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Con tres cuartos de entrada se han lidiado cuatro toros de Jandilla y dos (3º y 5ºbis) de Vegahermosa, de disntinto juego; el 5º fue premiado con la vuelta al ruedo.
Sebastián Castella, silencio y oreja
Alejandro Talavante, ovación y dos orejas
López Simón, oreja y oreja. Foto archivo Si en los dos primeros espectáculos, tanto en la novillada de Antonio San Román como en la corrida de Fernando Peña, hablamos bien de la presencia de varios de los toros, hoy lamentablemente no podemos decir lo mismo, y ya sabemos a qué puede ser debido, a las dichosas “Figurtas” o aspirantes a ello. Si muchos de estos toros, se hubieran lidiado en esta misma plaza, hace más o menos veinte años, hubieran incendiado la peña los tendidos. Con esto os podéis imaginar cómo ha cambiado el público en la “Tierra de Toro”, como era conocida esta localidad.
La corrida de hoy dejaba mucho que desear tanto en presencia como en comportamiento. Quien vea solo la ficha del festejo pensara, “este tío esta borracho”, ¿después de ver tantas oreja e incluso un toro de vuelta al ruedo, como puede pensar eso?. Pues yo quiero que me creáis, ha sido una corridas bastante descastada y desrazada. En el tercio de varas, todos ellos pasaron prácticamente desapercibidos, un refilonazo mísero que sobraba al presidente para cambiar al tercio. Luego hay que decir que hubo un toro extraordinario para el último tercio, como fue el quinto de la tarde, premiado de manera excesiva con la vuelta al ruedo y después el tercero y sexto tuvieron bondad pero muy poco celo. En definitiva que lo que hoy hemos visto, es el toro denominado del Siglo XXI que es creado solo para el tercio de muleta.
Abría cartel el francés Sebastian Castella, que tuvo que pecar con el peor lote de la tarde. Su primero un animal de bondad, pero muy falto de casta y raza, viniéndose muy pronto a menos, el francés no tuvo opción. Ante el cuarto un animal que también tuvo bondad, pero fue de más a menos. Solo me gustaron las dos primeras series con la mano izquierda, donde hubo bellos naturales, luego cuando la res se vino a menos, optó por su habitual arrimon. El público le premió con una oreja, después de dejarle una estocada muy desprendida y con los banderilleros tirando a la res al suelo.
El segundo de la tarde, era el extremeño Alejandro Talavante. Ante el segundo de la tarde, un animal que embestía pero sin ningún tipo de entrega, ni de ir metido en los engaños. Talavante, se limito a llevarlo a media altura, sin bajarle nunca la mano y sin terminar de cruzarse del todo. Con los aceros no estuvo nada acertado dejándole dos pinchazos y una estocada baja de colocación.
Lo mejor de la tarde lo vivimos en el quinto de la tarde. Un animal que pasó bastante desapercibido en los primeros tercios, cuidándolo mucho en varas, pero que sacó un buen fondo y se entregó en el último tercio. Talavante le realizó una faena bastante buena, en la que hubo muy buenos muletazos, sobre todo al natural corriéndole muy bien la mano. Fue una faena bastante vibrante, porque tuvo ligazón y profundidad y la res se prestaba para ello, embistiendo con mucha entrega. También se tiró con muchas ganas a matar, dejándole una muy buena estocada en lo alto. El público le premió con las dos orejas, después de ver la mejor actuación de la tarde y de la Feria. El presidente, también decidió dar la vuelta al ruedo al animal, después de ser un gran toro en el último tercio, pero que en varas dejo mucho que desear. Pero fíjense cómo ha cambiado el público de Colmenar, ya que un gran número de asistentes se puso a pedir el indulto, era algo surrealista.
Cerraba cartel Alberto López Simón, que venía de pasar un fin de semana intenso después de los problemas de salud en Bilbao y la encerrona ayer en San Sebastián de los Reyes. Debemos decir que ha perdido un poco el sitio, que cogió la temporada pasada. Lo vimos claramente ante el toro que cerraba plaza, un animal que tuvo calidad y bondad, permitiendo el lucimiento. Pero el diestro de Barajas, no quiso exponer y dar el paso hacia delante, llevándolo con templanza pero siempre colocado muy fuera de sitio y descargando la suerte. En definitiva, el toreo moderno que impera en el noventa por ciento de matadores del escalafón. Todavía no pudo entender como el público pudo premiarlo con una oreja y con otra en su primero después de dejarle una estocada bastante desprendida y tres descabellos.
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