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El miedo es un sentimiento que, en algún momento hemos sentido todos.
En el mundo taurino el miedo es, a la larga y a la postre, el enemigo a vencer y puede tener varios nombres; miedo al fracaso, a no estar a la altura de las circunstancias, a las heridas, a la muerte, etc.
Los toreros están acostumbrados a luchar contra todos sus miedos tarde a tarde y a vencerlos mientras que, el resto de los seres humanos, lidiamos como podemos con ese sentimiento que, de una forma u otra, se presenta en nuestras vidas.
Pero, parece evidente que; cuando el miedo nos llega de las altas esferas del poder, simplemente no podemos o no sabemos cómo enfrentarlo y terminamos por agachar la cabeza y consentir que, se nos quiten derechos inalienables, sin oponer resistencia.
Parecería que en Ecuador se ha encontrado la fórmula perfecta para derramar el miedo entre los ecuatorianos y no ha sido otra que, la de callar las voces que podrían alertar y despertar a un pueblo, evidentemente aletargado, casi se podría decir que, paralizado; por el miedo.
Más o menos en esas fechas, allá por el año 2010; en una reunión de periodistas y cronistas taurinos, cuando se anunció la prohibición de la difusión en vivo de las corridas de toros en el país; indicamos que esa era únicamente la punta del Iceberg, que era la “prueba” para comenzar a restringir libertades.
¡Nadie nos creyó! Y qué lamentable es, ¡haber tenido boca de profeta!.
Este verso del cantautor argentino Piero, describe con claridad meridiana el porqué se comenzó callando la prensa taurina para luego crear, lo que se conoce como “Ley Mordaza”, para pasar más tarde a, “importar” activistas de distintas profesiones desde Cuba.
“Estudiar era un pecado
clandestino era el saber,
porque cuando el pueblo sabe,
no lo engaña un brigadier”.
Cronológicamente diríamos que: se comenzó prohibiendo la difusión radial y televisiva de las corridas de toros, se continuó aprobando una ley de medios restrictiva y coactiva, una ley que se basa en ese sentimiento que tantos réditos está dando a un gobierno que graciosamente y cada vez más; muestra a su vez sentirlo profundamente, el miedo.
Se calló inicialmente a la prensa taurina y como nadie reaccionó, tomaron coraje y callaron (siempre con apariencia de legalidad) la prensa opositora; se incautaron medios para ser usados en bien del gobierno, se intervino en las universidades y la lista se prolonga.
Por último, se ha llegado a atentar contra el derecho de cada padre y madre de este país de educar a sus hijos, conforme ellos crean necesario; regulando a qué espectáculos pueden o no, asistir los niños y adolescentes del Ecuador.
Como siempre y para no perder la costumbre, el chivo expiatorio sigue siendo la Fiesta Brava. Inicialmente se prohibió la presencia de niños menores de 12 años en las plazas de toros y ahora, quieren imponer la medida hasta los 16 años.
Una medida sin coherencia puesto que, cuando el gobierno necesitó más votos para estar seguro de su permanencia en el poder, autorizó el voto, (no obligatorio), de los ciudadanos de esta edad;16 años.
El derecho a voto es, sin duda; un derecho concedido a quién se supone, tiene la capacidad de tomar decisiones tan trascendentales como la de encargar los destinos del país, en manos de una autoridad pública.
Lo que equivale a decir que se los considera maduros para votar en las elecciones generales pero, no a la hora de decidir a qué espectáculo público asistir. ¡Incoherente!.
Mientras el pueblo no reaccione y enfrente el miedo, ese monstruo seguirá creciendo, el miedo es el mejor alimento del propio miedo y en el país son pocas, desgraciadamente muy pocas las voces que se alzan para desecharlo.
¿Hasta cuándo dejaremos que nos maneje el miedo? ¿hasta dónde dejaremos llegar la supresión de nuestras libertades? |
