Llega el verano y llegan los toros, las ferias más populares y populistas. Superado Madrid, que hace tanto ruido social como el que imponen tantos días de festejos, empiezan a aparecer los carteles de las ferias que quedan por delante. Con el ruido de las ferias aparece también el ruido de los contrarios a ellas, gente de la que ya sabemos que se camufla, que quiere mostrar su amor por los animales pero que realmente lo que sienten es un odio intenso y peligroso por quienes defienden y disfrutan con la fiesta de los toros. Lo he dicho más veces y lo voy a seguir diciendo: las declaraciones de antitaurinos, ya por la vía particular de las redes sociales, ya desde las asociaciones que se han formado con el fin de terminar con los toros, están dando claras muestras de odio y practican una actitud muy parecida a la que en otros tiempos practicaron los militantes de ETA, que alentaban el asesinato de aquellos/as a los que habían considerado personas non gratas. El hecho de que haya gente que publique su alegría ante la muerte de otras personas por morir haciendo algo que a esa gente no le gusta, o simplemente por morir, es preocupante y denunciable porque implica una puesta en riesgo de la integridad de los sujetos que están en la diana.
Sabemos que hay asociaciones protaurinas que están trabajando en el campo de denunciar estas atrocidades y que en algunos casos ya se han logrado acciones judiciales contra algunos individuos concretos. No tanto contra las asociaciones antitaurinas que les dan cobijo, ideología e infraestructura. Pero ha sucedido ya en cuatro casos: los tres toreros muertos en tiempos recientes y el del niño enfermo que quería ser torero y falleció por su enfermedad. En todos ellos se han generado comentarios ofensivos y de dudosa legalidad. La muerte de Iván Fandiño ha demostrado que esa tendencia sigue en boga, que los aficionados y oficiantes del toreo somos puntos de mira de personas que nos desean la muerte y que la celebran cuando sucede ¿No es terrorismo? ¿Y la gente que lo defiende, no hace apología?
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Y sin embargo, en lo que a asociaciones se refiere, no solo nadie les para los pies sino que además se subvencionan ¿Cómo? ¿Desde dónde? No me queda claro pero hace ya años que pudimos ver, por ejemplo, como durante la feria de la Semana Grande Donostiarra estas asociaciones se anunciaban en los autobuses urbanos de la ciudad, algo que la mayoría de pymes del país no puede hacer por motivos económicos y de otra índole. Carteles parecidos ha habido en las estaciones del metro de Bilbao en el mes de mayo.
Hoy, sin ir más lejos, llega a mi móvil un vídeo en el que un portavoz (le llamaremos así pese a su mala dicción, su incapacidad sintáctica, falta de oratoria y la desestructuración del mensaje) las Juventudes Comunistas de Úbeda, se convoca a la gente a una manifestación antitaurina. Es de todos sabido que ni el Partido Comunista ni ninguno de sus partidos satélites ha sido nunca un ejemplo de democracia. Uno tuvo la suerte (digo suerte porque todo en la vida ha de ser una experiencia) de tratar con gente de las JCR (Juventudes Comunistas Revolucionarias), las JAR (Juventudes Andaluzas Revolucionaria) y otros colectivos revolucionarios y puede afirmar que el sistema de mando se desarrollaba al más puro estilo estalinista; metan entre estas asociaciones si quieren a todas las que desde la izquierda se formaron alrededor de bandas terroristas y que también provenían del comunismo revolucionario. A las que se encontraban en este lado, se las ilegalizó.
Pero claro, no se puede exigir al Partido Comunista (si es que existe hoy en día algo con esa denominación), ni a sus juventudes que no convoquen una manifestación contra los toros. Sin embargo sí que se les puede hacer como se les hizo a otros en el pasado, obligarles a condenar determinadas declaraciones y hechos. Hasta que eso no suceda, ninguna organización antitaurina debería poder ser subvencionada y ningún partido político debería apoyarlas, ni convocar actos que vayan en contra de los derechos legítimos de la humanidad.
Pero su terrorismo no termina aquí. Su terrorismo se pretende ejecutar también hacia un animal al que se le niega la existencia ¿Por qué? Tal y como dice la foto, tomada no hace un mes en el metro de Bilbao, el toro no merece que le quiten la vida los toreros. Pero parece ser que sí se merece que lo genociden aquellos que se llaman sus defensores. Doble terrorismo taurino.
