El Relicario es una plaza de toros con cupo para cinco mil asistentes que hace 29 años, el 19 de noviembre, José Ángel López Lima regaló a la afición de Puebla. ¡Atención! El obsequio fue a la afición, no al gobierno ni mucho menos a quienes ejercen como funcionarios. El gobierno sólo la resguarda.
Desde hace casi 10 años que la plaza de toros la tiene sentenciada, sin embargo ni para Dios ni para el diablo: ni la tiran, ni la dan en concesión.
La última corrida se realizó en mayo del año pasado. En mayo de 2017 durante la feria, se organizaron lucha libre, jaripeo y acrobacias en motocicletas, las corridas se fueron a un centro de espectáculos que acondicionaron para tal, el lugar resultó impropio para corridas de toros.
Una vez comprobado que ni los dueños de Acrópolis quieren ofrecer toros, ni al público le gusta asistir, el gobierno no tendrá ningún inconveniente en soltar El Relicario a un empresario que pueda y quiera organizar festejos taurinos.
Devuelvan El Relicario a la afición poblana
Ahora es el momento de empezar a calentar el ambiente, ofrecer unos festejos antes de la feria mayo 2018. Las corridas de toros no sólo son cuestión de cultura y tradición, son generadoras de una buena derrama económica y la gente tiene necesidad de dinero.
Puebla necesita resarcirse de las heridas sufridas por el festival realizado el pasado sábado. Los organizadores incumplieron lo que ofrecieron al público. Un festival cuyas utilidades iban a usarse para ayudar a los damnificados del terremoto pasado, resultó lo opuesto, generó pérdidas y un petardo ante matadores, subalternos, ganaderos y, sobre todo, a quienes pagaron boleto.
El festejo inició con hora y media de retraso, sólo se lidiaron tres de los siete que anunciaron. Se suspendió, se presume falta de pago de gastos a toreros (honorarios no cobraron) y pago a los ganaderos.
El novillero José Arreguín (integrante del cartel) y Carlos Hernández, su padre, organizaron el festival. Se desconoce si hubo alguien más en la empresa.
José Ángel López Lima y su esposa estaban como espectadores en ese festival. Cuando me acerqué a darle la enhorabuena por el cumpleaños de El Relicario me dijo: qué diferencia con lo que sucedía en El Relicario.
En ese añorado coso se realizaba la fiesta de otra forma, claro que hubo tardes en que las cosas no se dieron bien pero al menos se sabía a quién reclamarle.
Los festejos de viernes por la noche, ahora en boga en todo el país, se iniciaron justo es esa plaza, fue una aportación de López Lima. Los primeros con poca gente, fue subiendo la audiencia hasta que en una novillada, mano a mano entre Luján y El Solo, se llenó de bote en bote.
Innegable el periodo vergonzoso del coso de Los Fuertes, la época que lo administró José María Arturo Huerta, de 2005 a 2011, todo el sexenio del góber precioso. Ante los abusos del mencionado ganadero muchos taurinos dejaron asistir.
No obstante la plaza cubrió toda una época de la vida de la ciudad de Puebla, quienes fueron de niños en la tarde la inauguración ya tendrán hijos. Toda una generación, una parte importante de la historia de la Angelópolis.
Así que es tiempo de echarlo a andar, el recinto taurino tiene cartel, le da nombre y publicidad a Puebla, los taurinos disfrutan su estancia porque es una plaza de toros; es funcional, bien ubicada, debe sacársele provecho al menos todo 2018 que el gobierno actual estará en funciones, hasta alcanzará para festejar las tres décadas.
Al parecer no sufrió ningún daño con el terremoto de septiembre, el área de protección civil del gobierno podría certificarlo.
No hay necesidad de plazas portátiles, sólo elegir con cuidado una empresa para que la plaza vuelva a tener vida. La afición exige su plaza, Gobernador Tony Gali, devuélvanos El Relicario.
Foto: internet.