Este fin de semana se esta llevando a cabo, en la taurinísima ciudad de Manizalez, el evento que ha sido punto de partida para el resurgir de los novilleros en Colombia. Un experimento exitoso que ha sido replicado en las demás ciudades colombianas.

Es un fin de semana en el que se celebran tres novilladas, algunas sin picadores y otras con los del castoreño, en las que la nueva savia de la torería colombiana se enfrenta no solo al toro sino al monstruo de mil cabezas, el público, para algunos más difícil de lidiar que el mismo animal. Lo importante de todo esto es que no solo se foguean los novilleros y tienen un espacio, que antes no existía, sino que lo hacen con todas las de la  ley, con la plaza llena.

El otro valor agregado es que se crea  afición dado que los espectadores son personas que no frecuentan los cosos taurinos sino que reciben la invitación al festejo por su empresa, que previamente ha comprado un derecho de entradas, patrocinando y haciendo viable económicamente la celebración de los festejos.

Por lo tanto muchas de esas personas que no han tenido contacto con la magia de la fiesta brava tienen la oportunidad de palparla y vivenciarla de cerca para, si hay suerte, quedar prendados de ese inexplicable sentimiento que nos hace querer la fiesta.  Si el resultado es ese, muy seguramente se convertirán dentro de poco en futuros aficionados que llenaran las plazas en las ferias.

Aunque este es un paso importante, hay que saber afianzarlo. Los nuevos aficionados deben ver el espectáculo taurino en toda su dimensión y con toda su seriedad. Porque lo que no se puede permitir es romper con las tradiciones taurinas, con su liturgia. Se debe garantizar que estas novilladas se den como deben  ser, para el realce verdadero de la fiesta.

Como hijos de este experimento han nacido en Cali también novilladas que calientan el ambiente antes de diciembre y por supuesto en Bogotá en donde se vivió una mini-temporada de novilladas de lo más lucidas e ilusionantes que hicieron ver la Santamaría colmada a mitad de año - prácticamente imposible en las ultimas décadas -  y puso a sonar con fuerza nombres como los de “El Jero”  y “El Poeta” a los que la gente ya reclama en los carteles de las ferias y con los que muy seguramente habrán despertado a la afición taurina muchos principiantes en la fiesta. O quien no recuerda aquel novillero o torero que hizo nacer en cada uno de nosotros la magia de la afición taurina.

Enhorabuena por estos buenos experimentos que deben continuarse.