Digital Plus, el monopolio de Polanco, sigue queriendo acaparar todo cuanto toca. Que si ahora las emisoras de radio, que después la televisión digital; que si ahora las editoriales de los libros de texto, que si más allá una televisión como Localia y así, hasta el infinito. Cierto es que goza de todos los plácemes como nunca ha tenido organización empresarial alguna y es que, da igual que gobierno tengamos, ellos siempre sacan tajada.

Ahora toca el turno, según última decisión del gobierno, de dar por bueno el “antenicidio”, que fue aquél que permitió que se quedaran con las emisoras de radio de Antena 3 y que tras larga lucha judicial una sentencia del Supremo les obligaba a devolver. Ni el Gobierno Aznar se lo hizo cumplir, a pesar de la insistencia del Supremo, ni el Gobierno Zapatero ha querido dejarlo suelto. En una maniobra artera, deciden que lo mejor es legalizar el expolio y así se resuelve el problema que sentenció el Supremo. Una ley nueva y todo para Polanco. Desde nuestra humildad editorial, nos sumamos a los que protestan por el abuso manifiesto que ello supone, colándolo de rondón en una ley que permite ampliar cadenas de televisión analógica sin ninguna lógica. ¿Para qué si vamos camino de la televisión digital?. Muy sencillo, para permitir que canal plus pueda hacerlo en abierto y que Localia se constituya como otra opción nacional. Así de sencillo. Un pluralismo en toda regla este que permite la concentración del 50% de las emisoras de radio en una sola mano.

Por cierto, todas estas medidas monopolizantes nunca son contestadas por la progresía andante, pues no en vano estos beben en las fuentes del polanquismo y, naturalmente, desde ahí no hay críticas para el chollo empresarial. Aquellos que consumen información en los medios de Prisa, son los que menos prisa tienen siempre en detectar y detestar los movimientos que van en contra de la libertad y el pluralismo.

Con este panorama, no es extraño que campen a sus anchas y una vez deshecha la competencia digital -por cierto, única decisión de Aznar que no criticaron ni ellos ni la izquierda “vigilante” de los derechos de los consumidores- puedan ir imponiendo su monopolio a base de “diálogo y talante”. Ahora les ha tocado el turno a la hostelería. Desde el pasado miércoles, Digital + ha desconectado la señal de su servicio de "taquilla" a un total de 12.289 bares de toda España por lo que ya no podrán emitir los partidos de Liga. La Federación de Hostelería (FEHR), naturalmente, considera que abusan de su monopolio y recomienda que se den de baja a sus asociados.

Para mí que todo es más sencillo. Es el problema del monopolio tan perseguido de siempre por la progresía, excepto cuando éste pertenece a sus amigos. O quién sabe si decir mejor, sus mentores. Los bares y restaurantes, desde siempre, -yo me acuerdo de cuando era niño y no había televisión en la casa de mis padres- han utilizado los aparatos de televisión como reclamo para la captación de clientes. O, simplemente, como un servicio más a la clientela. Ambas cosas son legítimas y, según mi criterio, ajenas a derechos sobre sus emisiones. Si así fuera, habría que cobrar por encender el televisor y no solo por ver partidos de fútbol. ¿Acaso el otro día ha pretendido Telemadrid exigir derechos por la retransmisión de las imágenes del voraz incendio del Windsor en Madrid?, pues estaba puesto en todos los bares mientras las gentes desayunaban; incluso con un seguimiento mayor que un partido. La diferencia está en el monopolio del fútbol, que por aquello de no incordiar al poderoso Polanco y sus medios le fue cedido, como digo, por el anterior Gobierno. Repito, sin que por ello se hiciera manifestación alguna. ¿Quién la iba a promover si El País y la Ser no protestaban?.

Los asociados en la Federación de Hostelería tienen una opción que deberían utilizar si fueran capaces de ponerse de acuerdo aunque sea difícil al no ser un monopolio. Bastará con que evalúen y den valor a sus mesas y mostradores. Es decir, a sabiendas de que en sus locales se hacen negocios, algunos de primerísimo nivel y de gran importancia económica, utilizándose sus mesas como lugares de trabajo y reunión, deberán de exigir un canon por ello. La factura admitiría un desglose: tanto por comer y tanto por alquiler de local para relaciones comerciales y de negocio. Para ello bastaría con que vigilantes y camareros pudieran discernir si están hablando de fútbol, de toros, de cine o de negocios. Cuando de negocios se tratase, se fijaría una cuantía como compensación al establecimiento por cesión de su mobiliario para despacho, oficina o sala de reuniones. Seguro que al Sr. Polanco y compañía, les dolería rascarse el bolsillo por ello. Pues también son derechos. ¿O no?, ¿sólo los suyos?.

Si hablaran esas mesas y mostradores y dijeran cuántos seguros, negocios, contratos, y demás relaciones comerciales han tenido que compartir, seguros estamos que se echarían a temblar todos estos magnates que nada mas que entienden de sacar ellos tajada de todo cuanto tocan. Ya saben los hosteleros, ahí tienen una oportunidad para acallar a los bocazas devoradores del monopolio. Puestos a regular el libre comercio y negocio de los servicios que se prestan, yo estoy convencido que la hostelería tendría algo que decir. Anímense y digan algo, para que todo no lo diga el Sr. Polanco.