Un mano a mano siempre despierta expectación y un sentir diferente dando especial sabor a la fiesta. Es una confrontación, una rivalidad de amigos o enemigos, en la que cada quien expone su concepto, su tauromaquia, su sentimiento sacando el orgullo y amor propio. También en un mano a mano se desbordan pasiones en los tendidos entre los seguidores de uno u otro.
Será probablemente el próximo 28 de noviembre cuando se dé el tan ansiado mano a mano entre Eulalio López Zotoluco y Rafael Ortega en la Plaza México con astados de Fernando de la Mora. Un cartel interesante que, aunque ya se ha dado en muchas plazas del interior del país, no deja de perder su interés.
Esta rivalidad surgió desde aquella tarde del 5 de febrero en el aniversario del coso de Insurgentes cuando el diestro de Tlaxcala se fue por delante en el corte de tres orejas. La gota que derramó el vaso fue en un festejo en Ciudad Juárez donde llegaron a los empujones, pero lejos de que esto se convirtiera en agresiones físicas, lo más importante para la afición es que ambos aceptaron la batalla.
Ambos diestros tienen valor a toda prueba, honestidad y vergüenza torera. Zotoluco con el paso del tiempo ha estilizado sus trazos sumados a un gran poder frente a las reses, mientras que Rafael Ortega es un torero que cubre los tres tercios, fácil con los avios y sobretodo un excepcional estoqueador de asombrosa regularidad.
A lo largo de la historia ha habido enfrentamientos inolvidables. Sólo basta citar aquellos agarrones entre Juan Belmonte y Joselito, Manolete y Arruza en España, el mismo Manolete y Silverio Pérez en México, incluso podríamos hablar de una tercia conformada por los novilleros Manolo Mejía, Ernesto Belmont y Valente Arellano, sólo por mencionar algunas de las tantas que han hecho historia. Si echáramos un vistazo a los libros y a recuerdos de los aficionados, encontraremos los nombres de muchos toreros a los que siempre va aunado el de alguien más que le hacía competencia, con el que estaba peleado ya sea en el ruedo o incluso fuera de él. Hay anécdotas de quien ni siquiera se dirigía la palabra o de quienes llegaron a los golpes. Son tantos y tantos los nombres de figuras del torero que sería prácticamente imposible nombrarlos a todos y cada uno de ellos.
Con lo anterior no trato de comparar cuál confrontación era mejor que otra, sino simplemente dar a entender que todas ellas despertaron interés y pasión en su época, en su momento.
Esta será una batalla de arte, valor, poder, de toreros que en la arena se transformen en monstruos de original elegancia y de formas toreras. Dos figuras que se jugarán la vida por orgullo, amor propio y por el reconocimiento de un público que será el mejor juez ante la valerosa entrega de ambos diestros.