Imposible pasar por alto el acontecimiento más fuerte de la temporada taurina actual y quizás de los últimos años. En dos tardes de toros se revolcó una temporada de la cual se esperaba un inicio más trepidante, dado que hoy en día hay diez toreros con tirón muy fuerte y de los que suponemos luchan descarnadamente por la cima del toreo, pero por un lado los toros en la feria de Sevilla y por otro el que el solo nombre de José Tomás parece eclipsar a los demás, la temporada no tomaba un rumbo fijo, tan solo “El Cid” y Perera habían dejado bien en claro que estaban bien afilados para pelear con el que fuera.
Debo aclarar que todo este seguimiento a los aconteceres lo hacemos en América gracias a los videos que se suben a la red en varios blogs y que permiten ver las faenas importantes, sobre todo las sucedidas en el ruedo venteño.
Pues lo primero que hay que decir es que el zambombazo de junio debe achacarse en primer lugar y en gran medida a la administración del torero de Galapagar, pues fue quien luchó hasta los momentos finales - ¿premeditadamente? - para que el torero no quedara fuera de Madrid, cosa que hubiera sido terrible pues gran parte de las críticas que se hicieron al torero fue su muy medida y cuidada campaña de retorno el año anterior, si este año hubiese pasado de Madrid su temporada se hubiera tomado como de pasota y sin la mayor importancia. Listo, lograda la inclusión en Madrid, jugaron perfectamente, sabían como venia la mano, ya todo el mundo estaba en su “grilla de partida”, no se podían mover las fichas, ubicaron estratégicamente al “elegido” en el serial de aniversario, se jugaría “conociendo los resultados” de todos los demás y por si faltara, la corrida del 15 de junio estaba allí por si llegaba a fallar la anterior, es decir con la posibilidad de “marcar en el último minuto” y salvar la papeleta. Con dos corridas a modo sabían perfectamente que podían reventar el cuadro, cosa que al final han hecho, sumando también una estrategia de medios perfectamente manejada en donde se hace ver ante el gran público que el torero es venido casi del mas allá, que cada tarde es una inmolación, que no importa morir y todo lo que se ha dicho.
A todo este gran manejo desde bastidores, el torero ayuda con su manera de comportarse que vuelvo a repetir, le da un halo de diferencia y de suficiencia frente a los demás y frente al público. Pues todo salió como debía salir, planificado de gran manera, el gran protagonista de todo tampoco se quedó atrás y se puso donde acostumbra a colocarse, no por conocimientos técnicos sino por sistema, desplegó su clase, que no se puede negar, y por si faltaba algo en la segunda tarde se dejó coger lo que hiciera falta para convencer a tirios y troyanos. Resultado: Pelotazo fulminante, todo el escalafón borrado en cuatro toros, ¿lo de “El Cid” en San Isidro? nadie lo recuerda. ¿La firmeza de Perera? Nada, nada, solo existe Jose Tomás. Pero es que le dejaron hacerlo y él lo supo aprovechar.
Algunos avisoran un nuevo fenómeno tipo “El Cordobés”, hay similitudes, esperemos que las consecuencias no vayan a ser tan nefastas como en el mandato de Benítez. Pero de hecho si hay un fenómeno que no se puede pasar por alto, los cánones clásicos del toreo rezaban: parar, templar y mandar, por lo visto – repito que a través de los videos – José Tomás impone el asustar (al público), enganchar (la muleta y capote en bastantes ocasiones) y acompañar, porque lo de mandar por ahora es en los escritorios, no ante el toro.
