A nadie se nos oculta que en breves días tendremos elecciones generales en España. En concreto, el día 20, millones de españoles pasaremos por las urnas para decidir quiénes serán nuestros nuevos representantes, para el Congreso y el Senado, en la próxima legislatura.

Elegir es una de las razones de la democracia, otra es no discriminar o prohibir

Por supuesto que elegiremos libremente, pero elegiremos. A la hora de elegir entrarán en juego convicciones personales, compromisos sociales, ideas sobre la nación, conceptos sobre unidad, religión, sanidad, educación y un sinfín de valores que intentaremos que nuestros futuros representantes atesoren y defiendan. Esa es la democracia, tener la oportunidad de elegir según tus ideas y conciencia.

Entre las diferentes opciones que se nos ofrecen o niegan por las distintas candidaturas y sus candidatos, una estará relacionada con una de nuestras aficiones, los toros. No todos piensan lo mismo, lo que es legítimo, pero no todos respetan igual, lo que resulta ilegítimo. Nosotros, curiosamente, legitimaremos nos nuestros votos a quienes piensan actuar contra nuestros deseos.

Es cierto que a nivel de Comunidades o Ayuntamientos les ha resultado más fácil abusar de su posición para inclinar la balanza, ilegítima por antidemocrática, hacia la persecución o directamente la prohibición de la celebración de los festejos taurinos. Ser democrático no es abusar de las posiciones dominantes por aquello de las mayorías, muy al contrario, ha de representar el respetar las ideas de todos. La mejor manera de cumplir con esa máxima democrática es no impedir, y mucho menos prohibir, aquello por lo que no nos sentimos atraídos.

El derecho a elegir, en todo y no solo en unos comicios de carácter político, es poder decidir ciertamente con tu elección. Toca afinar a los aficionados a los toros a la hora de emitir su voto. A la Fiesta le quedará lo que le quede pero ese término no debe quedar sujeto al capricho de determinadas fuerzas políticas. En esas estamos cuando el día 20 acudamos a votar. Puede que el tema taurino no sea la máxima prioridad, pero no debemos olvidar a quién o quiénes les damos gratis la llave para cerrar.

Elecciones es en sí mismo una opción en el día a día. Elegimos la bebida que nos gusta beber, el cine que nos gusta ver, la prensa que nos gusta leer, las ciudades o países que queremos visitar, la educación a dar a nuestros hijos, el modo de pareja que más nos gusta tener y, por supuesto, aquellos espectáculos a los queremos acudir. Y todo, sin interferir para nada en lo que quieran hacer los demás. Parece muy claro, pero hay quienes pretenden que no sea así, que quieren hacer las distintas elecciones por nosotros.

Incluso en nuestra afición, la Fiesta brava, elegimos las ganaderías que nos gustan más, los toreros que más nos apetece ver, las suertes del toreo o la lidia con las que más disfrutamos, y todo a sabiendas que el que se sienta a nuestro lado en el tendido puede tener otra idea o gusto sobre lo mismo que estamos viendo los dos. Eso es democracia, no cabe mayor respeto por la libertad de todos. Sin líos, sin peleas, sin alteraciones del orden público. Así sucede cada día en las plazas de toros.

No todos los espectáculos pueden decir lo mismo sobre el respeto del espectador cercano, del contrario a tus gustos. Qué lejos están los que gustan de El Fandi con los que gustan de Urdiales; qué lejos los que recuerdan a Curro Romero o El Cordobés; cuán lejos los que se emocionan con el toro de Miura o Victorino y se aburren con el de Juan Pedro o Garcigrande por poner unos sencillos ejemplos. Pero elegimos libremente, lo mismo los de unas ganaderías como los de las otras, los que gustan de unos toreros u otros.

Elecciones hay todos los días, pero han de basarse en el respeto por lo que les gusta a los demás. El día 20 hay algunos candidatos que no respetan nuestra afición. A recordar.

Ilustración de convocatoriacivica.info