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Pedro Iturralde, torero a caballo Lo que se esperaba la de Cuadri; para muchos era el día en que empezaba la feria y para otros era cuándo se acababa esa broma bochornosa del medio toro sin picar, del inválido dócil en la muleta. No ha sido una corrida para tirar cohetes, quizá se mojó demasiado la pólvora. Han tenido sus cosas, por momentos demasiado parados, pero que no consentían ni malas trazadas en los capotes y muletas, ni malas colocaciones, ni por supuesto malas lidias, justo lo que han ofrecido Robleño, Castaño y Venegas, que a lo más que llegaron fue a disfrazar de heroicidad el estar delante de unos animales a los que no han visto, ni entendido. Ya digo que no fueron toros de relumbrón y como prueba el que queriendo torear a caballo, queriendo caberle las cosas bien a un toro, este no estaba por la labor, pero el torero en cuestión, Pedro Iturralde, se lo dejó ver al público, que vio que salvo excepciones, la torería presente parece que solo tiene dos opciones, o el carretón o el exilio.
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