Una vez más, Morante bordó el toreo en la plaza México.
El pasado domingo, realizó una gran faena a un teofilito, bobo, carente de bravura con apariencia de novillo, lo que se entiende un medio toro. Peregrino, que así se llamaba el pueril animal, fue pitado cuando salió al ruedo por su pobre apariencia.
A los despojos del teofilito les dieron arrastre lento, no importó que el supuesto toro careciera de emotividad y que, prácticamente, no lo picaran. Existen novilladas sin picadores, ya pronto habrá corridas sin picadores. Irremediablemente avanzamos hacia el toreo de salón.
Lo grave es que a pesar del medio trapío y la ausencia de bravura, subieron los bonos del hierro de Teófilo Gómez, el medio toro que tanto gusta en La México lo seguirán exigiendo las figuras. Por si fuera poco Adame, en su encerrona del lunes, desorejó a otro Teofilito con las mismas características.
Morante en La México un día antes de su más reciente faena
Regresando a la faena Morante, éste estaba de vena, con ganas, relajado; quizá por el insignificante trapío del animalito, el andaluz debió sentirse como si estuviera en un festival, pero vestido de luces, eso sí, bien pagado.
Han sido varias las faenas importantes de Morante en La México.
Lo recuerdo hace como 10 o 12 años con un novillito de regalo de Julio Delgado. En 2008, en el mano a mano con El Pana, realizó una labor importante con un toro de Manolo Martínez, al que primero sometió y después cuajó.
La tauromaquia de Morante va más a allá del pellizco, es un diestro que tiene poder en la muleta y valor del bueno, sin aspavientos; sencillamente, cuando aflora su exquisito toreo, opaca todo lo demás.
En noviembre de 2012 logró algunas series de naturales sublimes a Chayote, un novillo de la ganadería San Isidro. Tuvo valía porque nadie esperaba algo, no se veía por dónde. El de la Puebla del Río empezó a torear al débil animalito por el lado derecho, sin que nadie imaginara lo que podría venir tomó la muleta con la mano izquierda, de la nada surgieron algunos sublimes naturales que nos levantaron del asiento, olvidándosenos que el isidreño era un adolescente con sangre de atole.
¡Vivimos un orgasmo taurino! Fue mi comentario televisivo, el apunte me valió para una invitación a un programa radiofónico en el que hablaban de sexualidad.
Siempre existe la ilusión de ver a Morante aunque sea con esos toritos.
Con la faena de ayer, vino a inyectarle vitalidad y movimiento a la fiesta taurina mexicana. Porque independientemente de lo que sucedió en el ruedo del embudo de Insurgentes, en las redes sociales discuten los aficionados, que si dos orejas fueron el justo premio, que si el rabo, que si era un novillo, que ahora todos son morantistas, en fin, dicen de todo, lo que resulta benéfico para la fiesta mexicana.
José Antonio Morante Camacho, con 37 años de edad y 19 de alternativa, conmocionó a los aficionados que se dieron cita en La México, la mejor entrada de la temporada, medio numerado. A través de la televisión no se vive la faena con la misma intensidad de quienes están en la plaza, es más fácil conservar la calma, analizar, a pesar de que los narradores tratan de manipular; sin embargo, sí logra captarse lo que sucede en el ruedo.
Fueron tres corridas de la feria guadalupana, quienes asistieron el sábado a la plaza se llevaron un chasco, porque suponían que lo de Santa María de Xalpa iba a tener bravura y fuerza, no obstante, ni lo uno ni lo otro, los cinco que se lidiaron (hubo uno de La Joya) fueron pitados en el arrastre. No suele ser así lo del encaste Parladé.
Lo mejor de la feria corrió a cargo de Morante de la Puebla, bajaron las musas, se asomaron los duendes, se alinearon los astros, lo que usted quiera, el caso es que el coleta español cuajó faena y media a medio toro.
Foto: Jaime Oaxaca.