Quienes vivimos en este hermoso país, ubicado en la mitad del mundo y, más aún, quienes hemos nacido en la ciudad de Quito, conocida más como la “carita de Dios”, añoramos de verdad lo que antes ocurría en esta ciudad con la fiesta del toro bravo pues, no solo significaba gran afluencia de visitantes de todos los países del mundo taurino, sino que significaban ingentes ingresos para las arcas capitalinas, que servía casi en su totalidad, para financiar las fiestas totales, de la capital ecuatoriana. Sin embargo, desde la malhadada consulta popular del 7 de mayo del 2011 en que se “extinguió” la fiesta taurina, cada día las fiestas son menores y, sobre todo, sin ninguna jerarquía. Nadie obliga a los ciudadanos a que les guste la mejor de las fiestas pero, lo único que siempre hemos solicitado, son respeto y libertad para que cada uno haga con su vida lo que a bien desea. Hasta que, llegaron estos “políticos izquierdistas de pacotilla” que, lamentablemente, les dieron fuerza a otros “tarados metales” como los animalistas y, todo cambió.

Han transcurrido muchos años que la tauromaquia ha sido perseguida por estos “mediocres aprendices de políticos” y de aquellos que creen ser los “honrados protectores de los animales”. Pero, pese a ello, los verdaderos taurinos de “hueso colorado” como se los llama en este hermoso país, han continuado cumpliendo con la actividad taurina, colocada en cuatro etapas, como lo señalé en un comentario anterior, ya que, todos esperamos que muy pronto, se cumpla aquel dicho antiguo de nuestros antepasados, “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”.

Para que todo lo señalado haya podido ser realidad, no solo se debe a la gran afición que existe en el aficionado taurino ecuatoriano, sino sobre todo, por el amor adicional que le han puesto quienes vivieron de cerca la fiesta brava y, que pese a que podrían dedicarse a sus actividades cuotidianas sin mayores esfuerzos, siempre tienen ese algo que dar, adicionalmente, para organizar los festejos de todos los sitios donde es posible hacerlo, para que bajo ningún motivo, la tauromaquia que tanto amamos, desaparezca. El año taurino comienza en Ambato, con la Feria “Nuestra Señora de la Merced”, en el mes de febrero – marzo, Organiza Citotusa, que fue quien organizaba también la feria de Quito pero, que por la falta de afición de los propietarios, donde existe una historia completa que alguien alguna vez la contará, permitieron que lo más grave ocurra. Pero, siempre son pocas corridas. Con buenos toreros, eso sí.

Continúa la fiesta brava en Riobamba, durante las fiestas del mes de abril y, casi siempre se ha visto importantes corridas de toros, con buenos toreros y buen ganado, en la feria taurina “Señor del Buen Suceso”, tomando en cuenta que, pese a lo frío del clima, siempre inician los festejos a partir de las 17h00 (hora de Ecuador), lo que, significa que muchos aficionados que no viven allí, no puedan trasladarse como hacia Ambato, por cuanto los festejos terminan muy tarde y, el viaje es un poco largo hasta Quito, sobre todo. Los riobambeños son grandes aficionados y, por esta razón, desde la no existencia de la feria de Quito, realizan una corrida especial al comenzar el mes de noviembre. Esta feria taurina es organizada cada año por Tauro Producciones, que manejan los hermanos García, conocidos ganaderos de la localidad.

A partir de esta fecha, son varios los festejos que se realizan en lugares como Tanicuchí, Valencia, etc. Y, en forma especial, la fiesta del aficionado práctico y muchos festejos que, en forma privada, se cumplen en varias provincias del país, ya que, luego de la malhadada consulta del 2011, de los 210 cantones, en 98 si se pueden organizar festejos taurinos a la usanza española, es decir, donde se puede matar a los astados en la arena de la plaza. Especialmente, la pequeña feria en la ciudad de Machachi, que organiza el matador de toros ecuatoriano Guillermo Albán, en su pequeña placita portátil.

Y, es el mes de noviembre, donde se realiza la feria taurina en la ciudad de Latacunga, donde siempre son llenos completos, por la calidad de los toreros que son contratados y, la calidad del ganado que se lidia a muerte, en esa localidad, cercana a la ciudad capital de todos los ecuatorianos. Rematándose como todos conocen, con la feria sin muerte del animal, en la hermosa placita Belmonte, ubicada en el centro mismo de la parte colonial de la ciudad de Quito. Este remate de luces, lo organiza el matador de toros, ganadero y empresario José Luis Cobo.

Estamos a dos meses de las nuevas elecciones presidenciales y de asambleístas en el país y, mediante la voluntad de Dios, que todos conocemos que es taurino, los millones de gentes inteligente que sí existen en el país, confiamos que nuevos políticos, diferencien las palabras respeto y libertad, lleguen al poder y, una vez más, todos los ecuatorianos podamos volver a vivir en libertad que, es lo único que los mediocres actuales no lograron entender. Como decimos siempre los taurinos, “que Dios reparta suerte”.