Leyendo el articulo de María de Toral, compañera en el Ecuador, acerca del conflicto presentado entre la Asociación de criadores de ganado de lidia del Ecuador y la empresa de la plaza de Quito por la contratación de una ganadería extranjera, la de Las Ventas del Espíritu Santo, propiedad del maestro César Rincón, para la feria de Quito, quedan varias reflexiones que se pueden aplicar para todo nuestro territorio americano
Maria muy acertadamente habla del reto que se les plantea a los ganaderos de un país cuando ven que viene ganado del exterior. Obviamente ellos, los ganaderos nacionales, defienden lo suyo, su mercado, y es natural. Cualquiera lo haría. Pero también está la posición del empresario, como también lo dice María, que debe complacer a su cliente. El aficionado que quiere ver un buen espectáculo. Por ende, el empresario busca el producto necesario - leáse toros y toreros - para satisfacer a su cliente. Es su negocio, y en esa necesidad y como está el panorama económico en el mundo busca alternativas en su país, o también opciones distintas a las que ya conoce nacionalmente que le supongan garantía de calidad. Es toda una disyuntiva con la más vigente actualidad económica.
Porque el devenir económico nos muestra la realidad de una apertura a todos los niveles en donde se comercia entre todos los países del mundo. Algunos no estarán de acuerdo, pero es inevitable. Es un fenómeno mundial.
Acá en Colombia también sucedió este fenómeno de importación cuando la cabaña brava no pasaba por su mejor momento y se debió recurrir a encierros españoles para rematar las ferias. Se dio el caso de que en Bogotá, en el año 1999, la temporada se celebró con ganado español en todas sus tardes, en Cali en cuatro años consecutivos se trajeron corridas españolas, pero cuando las ganaderías tradicionales que lidian en Cali y en Bogotá recuperaron su nivel volvieron a ocupar su lugar en las ferias y la gente se olvidó del ganado extranjero. Pero no solo fue por necesidad, porque cuando los Huagrahuasi estaban en un nivel alto se trajo una corrida para Bogotá, por allá en el año 94, porque la afición lo pedía, y en la historia está que una de las corridas más famosas en Cali se dio con toros de Piedras Negras.
En los últimos años las ganaderías colombianas han obtenido buenos resultados en Venezuela y el año anterior se lidiaron toros colombianos en el coso de Acho en Lima. Si el desempeño es bueno el aficionado exigirá su repetición y sino pues no volverán y mientras tanto las ganaderías que están en bache se recuperarán y volverán a sus ferias por todo lo alto. Estas importaciones de ganado extranjero a las ferias de otros países pueden ser aprovechadas para intercambiar conocimientos o productos que estén sirviendo en un país y puedan ayudar para mejorar al otro. Habría que mirarlo así.
Con internet el aficionado tiene conocimiento del resultado de corridas fuera del territorio nacional y sabe que ganaderías funcionan fuera de sus fronteras. Que bueno caería, por ejemplo, para cualquier feria americana una corrida venezolana de “Rancho Grande” de la que siempre se tienen noticias de sus triunfos en las ferias del vecino país. Y no solo debe ocurrir con los toros sino con los toreros como bien dice uno de nuestros directores en su artículo de las olimpiadas en Madrid.
El entorno que se vive en el mundo no debe ser ajeno al espectro taurino, y ahora que en todas las reuniones de jefes de estado se habla de las alianzas comerciales, de acuerdos binacionales, de pactos, grupos, tratados, etc, el mundo taurino puede entrar por la misma onda. Claro que con una reglas de juego claras y acordes para todos, para que lo que siempre impere sea que el ganado bravo americano crezca en bravura y casta y cada país desarrolle los mejores productos ganaderos para el disfrute de todos los que nos gusta la fiesta de los toros.