S.I.17.- La invitación se sostuvo durante todo el festejo, pero no dirigida siempre al mismo, pero todos contestaron igual: Yo no bajo. Ya en sí misma esta invitación repetida y contestada de igual modo, dice bien a las claras que quienes estaban allí abajo, en la arena, no estaban precisamente de merienda, ni de fiesta alguna, aunque si estaban allí para interpretar la propia Fiesta, la que se escribe con mayúsculas.

Si en los tendidos terminó por hacer frío de verdad, el ruedo se sentía caliente, muy caliente, por la propia verdad que allí tenía lugar. Las dos horas y media de festejo transcurrieron bajo la tensión que supone el ver en peligro constante a los protagonistas del festejo. Y aun cuando han habido fallos, como no podía ser de otro modo ante los oponentes que tuvieron enfrente, cierto es también que surgieron momentos de emoción y de mérito que fueron reconocidos por el público y la afición.

Robleño, Castaño y Venegas se han enfrentado a un encierro complicado, que no han dado ninguna facilidad a sus matadores, quienes, por cierto, han matado muy malamente. Se han entregado, a veces más allá de lo que se podía esperar, logrando los aplausos de un público cautivo de esas sensaciones que se vivían como de que los toros esperaban y cuando esperaban no era el autobús, esperaban a los de luces que tenían delante.

No se confundan creyendo que ese muletazo de Robleño era a uno de Juan Pedro

Robleño tuvo una pelea aguerrida con el cuarto, merecedora de más premio de no haber fallado con la espada. Venegas ha sido volteado en los dos de su lote y ha sacado algún muletazo estimable al sexto que, a la postre, ha sido el mejor. La conclusión final es que nunca vemos delante de estos toros complicados a ninguno de los toreros que nos dicen siempre los revisteros que son poseedores de una gran técnica. Nunca lo vemos ni lo veremos, ya que a la mesa de los ricos no se suele servir el pan duro.

Dicen, y es verdad, que los toros de Cuadri son los más difíciles de banderillear, prueba de ello es que contrastados banderilleros han fallado en lo que mejor hacen. Citemos a un David Adalid totalmente desconocido, a Marco Galán, incluso Fernando Sánchez, sí el de las patillas, ha fallado en una de sus entradas. Para quien no lo recuerde les diremos que no hace tanto esta cuadrilla protagonizó el hecho insólito de dar una vuelta al ruedo en Madrid por sus propios méritos y llenaron sus casas de trofeos. Pues hoy los pupilos de Cuadri se lo han puesto muy difícil. Pero  no vamos a olvidarnos que Sánchez hubo de saludar tras rectificar su fallo.

‘Yo no bajo’ es la frase favorita de los espectadores de hoy, pero lo malo, y es uno de los problemas de la Fiesta, es que la dicen también los profesionales encopetados, quienes tienen la responsabilidad de mantener todos los encastes. Sería la única manera de medir a todos por el mismo rasero. Con otro ganado seguro que muchos se animarían a bajar. Entre tanto, y con lo de hoy, les digo también que ‘Yo no bajo’.