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21/12/2016
  (Temporada Grande-México) EnTendido joven: Pendientes para el año nuevo
 
Firma: Jorge Eduardo
 
     
 

 Amigos y lectores, ¡Feliz

                                       Navidad y próspero año nuevo!

La corrida de rejones del pasado domingo significó el fin de la actividad taurina del 2016 en la Plaza México. Comenzó una empresa, que alcanzó a llenar la plaza una última vez, prosiguió un paréntesis de muchos meses en la actividad taurina, y después vinieron los acontecimientos bajo la dirección de Tauroplaza México, que mucho se han comentado. En lo concerniente a la décima corrida, cabe destacar la recuperación de los festejos de rejones para el embudo capitalino. Aunque esta afición nunca ha sido particularmente receptiva al arte de marialva, lo cierto es que los rejoneadores mexicanos merecen su espacio, puesto que junto con los entrañables grupos de forcados, jalan del carro constantemente a lo largo y ancho de la geografía nacional. Dejando de lado cualquier preferencia, la corrida de caballistas debe repetirse año tras año, impulsada a partir de ahora por los triunfos de los Forcados de Mazatlán y Emiliano Gamero, sin olvidar la entrega de los Forcados Mexicanos.


Los forcados, grandes momentos

Pasada la alegría del festejo, es momento de voltear hacia adelante. El receso abre el momento para reflexionar sobre ciertos pendientes para el 2017, que ya deberían estar solucionados, y que poco a poco se nos vienen encima.  El asunto primordial que quiero retratar en este espacio refleja una preocupación personal un tanto angustiante. En términos concretos es el siguiente: el estatus legal del antiguo Distrito Federal está por transformarse absolutamente, todos los órdenes legales perderán vigencia, y nuestra ciudad se verá refundada y reestructurada como entidad política. Ello implica que la legislación al respecto de los espectáculos públicos se replanteará íntegramente, y por ende también deberá hacerlo la legislación en materia de toros para esta capital.

Este escenario exige atención por partida doble. En primer lugar, es una oportunidad más para abonar en favor de nuestra fiesta, otra ocasión para crear una realidad taurina que beneficie al espectáculo, al aficionado, y que invite a los elementos de la fiesta no solo a hacer fiesta brava, sino también a hacer afición y cultura del toro. Es cierto que la reglamentación vigente colabora en gran medida para mantener la categoría de las corridas en esta capital, y más o menos nos mantuvo a flote en las dos décadas catastróficas que anteceden al momento actual, y que cargamos todos parejo como pesada loza. Pero nada es color de rosa en realidad, puesto que para nadie es un secreto, por un lado, que este orden legal cojea de muchos aspectos. Sin embargo, lo más dramático de nuestra realidad es que, tras ser bombardeadas y saboteadas durante veinticinco años, nuestras instituciones taurinas sobreviven endebles y vulnerables. 

La segunda cuestión que debe llamar poderosamente nuestra atención es el avance silencioso pero sustancial de los antitaurinos en este proceso legislativo. Escudados bajo su proyecto político animalista, que busca envolver mucho más aspectos de la vida humana que la prohibición de las corridas de toros, ganan adeptos de un Congreso que busca ponerse la estrellita de vanguardista, pero que no sabe muy bien cómo hacerlo. Es posible que más de un legislador esté encantado con la simpática cantaleta de los derechos de los animales, sin embargo, es cuestión de tiempo para que enseñen su afán totalitario y dirijan sus baterías con saña y odio contra todos quienes, de alguna forma u otra, tenemos en los toros un modo de vida. Para no variar, la pasividad del medio es una tragicomedia, que lo mismo desemboca en alegrías pasajeras que en episodios al borde de la autoinmolación.


Nuestra fiesta nos necesita

Es, pues, de primera importancia poner manos a la obra, y elaborar un plan que cuele nuestras necesidades de regeneración en la agenda legislativa en detrimento de los fascistoides que buscan imponer a todos su proyecto a gusto de unos cuantos. Es importante señalar que ningún legislador lo hará por nosotros, ninguno, ni aunque asiduo visitante de las plazas de toros. Su único compromiso con la fiesta era pasar por alto el tema temiendo las represalias de los intereses comerciales que se conjuntan en la tauromaquia, pero hoy se ha llegado en una situación límite en la que no podemos esperar el momento más crítico para echar a andar un cabildeo in extremis como en otras ocasiones. Hoy no quedan más opciones: o les clavamos los toros en la agenda, o nos quedamos fuera del orden legal, ya sea mediante una prohibición expresa, o simplemente por omisión.

En alguna ocasión escuché a un ganadero decir que los aficionados tenemos un cierto delirio de persecución que nos lleva a creer que estamos abandonados a nuestra suerte por el resto de los estamentos de la fiesta en la defensa de ésta. Es por ello que quiero presentar una propuesta amplia, una para todos. Debemos dejar el papel pasivo de quién se defiende y darnos categoría en este proceso legislativo, debemos pasar de la defensa de manso, pegados a tablas y tirando cabezazos, a la participación activa en el sistema democrático. ¿Cómo hacerlo? De forma preeliminar, pondré en la mesa los siguientes puntos:

 1. Hacer públicos los esfuerzos de defensa de la fiesta brava en el plano legal. Hasta ahora ha destacado la organización Tauromaquia Mexicana, cuyo liderazgo recae en Mariano Sesscose según se ha hecho público, y por lo tanto está íntimamente ligada a la organización de ganaderos de lidia. En este punto considero que hace falta aclarar los mecanismos mediante los cuales se integrará a todos los no afiliados a los estamentos taurinos, pero sobre todo al aficionado de a pie, en la labor de defender a nuestra fiesta.

 2. Con base en dicho armazón institucional, establecer un observatorio legislativo taurino, que aglutine toda la información generada en torno a la fiesta brava en la fuente legislativa, y que también resguarde la documentación que produzca la labor de lobby y cabildeo en esos ámbitos.

 3. Presentar, tanto a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, como al Congreso Constituyente de la Ciudad de México, una propuesta de situación jurídica para los festejos taurinos en la nueva Ciudad de México. Especificamente me refiero a presentar, púbicamente y en un acto formal en el que participen legisladores, por un lado, un borrador de artículo sobre tauromaquia para incluir en la nueva ley sobre espectáculos para trabajarlo durante el proceso de creación de dicho código, y una propuesta de reglamento taurino.


Defendamos nuestros escenarios

Para generar un consenso de reglamento , abierto e incluyente, que considere las necesidades de todos los involucrados en los festejos taurinos, propongo el siguiente mecanismo:

 a) Conformar dos comisiones de redacción de textos: una estrictamente legal, conformada por abogados taurinos destacados, cuyas funciones serían redactar la propuesta de artículo para la ley de espectáculos, y servir de depositario y portavoz de la voluntad de la segunda comisión.

 b) Segunda comisión: dicha segunda mesa sería de naturaleza legal y taurina, y tendría como objetivo la redacción de un mejor reglamento taurino, mejor adecuado al estado actual de la fiesta de toros. Dicha comisión debería ser más amplia, casi un congreso, y aglutinar representantes de los abogados taurinos, autoridades taurinas tanto de la CDMX como de la Delegación Benito Juárez y cualquier otra que entidad de la Ciudad que las tenga, jueces de plaza, ganaderos, matadores de toros, novilleros, subalternos, picadores, monosabios, alguaciles, empresarios, médicos, vendedores, concesionarios de venta de comida dentro de las plazas, puesteros y comerciantes, periodistas, académicos, otros actores culturales enfocados en la tauromaquia, y aficionados.

Finalmente, y lograda la redacción de dicho documento, deberá presentarse oficialemente, en un acto solemne y público, en las instalaciones de los órganos legislativos. Tal propuesta se debe llevar hasta los funcionarios de más alto nivel posibles, tanto de la Ciudad como del nivel federal. Mientras tanto, la labor de cabildeo con los legisladores continuaría, respaldada por la labor del observatorio legislativo taurino. Así podremos salvar a nuestra fiesta de los muchos riesgos que tenemos enfrente, y que no solo se reducen a una prohibición, sino también a un vacío legal, o a una reglamentación injusta. No podemos esperar a que alguien decida insertar a los toros en la agenda legislativa, puesto que ningún legislador se sentará a hacer un reglamento por nosotros. Debemos tomar al toro por los cuernos antes de que los totalitarios hostiles a nosotros lo hagan. Tenemos, pues, grandes pendientes para el año nuevo.

 
     
   
     
   
     

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