas en reaparecer. ¿Cómo se puede explicar todo eso?

Muy sencillo. A base de trabajo, dedicación, entrega absoluta en todos los órdenes; ser torero implica muchos riesgos, pero todavía más sacrificios si cabe como es mi caso en la actualidad. Estoy haciendo ejercicios de rehabilitación en todos los sentidos, entrenando ya de salón; en definitiva, todo lo concerniente para que mi cuerpo esté al completo para poder reaparecer.

-¿Para cuándo la fecha, Manolo?

A mí me gustaría que fuera lo más pronto posible; pero no puedo cometer excesos. Yo quisiera que fuera en Azpeitia, pero si no llego para esa fecha ya será para primeros de agosto.


Así les mira a los toros, aunque sean de ganaderías duras

-Con la mano en el corazón, Manolo, ¿temiste por tu vida en Alicante?

Por supuesto que sí. Cuando comprobé el boquete que tenía en la herida y la sangre que derramaba, me puse en manos de Dios, eso sí, a sabiendas de que el equipo médico del doctor Reyes Gomis de Alicante harían todo lo humanamente posible para salvarme y, a Dios gracias, así sucedió.

-¿Eres consciente de que sueles lidiar unos toros que, como se demuestra, dan muchas cornadas?

Esta es la grandeza de esta profesión que, como sabes, se muere de verdad; ahí tenemos el ejemplo de Víctor Barrio entre otros en la presente temporada. Incluso, como antes decíamos, a mí me faltó muy poco; Dios estaba conmigo, de lo contrario no estaríamos ahora conversando.

-Lo has dicho perfecto, pero no respondiste a mi pregunta, amigo.

Hombre, no puedo negarte que existen unos toros como los que yo suelo lidiar que, al peligro del toro como tal, a éstos hay que añadirles un plus de peligrosidad más acentuado, de ahí el gran riesgo que acometo, tanto yo como muchos de mis compañeros.


En banderillas, afontando el máximo riesgo

-Por cierto, Manolo, en Alicante, si nos olvidamos de la durísima cornada, tanto el año pasado como en el actual, has brillado a una altura insospechada y siempre con los toros de Adolfo Martín. ¿Quiere eso decir que les ha cogido la medida?

Hay un dicho que dice que la experiencia es la madre de la ciencia y, a base de experiencias uno va conociendo distintos tipos de encaste para tomarles el pulso, algo que yo he sido capaz de lograr a base de mucho sacrificio. Y es cierto lo que dices, el año pasado cinco orejas en una tarde y, este año, otras dos orejas que, de no haber sido por la cornada hubiera salido por la puerta grande. Como fuere, en Alicante ya podré decir que en las veces que he actuado jamás salí por mi propio pie, siempre en hombros.

-Los toreros, Manolo, sois gentes muy resignadas, hasta el punto de la comprensión que tenéis ante todos los problemas de vuestra profesión. Lo digo porque, por ejemplo, ¿se puede entender que tras tu apoteosis en Sevilla con el toro Cobradiezmos de Victorino Martín que indultaste apenas salieran contratos?

Injusticias las hay en todos los órdenes de la vida, nada es más cierto. Pero también es un hecho muy real que somos muchos, que todo el mundo aprieta y, en los tiempos que vivimos, lograr contratos hasta puede parecer casi un milagro. Recordemos que existen novedades todos los años, gentes que “entran” y nadie quiere “salir”· Todo un verdadero conflicto muy difícil de resolver. Dentro de todos los males, si me apuras, soy un afortunado; sigo toreando, entrando en las ferias y siendo reconocido por los aficionados.


Toreando al natural

-Tras escucharte, Manolo, hasta puedo comprenderte. ¿Crees que de haber tenido suerte en Madrid habiendo logrado un triunfo grande todo hubiera cambiado?

¡Qué duda cabe! Madrid sigue lanzando a los toreros pese a toda la problemática que tenemos. Claro que, de igual modo todos sabemos lo difícil que resulta triunfar en Las Ventas, de ahí el premio que más tarde se consigue cuando lo has logrado.

-Tus éxitos en Venezuela siguen siendo una constante. Lo digo porque este año participaste en dos ferias importantes alzándote como el triunfador de las mismas. ¿Sigue siendo Venezuela la tierra prometida para los toreros?

No, de ninguna manera. Aquello ha cambiado mucho, pero para mal; apenas ya se dan ferias dada la desdichada situación del país y, sinceramente, tal y como se han puesto las cosas ya casi que no es rentable acudir a ese país al que tanto quiero porque, como sabes, allí he toreado muchísimo, es más, cuando aquí no me escuchaba casi nadie allí me daban contratos, imagina entonces mi gratitud para Venezuela. Una pena que la situación política de aquel bellísimo país les haya llevado al caos que ahora sufren.


Toreando en redondo el sevillano

-Por cierto, Manolo, la pregunta te resultará tópica, pero creo que es obligada. En el peor de los casos, tras una cornada tan fuerte como la tuya, ¿qué pasa por tu mente el día de tu reparación? Lo digo porque situaciones como la descrita las has vivido en otros momentos.

Hay un axioma que dice que los toreros no tenemos nada que ver con el resto de los humanos y, te aseguro que es cierto. Nosotros vemos la vida desde otra perspectiva; la vida, e incluso la muerte como muy bien sabes. Estamos dotados de un fuerza mental que, ya la quisieran el resto de los humanos; hablo por mí, pero seguro que todos los toreros piensan lo mismo. Imagina cómo ha sido todo que, hasta estoy deseando encontrarme con el riesgo que implica jugarme la vida de nuevo. ¿Una locura? Pensarás tú; puede que sí, pero es una realidad que sustenta mi vida; anhelo otra vez el riesgo, la adrenalina del peligro y, por supuesto, la gloria que supone los aplausos y el éxito.

-Lo tenemos crudo, Manolo, ante la sociedad en que vivimos. Imagina que, como sabes, tras la muerte de Víctor Barrio, algunos descerebrados, hasta se alegraron de la muerte del muchacho. ¿Qué crees tú que puede haber dentro del corazón de una persona que se alegra por la muerte de un ser humano?

Son enfermos, qué duda cabe. Conozco gentes que no les gustan los toros y, les respeto y me respetan. Pero que haya gentes capaces de alegrarse de la muerte de una persona, eso raya en la más absoluta locura. Menos mal que, a fin de cuentas, son una ínfima minoría; lo digo porque de ser muchos, la sociedad actual, como apuntabas, tendría un problema gravísimo.


De luces y practicando, así quiere verse Manuel Escribano

-Te juro, matador, que como aficionado me asusté el día que el doctor Reyes, desde Alicante dijo las siguientes palabras: “Ante todo, hemos salvado al hombre, ahora lucharemos por salvar al torero” Lo digo en el sentido que, tras las palabras del doctor, todos pensábamos que la cornada podría ser incluso más grave de lo que ha sido ¿verdad?

Tenía toda la razón el doctor Reyes porque la cornada era fortísima. Menos mal que, entre la ciencia y mi fuerza de voluntad, a Dios gracias, me estoy recuperando. Ten en cuenta que, tras el diagnóstico, yo soy el primer sorprendido de mi evolución. Ahí estoy, repleto de ilusiones para volver cuanto antes.

-Muchas gracias, matador. Ha sido una suerte conversar contigo pero, lo ha sido mucho más que nuestra conversación haya discurrido por los derroteros de tu reaparición, algo que todos le pedíamos a Dios.

Gracias a vosotros, a ti de forma especial que tuviste la gentileza de visitarme en el hospital de Alicante en los momentos más duros que estaba viviendo. Como adivinas, procuraré estar a la altura de las circunstancias en lo que resta de temporada y, eso sí, pedirle a Dios una poquita de suerte para que los toros me respeten.

Fotos: Muriel Feiner

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