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Comenzamos por reconocer que el término “mudernizado” no existe, pero; sinceramente creemos que debería de existir y es que, “modernizado” es un vocablo que implica una mayor modernización mientras que, nuestro “mudernizado”, indica que la humanidad a fuerza de modernizarse; ha terminado por enmudecer muchas calidades y cualidades particulares del ser humano del pasado.
Sería interesante por ejemplo, investigar cuantos niños de las grandes urbes han visto alguna vez en sus vidas, algún animal en vivo y en directo, no en las pantallas de los televisores, computadores o tablets.
Igualmente importante sería poner a jóvenes de estas grandes ciudades en contacto directo con la vida del campo, donde en lugar de ir a un supermercado a comprar un pollo, tendrían que degollarlo, pelarlo y destriparlo antes de poder prepararlo con una receta, probablemente obtenida en Internet.
La vida citadina ha convertido al ser humano en un ser desvinculado por completo de la vida en estado puro, de la vida del campo.
Para una inmensa mayoría de jóvenes y por su puesto, de niños de ciudad; la leche viene en cartón, los huevos en cajitas; los pollos están limpios y empacados y probablemente ninguno se da el trabajo de pensar que las hamburguesas, lomos, costillas y demás piezas de carne provienen de vacas, cerdos, corderos que; han tenido que morir para que sus trozos lleguen a los supermercados donde son comprados.
Seguramente a fuerza de ver las idílicas tomas que se ven en televisión de animalitos pastando en verdes campos, de pollos y gallinas agrupados en acogedores gallineros de vistosos colores; creen que la vida de los animales en el campo es un paraíso de paz.
¿Cómo reaccionarían todos esos humanos “mudernizados” si se les presentara la real línea de vida de un animal en el campo?
Hace milenios el ser humano domesticó a los animales para servirse de ellos de las más variadas maneras, se los ha usado como fuerza laboral; los caballos y los bueyes fueron los tractores de la tierra, las vacas estaban allí para brindar leche y, cuando su producción láctea bajaba, pasaban a ser proveedoras de carne, hueso, piel.
Por cientos de años el ser humano ha comido de las gallinas y pollos de su granja, de sus borregos, de sus cerdos, de sus conejos o cuyes, de sus toros o vacas y todo se hacía con la naturalidad del vivir diario, porque; los animales eran tratados como animales, no como piezas del complejo entramado de los negocios.
No podemos ni imaginarnos la cara de un niño de ciudad al que se le lleve de pesca y vea que, una vez que el pez sale del agua, agoniza coleteando con fuerza si el pescador no se conmueve y lo remata con un golpe en la nuca.
Con toda seguridad la mayoría de los adolescentes que se atiborran de hamburguesas se sentirían impactados si pudieran ver de que manera mueren los animales que proveen de esa carne, que están comiendo.
Y es que, en el pasado, cuando el ser humano tenía contacto directo con el campo, se sacrificaban los animales que eran necesarios para el consumo, era algo artesanal, mientras que ahora; son “líneas de producción” en las que se sacrifican animales por cientos para así, abastecer la creciente necesidad de alimentos cárnicos de este mundo tan moderno.
Esta “mudernización” es la que ha creado los “defensores de los animales”, un grupo que tendría su razón de ser si estuviesen defendiendo a los animales a los que, la expansión humana o cualquier otro agente proveniente el hombre; están poniendo en riesgo de extinción como pueden ser los tigres de Bengala, los Pandas, los Koalas, los Linces.
Se entendería su existencia si se dedicaran como de hecho lo hacen unos pocos, a cuidar de los animalitos callejeros que, pululan por las ciudades del planeta. Se comprendería si cuidaran de las aves, monos, reptiles a los que la indiscriminada explotación de las selvas está dejando sin hábitat y se entendería porque, todos esos animales van camino a la desaparición y no hay quién los defienda.
Desgraciadamente, se desprende de sus acciones que; más que proteger a los animales, buscan cinco minutos de gloria, buscan ser parte de las noticias y para lograrlo no les importa el qué o el cómo; para ellos solo cuenta el llegar a cumplir la poco loable meta de su ambición personal.
La gran mayoría de los supuestos defensores de los animales no son más que, chauvinistas que buscan su lucro personal de ahí que, en lugar de preocuparse de los animales realmente en peligro; busquen los que, a fuerza de causar polémica en un mundo “mudernizado”, les permitirán lograr sus cinco minutos de gloria y si tienen suerte; una aparición en la prensa.
Y el toro bravo, es el sujeto perfecto para lograr su metas. En un mundo donde se ha perdido el contacto con la realidad de la vida del campo, el toro de lidia ha terminado por convertirse en un animal lo suficientemente polémico como para llevarles al pináculo de sus expectativas.
Solo podemos esperar que estos seres “mudernizados” cambien su objetivo en un futuro cercano porque de lo contrario, estarán aumentando el toro de lidia a la ya larga lista, de animales en peligro de extinción.
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