Feliz con la orejas que le permitirían salir a hombros en Madrid

-Estamos hablando de su gran epopeya en esta temporada y, a su vez, maestro, palpamos la tristeza infinita de que dicho triunfo no ha tenido los frutos que todos creíamos, usted incluido, claro. ¿Será que los que eran sus apoderados no supieron gestionar dicho éxito en los despachos de los empresarios?

No lo sé, pero tampoco voy a juzgarles; la vida es como es y no como nosotros quisiéramos que fuera; es decir, darle vueltas a lo que no ha sido no nos conduce a ningún lugar. Quiero pensar que ellos harían lo mejor que sabrían; pero no les salió. ¿Culparles a ellos? No procede. Unas cosas salen bien, otras, regular y algunas muy mal; pero nada tiene solución cuando ya ha pasado y no tiene remedio.

-Adivino, matador, por sus palabras que por esa razón ha roto usted con dichos apoderados; si no salió nada, en realidad, tampoco le aportaban mucho.

Esto de las rupturas es muy curioso; es como cuando se parte un matrimonio. ¿Culpables? Yo creo que ambos. Aquí puede que haya sucedido igual; creo que debemos de compartir la culpa tanto ellos como yo. Lo que si te digo es que les deseo lo mejor; creo que tanto ellos como yo lo hemos intentado; al final, no hemos tenido el resultado que todos queríamos y, por ese lado ha venido la ruptura; pero sin quebrantos del alma que es lo más importante.

En su gran día, rematando con el capote para dejar el toro en el caballo

-En el peor de los casos, Morenito, le veo a usted muy tranquilo; le aseguro que yo creía que le encontraría muy resabiado al respecto y, para mi sorpresa, está usted muy lúcido y, lo que es mejor, sin el menor atisbo de resentimiento. ¿Tan sencillo le resulta perdonar?

Repito que, aquí no hay nada que perdonar; no ha podido ser y se acabó. Vendrán tiempos mejores y, con toda seguridad, en el devenir del tiempo ellos encontrarán incluso algún torero más importante que yo al que podrán ayudar.

-Todos creíamos, quizás que usted el primero, que tras aquel apoteósico triunfo en Madrid, el mismo serviría para hacer una temporada importantísima y, no ha podido ser. ¿Qué ha fallado? Y se lo pregunto con tristeza y, lo que es peor, con conocimiento de causa porque, como usted sabe, hace unos años, un triunfo como el suyo en Madrid servía para darle dos vueltas a España por todas sus ferias.

Quiero pensar que son las injusticias de los despachos, pero me queda la satisfacción de haber cumplido como torero puesto que, salir por la puerta grande de Madrid no es tarea sencilla. No se han dado las cosas como queríamos y, esperar, no queda otra; al año que viene imagino que se recompondrá todo y tendré la recompensa de aquello que honradamente me he ganado en la plaza. Y sí, es cierto lo que dices; una pena que haya cambiado aquel halo de justicia que aquello representaba, que un triunfador de Madrid, obligatoriamente, tenía que pasearse por todas las ferias de España y Francia. Por lo que vemos y palpamos, la justicia está en decadencia.

Con la mano izquierda en una de las faenas más bellas de este año en Las Ventas

-Por cierto, dejémonos de sutilezas y hablemos de lo verdaderamente trascendental que no es otra cosa que su propio arte. ¿Qué sintió aquel dos de mayo cuando le sacaron en volandas de la plaza de Madrid?

Te juro que aquel día toqué la gloria con mis manos; es una sensación tan hermosa que, tratar de explicarla me resulta imposible. En aquel momento me sentí el hombre más dichoso del mundo, creo que no era para menos. Eran ya muchas tardes en Las Ventas rozando el triunfo, llevando a cabo faenas muy importantes pero, me faltaba esa asignatura que, por fin, la aprobé con matrícula de honor.

-Según le escucho, torero, tengo la sensación de que esa faena, aunque sin el debido premio empresarial a lo largo de la temporada, le ha dejado a usted tremendamente satisfecho.

Sí, porque esa dicha no me la quita nadie, me la gané yo jugándome la vida, creando arte y, amigo, dentro del ruedo existe toda la verdad del mundo; es cierto que, como se sabe, los grandes problemas vienen cuando uno se quita el traje de luces. Menos mal que, para el torero, su auténtica grandeza está dentro de los ruedos, yo soy un ejemplo de lo que digo.

Tras matar al toro empezó a tocar la gloria con sus manos

-A propósito de Madrid, quizás me llame usted reincidente en lo mismo pero, no me negará usted que todos los aficionados, de Madrid especialmente, todos confiábamos que usted sería incluido en la feria de otoño de la capital de España y, nuestro gozo en un pozo. ¿Qué sucedió?

Honradamente, no lo sé; quizás no supimos gestionar bien dicha negociación ante la empresa porque, méritos, como se sabe, los tenía todos. Resultó una tremenda desilusión porque méritos, como te decía, los tenía de sobra; un torero que ha salido por la puerta grande de Madrid, obviamente debería de ser acreedor para actuar en dicha feria otoñal. Lo dicho, no ha podido ser no me voy a poner a llorar por ello. Vendrán tiempos mejores, no me cabe la menor duda.

-¿Qué balance hace usted de su temporada?

En líneas generales muy bueno. No me salieron las cosas por culpa de los toros en Bilbao y San Sebastián, dos plazas emblemáticas, pero de forma genérica estoy contento. El balance, a título de números ha sido de dieciséis corridas de toros, veinte orejas y un rabo; tres orejas cortadas en Madrid, todo un logro por mi parte; y lo digo con el orgullo propio, con la satisfacción de haber logrado lo que llevaba varios años intentándolo.

Luego en San Isidro vino a por todas

-Analizada su temporada, torero, veo que ha actuado usted muy poco con las figuras; ahí aparece usted con Enrique Ponce, con Castella y Perera y, pare usted de contar que solemos decir. ¿Será que los poderosos del toreo tienen miedo de enfrentarse con usted por aquello de que su toreo, en un momento determinado pueda eclipsarles?

Hombre, con sinceridad, no soy yo el que monto los carteles, por tanto, no puedo decidir. Esa pregunta habría que trasladársela a los toreros que tú citas y, ante todo, a los empresarios. Eso sí, no nos alarmemos que todo llegará.

-Respecto a su cuadrilla, Morenito, todo un lujo el suyo porque ha sabido usted incorporar a los mejores; le faltaba David Adalid y, ahí está en sus filas para llenarle de gloria con los palos.

Estoy muy contento con la cuadrilla; para mí son fenomenales. Luís Carlos Aranda, David Adalid y como tercero Pascual Mellinas, un triunvirato con el que hemos llevado a cabo una temporada muy bonita; he disfrutado mucho con ellos.

Nuevamente, al natural, vimos quién es Morenito de Aranda