David Galván un torero que va paso a paso

-Como se ha visto, matador, al igual que les ha sucedido a muchos de tus compañeros, tras la alternativa no siguieron los éxitos como cuando eras novillero. ¿Qué pasó?

Absolutamente nada. Esta es una carrera de fondo en la que, tomar la alternativa y triunfar por los grande es todo un milagro, algo que les ha sucedido a muy pocos compañeros pero que, repito, tiene tintes de milagro. Yo diría que mi caso es como más lógico; alternativa, aprendizaje, rodaje en todos los sentidos y, el triunfo llegará, que no te quepa duda.

-Claro que, hablas de triunfo y, el tuyo en la pasada feria de Algeciras resultó memorable junto a Morante y Manzanares, algo que imagino que te ilusionó muchísimo, ¿verdad?

Ese es el camino. Hay que aprovechar todas las oportunidades. Si te digo que verme junto a esos grandes maestros me motivó; me crecí como nunca antes lo había hecho. Si, como dices, creo que estuve a la altura y, pobre del que no lo esté; todas las corridas son importantísimas pero, si los que empezamos se nos presenta una oportunidad de esas dimensiones y no la sabemos aprovechar, es entonces cuando nos debemos de replantear nuestro futuro. Estoy feliz, no puedo negarlo.

Con el capote imprime personalidad

-Eres un producto de las Escuelas Taurinas, concretamente de la escuela de Jerez en que, junto al maestro Antonio Lozano intuyo que aprendiste muy bien la lección. Y, paradojas del destino, amigo, pese a ser alumno de una escuela, como dicen, tienes la personalidad arraigada dentro de tu propio ser; vamos, que de no saber tu historia todos diríamos que eres un autodidacta del toreo.

Aprendí mucho junto al maestro como dices, pero siempre procuré tener a flor de piel mi propia personalidad; es decir, quise ser siempre yo mismo, tarea nada fácil, pero de grandes recompensas.

-Volviendo a tus orígenes, David, imagino la carita que pondrían tus padres cuando, de repente, a tu regreso de Canarias, la tierra de tu madre y en la que allí viviste unos años; como te digo, al poco tiempo de regresar te instalas en San Fernando, tu pueblo y a partir de ahí poco a poco se va forjando dentro de tu ser la idea por ser torero. Tu madre, claro, quiero pensar que hubiera sido más feliz si le hubieses confesado tu idea por ser bombero. ¿Verdad?

Como antes comentábamos, soy un bicho raro; seguro que así les parecí a mis padres, pero me respetaron y apoyaron en aquella trascendental decisión y, aquí me tienes, dispuesto para llegar hasta lo más alto.

-¿No te quedaste muy perplejo cuando tras la última campaña exitosa como novillero, tras la alternativa, como decíamos, apenas pasara nada relevante?

Yo era consciente del paso que daba; sabía lo difícil de la profesión; tenía la certeza de que todo sería complicado, lo cual viene a certificar que no me sorprendí mucho. Como todo el mundo sabe, esta carrera es dificilísima; llegamos muchos y quedamos muy pocos. Y creo que quedan los perseverantes, los que tienen arraigo en su alma para con la profesión a la que han elegido como es mi caso. Si fuera sencillo, todos seríamos toreros.

En Sevilla, con sello propio

-Por lo visto, David, el valor es el gran fundamento de tu carrera, amén del arte que le imprimes a tu quehacer. Y digo lo del valor porque según me han contado, de becerrista, ya mataste algún que otro toro a puerta cerrada. Para eso hay que tener mucho valor.

Yo diría que aquello fue la gran prueba de fuego que yo mismo me hice para ver si era capaz; desde aquel momento, con aquella actitud, lo que sí logré era certificarme a mí mismo que, el valor lo tenía, por tanto, estaba en el camino adecuado para la profesión que había elegido.

-Hablan y no acaban en tu tierra de la relación que tienes con el maestro Ruíz Miguel. Vaya lujo el tuyo, amigo.

El destino, al respecto, ha sido muy generoso conmigo. Imagina que me vestí por primera vez de torero con un traje del maestro; maté mi primer eral de su ganadería; le brindé mi primer novillo y, para colmo, hasta me doctoró.

-Sí, como dices, David, esa alternativa entre otras cosas nos viene a certificar el amor que el maestro siente por tu persona.

Estuvimos entrenando juntos el invierno anterior a mi doctorado, todo un lujo para mi persona. Imagina lo que supone entrenar con el maestro Ruíz Miguel aprendiendo a su lado; tanto en calidad de persona como de torero; algo impensable que, para mi dicha, esa fortuna me tocó a mí.

-Por todo lo que me cuentas, David, hasta podríamos decir que eres un producto del maestro Ruiz Miguel.

Sí, no puedo negarlo. Imagina que, como te conté, en todos los momentos trascendentales de mi carrera siempre ha estado el maestro presente; me doctoró, ocasión en la que se preparó exclusivamente para ello puesto que, el año anterior, el maestro había sufrido en Tarifa una cogida muy delicada y prácticamente ya se consideraba alejado de los ruedos para siempre. Pero mi persona le motivó y, como digo, aquel invierno lo pasamos juntos entrenando para que me doctorara en Sanlúcar de Barrameda el 28 de febrero de 2012 en compañía del maestro Enrique Ponce.

Con la muleta en La Maestranza

-Muy poco tiempo como torero y ya sabes de todo; éxitos, cornadas, incomprensiones, pasiones… ¿qué te ha enseñado ese mundillo en el que te desenvuelves?

La profesión es tan dura e importante que, los chiquillos, en este mundillo, maduramos mucho antes de lo previsto; sí, porque pasamos situaciones que no se pueden vivir en ninguna profesión del mundo salvo en la nuestra; pero todo es bueno porque la dureza de la profesión curte al individuo.

-El día 9 de agosto, amigo tienes una nueva cita en Las Ventas. ¿Contento de asumir dicha responsabilidad?

Sí, porque en la feria de mayo en la que dejé buenas sensaciones, la corrida apenas nos ayudó; espero que sea ahora porque ilusión la tengo toda. Ya en el mes de abril estuve muy bien en Sevilla que, de no haber pinchado el triunfo hubiera sido grande; pude dar una vuelta al ruedo que me supo a gloria. Como dices, espero con mucha ilusión esa fecha puesto que volver a Madrid es todo un logro; a partir de ahí, si los toros me ayudan un poquito, trataré de dar la auténtica dimensión que siento como torero.

-Dentro de lo difícil que es mundo de los toros, digamos de la profesión de torero, intuyo que tú tienes bastante suerte; es decir, naciste y vives en una zona en la que se te respeta y quiere, hasta el punto de que cuentan contigo en muchas plazas.

Soy un afortunado. Cuentan conmigo en muchos sitios y, lo que es mejor me quieren y respetan, algo que me hace muy feliz. Imagina que, por ejemplo, en este año, en lo que llevamos de temporada he toreado en El Puerto, San Fernando y Algeciras. Este rincón es maravilloso.

Además de buen gusto tiene valor Galván

-Lo que si percibo, matador, es que te ganas las corridas una por una; nada hay programado de antemano. ¿Eso es bueno o malo?

Yo diría que es lógico, así de sencillo. Voy sembrando para ir recogiendo cosechas en el futuro que es lo que se pretende. Tampoco es cuestión de que nos atoremos, que tampoco es bueno.

-Intuyo en tu persona mucha felicidad; no sé si ya te has comprado el auto “mercedes” el sueño de todos los toreros o que te ha tocado la lotería. ¿Qué ocurre?

Ni la una cosa ni la otra; pero estoy feliz porque aunque voy a pasitos pequeños, soy consciente de  que voy por el sendero adecuado para llegar a la meta. Todo se andará. Ya lo decíamos antes, esta es una carrera de fondo en que gana siempre la perseverancia.

-¿Qué le dijiste al maestro Ruíz Miguel hace unas fechas cuando se despidió en que formaste cartel con él?

Que sentía una inmensa gratitud por su persona, una admiración muy grande por una de las carreras más dignas y grandes que se han conocido en el toreo. Gracias, maestro, fueron mis palabras, que creo que encerraban todo el sentimiento que tengo por don Francisco Ruíz Miguel; permite que le ponga el calificativo del don puesto que nadie como él lo merece.

Con la mano izquierda en el pasado San Isidro