Uno presencia la manifestación de los afectados del barrio de El Carmelo en Barcelona por la televisión y le asalta de inmediato una pregunta ¿dónde están?. Naturalmente que no nos referimos a los dos centenares de personas que se aprecian en la imágenes, sino a todos aquellos que faltan.
Con sus pequeñas pancartillas, ajenos a los medios necesarios para hacerlas de mejor manera y proporción, pero con su rabia a cuestas. Vagan por las calles como almas en pena sin más apoyo que el de sus propias fuerzas, que se adivina que solo les quedan para sujetar esas pancartas asidas a una tabla, cual náufragos en la más absoluta soledad en medio del océano.
Y no cabe mas remedio que preguntarse ¿dónde están?. Dónde están esas masas perfectamente organizadas que acompañan las miles de manifestaciones que se han celebrado en España, incluidas Cataluña y Barcelona, a lo largo de los últimos años. ¿Dónde están?.
Colectivos siempre dispuestos a manifestarse, a asaltar las calles para exigir, para pedir, para insultar, para romper, para reivindicar, para clamar, para reclamar cualquier clase de justicia o vaya usted a saber, ¿dónde están?. Uno echa de menos a los múltiples colectivos que existen y que han hecho de la manifestación casi su medio de vida. Y de nuevo hay que preguntar, ¿será que los damnificados de El Carmelo, tienen la lepra?. Habrá que buscar una razón, pues no es posible encontrar más soledad en esta injusta posición en la que han quedado estas sencillas gentes por el único delito de vivir donde vivían.
¡¡Cuidado que hay colectivos!!, pues ninguno manifiesta su apoyo sacando a las calles sus bases, sus militantes. Sabido es que la derecha es conservadora y poco dadas a estas cosas y no sale a apoyarles, pero y los sindicatos, -que parece que no saben hacer otra cosa- y los ecologistas, y los partidos de izquierda, -especialistas en tiempos de acoso a los problemas de la derecha- y las asociaciones de vecinos tan beligerantes ellas, y las ONGs, y los llamados miembros de la cultura, y tantos y tantos otros que se movilizan de inmediato cuanto que hay un vuelo de una mosca, ¡dónde están?. Estas gentes de El Carmelo ¿no sufren lo suficiente para mostrarles de forma expresa y en la protesta en la calle su adhesión?. Pues parece que no.
Y si no se hace, ¿es pura casualidad o coincidencia de tener las fechas ocupadas con otras manifestaciones?. Pero si hace tiempo que no hay ninguna y para una que hizo la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Madrid, se les pusieron de uñas todo el gobierno y nos llamaron fachas a todos los que fuimos. Entonces ¿qué pasa aquí?. ¿Acaso era más problema el Prestige, producto de un accidente y que a lo más, se pudo gestionar mejor, pero accidente al fin?. Aquí, además de un accidente, existe a todas luces una actuación real de un proyecto cuya responsabilidad descansa en una actuación política. Existen indicios de negligencia en la construcción del túnel e incluso la decisión de desviar el recorrido previamente establecido. Todo eso son decisiones que alguien tuvo que tomar. En el Prestige, sólo había que hacer frente a un problema sobrevenido.
En ese caso del Prestige, como en tantos otros, una diferencia es clara: quienes políticamente estaban o están al frente del problema. Habrá que quitarse la venda. Señores de El Carmelo, para recibir apoyo en las calles y gritar hasta la saciedad “nunca mais”, ustedes tendrían que haber tenido la suerte -dicho en sentido figurado- de que el gobierno fuera del PP. Esa hubiera sido una garantía para recibir el apoyo de tantos colectivos que hoy les tienen olvidados. Sin esa garantía, no hay nada que hacer. A las pruebas nos remitimos. Ni hay sensibilidad ni solidaridad, aquí, en su caso, no hay nada de qué protestar. Más fácil lo hubieran tenido si sus casas estuvieran ubicadas en Madrid. ¡¡Menuda se habría armado!!.
Uno que como bandera defiende los principios que la izquierda quiere patrimonializar, encuentra en esta cicatera actitud de tantos colectivos un motivo para dudar. Hay que estar con quien te necesite, hay que apoyar las causas justas con independencia del color de a quien hay que reclamar. Todos esos colectivos que hicieron la calle su hogar en estos años de atrás, no son de fiar; son simplemente martillos para golpear en aras de cualquier causa, no por justa, sino por su interés. Y si no fuera acertado lo que escribo, con la gente de El Carmelo tendrían que estar. Si no están no es culpa del que esto escribe, sino de la posición que ellos quieren adoptar. Será legítima su posición, pero permítanme que dude de su imparcialidad.
Yo que lucho por cuanto creo es menester defender, como hombre de convicciones de izquierda, pero alejado y odiando la arbitrariedad, rechazo y denuncio esta situación de soledad que a ustedes les va a tocar padecer. Tengan mi apoyo, mi afecto y la seguridad de que ser de izquierdas no es bueno en sí mismo, al igual que serlo de derechas; lo que es bueno es saber estar a la altura de las necesidades de los demás, cuando además son producto de la injusticia de las estructuras de la propia sociedad. Y malo, por ende, vivir de espaldas e ignorar los problemas cuando afectan a las siglas a las que dices defender. De ahí el grito ¿dónde están?.
