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Frascuelo  
  entrevista de Pla Ventura [ 21/07/2014 ]  
FRASCUELO: “Ceret es la antesala de lo que sucederá en Madrid”
Regresaba Frascuelo exultante de felicidad tras su triunfo en la feria de Ceret, ese ciclo torista donde se rinde culto al toro y, como le sucedió a Carlos Escolar, al propio  toreo. Allí, en aquel templo francés del toreo, el diestro de Madrid reverdeció viejos laureles. Toda la crítica ha coincidido en la gran actuación de Frascuelo en que, frente a un toro de verdad, muy pronto, el diestro madrileño supo ver el claro pitón izquierdo del toro de Felipe Bartolomé para enjaretarle quince muletazos, más que suficientes para que el éxito se aliara junto a tan carismático artista.


La alegría, la satisfacción para él y para todos, había reaparecido El Toreo

-Según usted, maestro, ¿qué fue realmente lo que sucedió en Ceret para que todo el mundo hable de usted? Y le aseguro que todo el mundo ha hablado muy bien de su faena; es más, alguno, -serían incrédulos- hasta han mostrado su asombro ante sus bellos naturales.

Acudí ilusionado porque, como todo el mundo sabía, Jean Louís Fourquet, el que fuera presidente de la Asociación organizadora de las corridas de Ceret, poco antes de morir pidió a sus compañeros que, en esta feria tenía que estar Frascuelo, imagina entonces mi responsabilidad. Ahí nació mi primera ilusión puesto que, como se sabe, era la primera corrida de toros de esta temporada, algo que me hacía muy feliz y mucho más hacer el paseíllo en ese templo taurino como es Ceret, una sucursal de las Ventas en Francia. Allí le brindé un toro en su memoria, algo muy emotivo que lo llevo dentro de mi alma.

-Al margen de mostrarme sus ilusiones como ser humano y exponerme su sensibilidad, artísticamente, ¿cómo se vio usted?

Pletórico. Me sentí muy bien. Ante una auténtica corrida de toros y con la plena confianza con la que acudí a dicha corrida, tenía la certeza de que a poco que me embistieran los toros el éxito lo tenía asegurado. Allí quedaron varios naturales en mi segundo enemigo que me dejaron muy satisfecho y, como se comprobó, pude hacer felices a los ceretanos como era mi deseo e ilusión.


Hay medias verónicas buenas... y las que dejan sabor como nos muestra Frascuelo

-Allí decían, como hemos podido saber, que su trofeo, el que conquistó en buena lid, decían que era una oreja de Madrid. ¿Lo dirían como eufemismo o pretendían acercarse a la realidad?

Si, me cabe la certeza más absoluta que, dicha faena, en Madrid hubiera tenido el mismo premio, por eso te digo que Ceret es la antesala de lo que pasará en Las Ventas cuando vuelva a mi plaza.

-Ustedes, los toreros, se pasan la vida entrenando con la misma prosopopeya que cualquier deportista de élite y, siempre me pregunto para qué. Se lo digo porque usted, cuando está frente al toro jamás le he visto correr. Siendo así, ¿qué sentido tiene tanta preparación física? Y se lo pregunto recordando a Juan Belmonte el que siempre decía que, la mejor forma para enfrentarse a un toro era descansar; es decir, no hacer deporte alguno porque de tal manera el cuerpo estaba relajado.

Yo diría que los toreros lo que pretendemos es que el cuerpo tenga ritmo, flexibilidad, pero no con la idea de poder correr, más bien todo lo contrario. Entiendo que la puesta a punto de todo diestro sirve para tener reflejos que, al margen de lo que pensara el inolvidable Juan Belmonte, hacen mucha falta. Claro que, como la historia nos ha contado, la genialidad de Belmonte era tan grande que, eso de entrenar, como él sentenciaba, le sonaba a cuento chino; pero son las grandes excepciones que existen en la vida y Belmonte fue una de ellas.

-Hace cuarenta años, maestro, cuando tomó la alternativa, ¿creía que tantos años más tarde estaríamos conversando del Frascuelo ilusionado ante la causa de su arte?

Cuatro décadas hacia atrás, era difícil sospechar que estaríamos en plena actividad artística en estos momentos. Así lo ha querido el destino y de tal forma lo disfrutamos. Como diría mi admirado Rodolfo Rodríguez El Pana, así lo ha querido Dios, por tanto, aquí estamos recibiendo dicha bendición.


La torería rezumó arte y personalidad en todo momento

-Por cierto, me habla usted de El Pana, ¿qué se sabe de esa posible confirmación del maestro en Madrid de la que, como el propio Pana nos confesara, quiere que usted sea el padrino de dicha ceremonia y, a su vez, su propia ilusión de volver a Las Ventas?

Mi apoderado, el señor Pascual Venegas está en negociaciones con la empresa que, por supuesto, tomarán la decisión que crean más oportuna. Es cierto que, tanto Rodolfo como yo, estamos locos por torear en Madrid que, una buena fecha podría ser el 15 de agosto, el día de la Virgen de la Paloma.

-Entendemos lo de El Pana como su gran ilusión por confirmar su alternativa en Madrid, pero lo suyo, maestro, es de auténtica justicia porque si no recuerdo mal, usted ha toreado en Madrid más que la mayoría de los matadores de toros.

No llevo la cuenta, es cierto. Pero deben de haber sido más de cincuenta tardes, con muchas orejas cortadas, una puerta grande conseguida; en fin, argumentos más que suficientes para que los aficionados de Madrid me consideren como una partecita de ellos. Sin duda, Las Ventas es mi plaza, la que más he toreado en el mundo, la que siempre me respetó y, como se sabe, en la que soy muy querido.

-Entiendo, maestro, que hay mucha torpeza empresarial porque, con su veteranía, usted sería el torero ideal para encabezar carteles de auténtico lujo en corridas “a modo” que solemos decir. ¿A qué atribuye usted la torpeza a la que aludo por parte de muchos empresarios?

No puedo entrar en el corazón de nadie. Son los demás los que toman las decisiones que consideran más oportunas, pero sí afirmo lo que tú dices, que sería todo un lujo poder encabezar muchos carteles al más puro estilo de Antoñete en los años ochenta. Sin duda, he soñado muchas veces con ese toro que mete la cara con nobleza, con naturalidad, con armonía; todo, para poder llevar a cabo el toreo que uno siempre ha soñado y que ha demostrado todas las veces que el toro me ha permitido.


Nada se pareció al día a día... había magia, duende, había un torero en la plaza

-¿Cree usted que además de los empresarios, puedan ser sus mismos compañeros, tales como El Juli, Manzanares, Ponce… los que le tengan miedo escénico por todo lo que usted pueda hacer?

Repito lo dicho con anterioridad, no puedo valorar el pensamiento de nadie, pero ellos se lo pierden porque como aficionados, a mi lado, podrían disfrutar tanto como yo gozaba con mi ídolo don Antonio Chenel Antoñete.

-Al margen de la ilusión de volver a Madrid, maestro, imagino que ese importante triunfo suyo en Ceret, algún premio deberá tener, ¿verdad?

El gran premio me lo llevé yo con el respeto de dicha afición, con el gozo que sentí junto a tan buenos aficionados. Luego, de Dios estará que salgan proyectos nuevos. Pero si tengo varios festivales importantes que me seguirán dando moral para continuar en esta bendita profesión a la que consagré mi vida.

-Entre ellos, maestro, el de su reaparición en América, de forma concreta en Lima en su plaza de Acho, en un festival extraordinario que tienen previsto para el día doce de octubre en dicha plaza.

Se trata de un evento maravilloso. Primero por volver a la plaza de mis éxitos y, acto seguido, a un país al que le debo tanto puesto que, en Perú hice muchas temporadas, hasta el punto de ser uno de los diestros españoles que más ha toreado en Perú. En Acho, si Dios quiere, compartiré cartel con El Pana, el maestro Luís Francisco Esplá, con Víctor Méndes, José Nelo Morenito de Maracay, El Soro… Todo presagia que será un espectáculo sensacional puesto que, todos los diestros allí anunciados, además de veteranía, albergamos una ilusión sin límites.


Torero que además era matador de toros

-En Perú, de forma concreta, usted llegó a ser un auténtico ídolo; así como en sus incursiones en La Paz (Bolivia), sus temporadas en Venezuela, Ecuador… ¿Qué tiene, por ejemplo, la afición peruana que no tengamos los españoles? Y se lo pregunto porque según podemos ver a diario, en Perú se dan toros en infinidad de plazas y todas se llenan por completo. Eso, maestro, a mi me parece un milagro.

Allí reina una alegría que les desborda a todos. Viven para la fiesta de los toros y, como dices, en muchísimos pueblos de todos los departamentos peruanos, el toro es el centro de atención; digamos las corridas de  toros, razón por la que algunos chicos españoles que torean poco en España, allí se van abriendo paso. Y esa dicha la disfruté y la palpé durante muchos años puesto que fui parte activa de las ferias más importantes de las que me llevé recuerdos imborrables que, pasados los años, viven dentro de mí ser.

-¿Qué hubiera pasado de haberse quedado usted para siempre en Perú?

No puedo opinar sobre lo que no ha ocurrido; pero sí, de haberme quedado con toda seguridad hubiera ostentado el cetro de la torería de Perú puesto que, como todo el mundo sabe, allí me idolatraban. Me vine a España; en aquellos años había muchos proyectos que, entre cornadas a destiempo y el hecho de que falleciera mi apoderado, casi todo se nos vino abajo, pero nada importa porque han pasado los años y, como estás viendo, me sigo vistiendo de torero.

-¿Qué consejo le daría usted a los chavales que empiezan?

Que tengan mucha afición, perseverancia, constancia, dedicación, entrega, afán de superación y estar dispuestos para combatir toda clase de adversidad que puedan tener en sus caminos. Esta es una profesión muy difícil; son muchos los llamados y muy pocos los elegidos.


Carlos Escolar 'Frascuelo' un torero en todo momento

-Y dentro de esa “elección” que el destino ha hecho para con usted, imagino que debe ser muy satisfactorio que, sin ser lo que llamamos figura del toreo, haya estado tantos años en el toreo. ¿Qué siente al respecto?

La dicha inmensa de ser lo que llamamos un torero con toda la extensión de la palabra que, sin ser figura como tú dices, si me cabe el orgullo de sentirme torero y que los aficionados, durante tantos años, así me califiquen.

-Dentro de muchos años, cuando usted se haya retirado, ¿cómo le gustaría ser recordado?

Con algo muy sencillo. Fíjate que, si en cualquier parte del mundo, bien sea en España como en Perú, en Francia, donde fuere, que un solo aficionado dijera que Frascuelo fue para el toreo lo que Facundo Cabral para con la música, con ello me sentiría el más dichoso del mundo.

-Si le digo la verdad, no pide usted poco.

Como sabemos, Facundo Cabral era un ídolo para minorías, razón por la que me siento tan identificado con el maestro argentino que, como sabes, nos dejó un legado irrepetible.


-Maestro Frascuelo: Que se cumplan todos sus deseos, que su torería siga tan patente como ahora mismo y que dentro de mucho tiempo, con el permiso de Dios, sigamos hablando de sus logros artísticos. Que Dios le bendiga.

Fotos: Amandine Ségot

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