Llegó el señor Ortega Cano con la Yerbabuena, y comenzó todo a cambiar; sobre todo cuando salió el encastado quinto... un gran novillo que fue bravo para el caballo y noble en su embestir, que además tuvo una maravillosa clase y calidad; sin embargo la inexperiencia de David Mora le hizo no estar a la altura de este magnífico ejemplar de consagración.

Con la capa, el joven Mora dio verónicas... aguantando la poderosa embestida del astado, lances de cadenciosa alegría, que fueron recortados con una soberbia media. Hubo otro quite... también con lances que fue superior. Las cosas, hasta ahí... iban muy bien.

En banderillas... Félix Jesús Rodríguez, hizo lo propio y lo llamaron a saludar en el tercio.

La asistencia entusiasmada, porque todo iba hacia arriba, espero con cariño la faena de David, faena que prologó con pases por abajo, que no acabaron de mandar sobre el camino del novillo. Entonces aparecieron los naturales... sí muy ceñidos, pero faltos de buen gusto, a pesar de la clase y calidad del novillo.

David Mora... le ordenó a la mano diestra trazar una serie que... fue templada y sentida, pero... después todo comenzó a desmoronarse, y a las series que le siguieron estuvieron faltas de sitio y ligazón, desaprovechando al extraordinario novillo de la Yerbabuena... que era un Jardín (así se llamó) de buen porvenir.

Se fue por derecho y sepultó una estocada entera trasera que no logró hacer sucumbir de inmediato al burel, pero que sí impactó en las bondadosas conciencias de los aficionados, las que, una vez que cayó a la arena Jardín -el que fue ovacionado en su arrastre-... obligaron al señor presidente (juez de plaza) don Manuel Muñoz Infante que obsequiara una oreja, que deseamos no vaya a equivocar a David Mora.

Y es que a lo mejor el señor presidente se sintió presionado, porque David en su primero, dejó algunos momentos aislados... que fueron, por ejemplo, buenos en los lances a la verónica... en un quite a medias con la gaonera –porque citó ya con el capote atrás de su espalda-; y finalmente, de todo su quehacer con la tela roja, sólo destaca una serie por el lado izquierdo, y un espadazo entero. Tampoco hubo unidad en su exposición torera.

Andrés González... no pudo convencer al público. Mostró que tiene cualidades, pero eso no es suficiente. Estar seguros que promete un muchacho... no es sinónimo de cumplir y edificar una carrera. Está muy verde para haber venido a tan importante compromiso y pasó sólo lista de presente.

Otro que pasó lista de presente y pareciera que se le fue la vida taurina por falta de argumento, es Israel Lancho. Con 25 años y sin haber demostrado que puede lograr consolidarse como una importante promesa, ya debe pensar en otras cosas que le llenen su vida.

No dudamos que pueda ser un gran hijo, un estupendo amigo, un ejemplar ciudadano, pero ser torero... es otra cosa, para la que parece no ha sido llamado.

Pero lo bueno ha sido esa infusión de Yerbabuena que nos volvió a dar vida y fe, haciendo notar con hechos, que las cosas pueden cambiar y retomar el buen paso. Porque los novillos de José Ortega Cano, que estuvieron bien presentados, aunque flojos, fueron buenos en líneas generales, y salvo el tercero que devolvieron por inválido, siendo sustituido por un cumplidor utrero de El Cahoso, los demás pudieron dar una tarde importante a los actuantes, si ellos... los tres novilleros, hubieran tenido mayor fundamento. El quinto fue estruendosamente ovacionado en su arrastre.