El maldito invierno se alinea con el infierno de estos gobernantes contra los aficionados a los toros. Es el momento de inventarios taurinos y relatos amables con que paliar la falta de buenas noticias, exceptuando las que nos llegan hallen del Mar Océano. Siempre he admirado la Historia de la Tauromaquia y creído que una página no cubre la anterior, sino que se extiende como una sola tira y se estudia en su total contexto sublime. Con esta definición los defensores de las corridas de toros nos damos cuenta de que, cualquier tiempo pasado fue mejor. Sirva de cataplasma este artículo: 
    
     En España se han programado multitud de obras escénicas con asuntos o personajes taurinos. La mayor parte de ellas corresponden a la época de más esplendor del “género chico”. Autores como Benavente, los Quintero, Arniches, Muñoz Seca, don Ramón de la Cruz y decenas más de famosos escritores y músicos de todas las épocas denotaron la influencia de los toros en sus obras. Desde “Pan y Toros” que ha cumplido más de 155 años de su estreno, a “Los niños de Juan Molina”, que se estrenó en 1.950, la relación es sorprendente y la publicación de sus títulos necesaria por cultura taurina y general reconocimiento de aquellos intelectuales, poetas, dramaturgos y novelistas aficionados  excepcionales a las corridas de toros.
     Los seguidores afectos actuales contamos con un formidable repertorio de películas de fondo o temática taurina desde la invención del cinematógrafo. El teatro ha perdido fuerza, al igual que la asistencia a las plazas por comodidad del público o anacrónica competencia con otros espectáculos. Las obras teatrales con temas taurinos fueron el centro de la escena española por propia razón de los  libros o necesariamente incluidas en escenas episódicas para mantener la moda del momento. La recopilación para su estudio lleva a un amplio catálogo poco claro y difícil de documentar. Al margen dejaremos, dos zarzuelas por estar publicadas en artículos hace poco tiempo, “El alcalde toreador” y “Pan y Toros”. Asimismo, tampoco creo que deba figurar la opera “Carmen” por no ser de origen español. “Pan y Toros”, zarzuela del maestro, Paquito Asenjo Barbieri con libreto de José Picón, estrenada en el teatro Principe, el 22 de Diciembre de 1.864 será la partida para el seguimiento de las piezas líricas, sainetes, zarzuelas, géneros chico, cómico y dramático que se desarrollaban con ambiente taurino reconocible. No se incluyen en esta síntesis las múltiples revistas, en las que solo, se trata el tema de pasada o en que simplemente, figuren objetos relacionados con los toros. Anterior a “Pan y Toros”, el año 1.850, se representa una obra sin consignar, “Toros y Cañas”, del fecundo autor, don Tomás Rodríguez Rubí. Esta pieza es poco conocida por estar oculta en la pirámide de libros escritos por este autor malagueño. No es lo mismo localizar una obra, sin distinción especial, oculta entre un centenar de libros del mismo poeta que un éxito rotundo del mismo escritor.
- “Pepe Hillo”, autor Ricardo Fuentes, música del maestro Cereceda. Estrenada en el
Teatro de los Bufos, el 1 de Octubre de 1.870. En ella aparece en escena la vieja plaza de Madrid situada en la Puerta de Alcalá, inmueble que no respetó el Marqués de Salamanca, en su loco afán de destrucción para ordenar el barrio que lleva su nombre. En un palco regio del teatro, entre el bullicio de la comparsa ruidosa, se asomaba un personaje caracterizado, nada menos, que del Rey, Carlos IV.
- Ricardo de la Vega presenta, “Novillos en Polvoranca”. Teatro de Las Variedades,
el 5 de Enero de 1.885. Francisco Asenjo Barbieri aún debía insistir en el motivo taurino y le correspondió a esta obra la nueva partitura, la penúltima de su vida.
- “La Gran Vía” de Pérez González con música de Chueca y Valverde, se
estrena en el Teatro Felipe, el 23 de Julio de 1.886. El actor José Mesejo hacia una representación de “El Tío Jindama”, revista taurina de mucha popularidad en aquellos años. En ese mismo teatro se celebra el estreno de la obra de Juan Matías, “El barbero de mi pueblo” o “La corrida de Beneficencia”, de Ricardo de la Vega y música de Chapí. Comedia en dos actos con sorpresa en el intermedio. El famoso empresario teatral, Felipe Ducazcal desde el escenario se dirige a la sala: “Respetable público: Ha llegado a mí, la noticia de que algunos envidiosos del favor que me dispensáis se encuentran aquí esta noche para prorrumpir en gritos, patadas y silbidos y comprometer así el éxito de la obra. Yo ruego al público sensato e imparcial que no se deje impresionar por tales manifestaciones y juzgue la obra según su elevado criterio”. El triunfo fue muy grande. La gente aplaudió a rabiar. El maestro Chapí, al compás de un bizarro pasodoble, recibió la ovación más grande de su vida. 
- Las obras líricas de sainetes, zarzuelas y entremeses con tema de toros se suceden
sin interrupción durante los últimos años del Siglo XIX:
- “La tarde de la corrida”, “El espada improvisado”, “Toros por lo fino”. De estas, la
última, alcanzó mucha popularidad y su partitura llegó a figurar en los catálogos de discos fonográficos.
     Una nueva sala se suma a la treintena de los que ya existían en Madrid, el Teatro Maravillas,  situado al principio de la calle Carranza.
- Cuartero y Reig producen, “Las Toreras”, en el Maravillas y “Un par de
banderillas”. La última no pasa del estreno. Esta mala señal no arredra a autores ni empresarios que insisten en el tema taurino como argumento teatral.
     El teatro de la Comedia anuncia la representación del drama lírico, “Comediantes y Toreros” del coreógrafo, escritor e interprete teatral, Ceferino Palencia. La figuración es extraordinaria ya que el autor frecuentaba los círculos de artistas y matadores de toros. En el mismo local, el periodista Carlos Frontaura estrena su comedia, “En las astas del toro”. El Eslava, teatro muy del gusto del público de Madrid, se rebosa en el estreno de la tragicomedia, “¡Eh, a la plaza!”. Algunas,  de cuyas frases taurinas tuvieron eco durante mucho tiempo como “chacarrillo”  repetido por los castizos.  En la última década del XIX, es extraño encontrar piezas sin referencia a los toros. Un dúo llamado, “Los Zangolotinos” representa una obra de Jackson Veyan y el maestro Fernández Caballero que comenzaba:
                                     Vamos a la plaza,
                                     Vamos al redondel,
                                     Porque somos más toreros
                                     que Frascuelo y Rafael. …
     La gente del “foro” celebra con entusiasmo la puesta en escena de, “El padrino del Nene”, música de Fernández Caballero y libreto de Julián Romea, en 1.896.
- “Agua, azucarillos y aguardiente”, del maestro Chueca, se estrena en el Apolo, el 23
de Junio de 1.897. Las vivencias de un picador es el tema central de la pieza, en la que se hacen graciosas referencias de la fiesta de los toros con un verso lleno de garbo original de Ramón Carrión, “Los arrastraos” de López Silva, Veyan y Chueca, en el teatro Apolo. Dos toreros grotescos llevan la comedia, “El Chancla” y “El Besugo”. Año 1.899. En una escena, el decorado representa la puerta de arrastre de la plaza de toros de Carabanchel. Fueron principales actores: La Pino (Joaquina), La Bro, La Vidal, Mesejo, Carreras, Duval, Gil y Ontiveros
- El Teatro Parish, después Circo de Price, presenta, en 1.900, un melodrama titulado,
“La Cortijera”, de Dicenta Paso y música del maestro Chapí. - La acción de la obra se precisa que sucede en 1.830. Toda la pieza se centra en los amores de un torero llegado a Madrid para tomar parte en una corrida Real.  Era una obra de las llamadas, de género mayor que no se pudo sustraer a la influencia reinante de ambiente taurino.