Cuenta la historia que una vez Enrique Vargas ”Minuto” hubo de dedicar una fotografía suya al maestro que le había enseñado a leer y escribir. La dedicatoria que el torero escribió en la foto fue la siguiente: ‘A mi querido y hadmirado maestro, fulano de tal, a quien debo el saber leer y escribir.”
Cuando el maestro leyó la dedicatoria claro que se molestó, como es natural, al darse cuenta de cómo andaba su otrora discípulo en ortografía.
Por Dios hombre le dijo el maestro al ver la dedicatoria, acaso yo le enseñé a escribir admirado con la letra hache?
Y el torero le contestó de inmediato: Mire usted, es tanto el afecto que le tengo, maestro, que todas las letras me parecen pocas para demostrárselo.
Una anécdota graciosa dedicada en particular a todos los maestros… sobre todo a aquellos que son taurinos.