Con algo más de media entrada se han lidiado toros de Montealto, de desigual presencia y descastados en conjunto.

Curro Díaz, aplausos, silencio y ovación

José Garrido, silencio, silencio y silencio tras aviso.

La ovación más fuerte de la tarde la recibieron al deshacerse el paseillo

En día tan señalado como es el Domingo de Resurrección; los toros de Montealto fueron un fiasco, de los seis ejemplares, cinco pitados en el arrastre y uno, el lidiado en quinto lugar fue despedido con división de opiniones.

En el mal llamado combate por algunos revisteros, nadie perdió ni ganó, el mejor parado del dichoso mano a mano entre el jienense Curro Díaz y el extremeño José Garrido, fue el torero de Linares Curro Díaz, que una vez más nos regaló y nos hizo disfrutar de su arte y sentimiento en el quinto toro de la tarde y no porque el toro fuera bueno, pero si el menos malo; que bonito es ver torear así y eso que algunos de los asistentes no disfrutaran como lo hicimos nosotros y unos cuanto miles más, ay si llega a acertar con las espadas.

Del ganado, mejor no  decir nada, ya que nada pero nada tuvieron, con buena presentación sin duda y con arteras defensas pero sin condumio dentro y con una escalera en el peso, el de menos fue el lidiado en segundo lugar que pesó 505 kilos y el de más peso fue el que cerró festejo con nada menos que 680 kilos, saquen ustedes sus consecuencias como decía en líneas anteriores un “fiasco”.

La tarde pasaba sin pena ni gloria, uno, dos y así hasta cinco, hasta que salió el quinto el menos malo del encierro y Curro algo le vio y por ello brindó al respetable y las lanzas se tornaron en cañas. Y eso que al deshacerse el paseíllo, la afición rompió en una estruendosa ovación, obligando a saludar desde el tercio a los dos espadas.

El de Linares al natural en su primero

Poco o nada podía hacer Curro con el primero del encierro y con prontitud se lo quitó de encima con una estocada entera arriba tras volcarse sobre el morrillo que el bicho rodó sin puntilla. Su segundo un toro de 630 kilos sobre sus lomos, alto de agujas y que siempre fue a su bola y reservón, que punteó tanto en el capote como en la muleta, contra estilo para su toreo, muy inteligentemente, tras intentar por ambos pitones, pidió la espada, dejando en el primer envite un meti-saca y una media  desprendida, dando con sus huesos en la arena; protestas del público.

Curro Díaz con la diestra ante el jabonero quinto

Ah pero llegó el quinto, otro toro que iba a su bola, pero que el de Linares algo le vio ya que brindó al público y su labor con la franela fue de menos a más, lo entendió a la perfección y nos deleitó con ese arte sublime tan innato en él, toreando con exquisitez por ambos pitones los olés y las ovaciones  se sucedieron una detrás de otra, fue una pena penita pena que no estuviera bien con el alfanje y que por ello perdiera un trofeo ya cantado. ¡Qué bonito es ver torear así !.

Recibimiento de capote al segundo de la tarde por parte de José Garrido

El otro contrincante del (combate), que fea palabra y anti taurina era un torero emergente  y con mucho futuro profesional, me refiero al extremeño José Garrido; su primero fue un toro que humillaba con claridad, al que saludó con ramillete de verónicas de olé rematadas con una media de manos bajas, siendo por ello ovacionado. Ni corto ni perezoso se fue a los medios para brindar a los parroquianos. Buen comienzo con la flámula y un par de redondos diestros corriendo la mano, en las afueras uno de los tres de la tanda y el de pecho, palmas para el torero, por el otro pitón ya no le fue posible repetir los pases hechos con anterioridad pero hubo palmitas. Tras cuadrar al cornúpeta entró a matar dejando una estocada entera algo desprendida, que surtió efecto, pero el puntillero levanto a la res, pero al fin el burel murió. El toro cuarto, segundo de su lote, no sirvió para nada. Pero Garrido tras el primer puyazo se lucio en un quite por chicuelinas que fueron ovacionadas. La faena la inició por alto ganándole terreno hasta los medios.

El pacense con la diestra

Citó con la diestra, pero todos los pases fueron hacia las afueras igual que los naturales y sobre las piernas, hay música de viento para el diestro, lo mejorcito de ésta labor fue un molinete torero; volvió con la derecha pero ya no consiguió nada destacable. Lo pasaportó de una estocada entera en buen sitio y el bicorne doblo sin puntilla.   El toro de mayor peso fue el que cerró plaza; iniciando con la sarga con estatuarios sin moverse, luego continuó por derechazos dos de ellos de buen trazo, con la zurda perdió el engaño por un pisotón del cornúpeta, al resto de su quehacer le faltó quietud, no consiguiendo nada destacable. Pasaportó al toraco de una estocada casi entera pero muy trasera, haciéndole falta entrar en dos ocasiones más y rematando con dos golpes de cruceta.

De las cuadrillas el único que consiguió ser aplaudido fue Javier Valdeoro de la cuadrilla de Garrido.

Esto fue lo que dio de sí el tan cacareado mano a mano o como ahora le han dado en llamarlo “combate”. El festejo y como antaño duró las dos horas justas.

Fotos: Muriel Feiner a excepción de la primera