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Ayer hablábamos precisamente de eso, de la grandeza del toro bravo y de su importancia en su fiesta; sin él la fiesta de los toros sería imposible: decíamos. Hoy veinticuatro horas más tarde un toro bravo nos daba la razón. La corrida de hoy ha tenido infinidad de matices. El primero de la tarde nos hizo pensar que seguíamos metidos en ese bucle de lo impresentable, su flojedad levantó sospechas de que ese circo ridículo, al que hemos asistido casi todas las tardes, se había hecho endémico y tenía continuidad. Pero no ha sido así, el segundo de la tarde levantó la emoción y superó con creces la corrida completa de ayer él solito. Para qué decir del tercero que puso el listón a la altura de toro de feria y un cuarto que pasará a la historia con letras de oro.
Así acudió Cobradiezmos al caballo Cobradiezmos se ha jugado en cuarto lugar, y desde la salida mostró su belleza. Es armónico de pitón a rabo, tiene cara pareja y tocada. Mostró su buena condición nada más salir de toriles. Saltó algo cruzado y Escribano le aguantó bien y le lanceó desahogado. Empujó en varas en la primera entrada -que decía don Joaquín que a esa iban todos-; saltó como un resorte hacia el caballo en la segunda certificando su bravura. Nos hubiera gustado verle, al menos, otra vez más. En banderillas fue pronto y obediente. Y, en el último tercio, nos ofreció toda una sinfonía de bravura: la bravura encastada se alió con la nobleza, el maridaje perfecto en la ganadería brava. Los viajes a una y otra mano eran largos y francos tras prontas arrancadas. Su fondo lo mantuvo secreto, cada vez embestía más y mejor, haciendo el avión en principio para después dejar un surco en la arena con su hocico. ¡Qué belleza! Escribano lo ha entendido y ha estado sincero con él.
Y así se dobló Ureña con Galapagueño Galapagueño ha tenido la suerte de encontrase con Paco Ureña, aunque él ha hecho sus propios méritos. En varas ha sido el mejor del encierro haciendo una gran pelea a más en el que fue aplaudido el picador de turno. Fue pronto en banderillas y llegó a la muleta con un temple exquisito por el lado derecho, que fue por donde Ureña alcanzó los mejores pasajes de su faena. Le toreó al ralentí en un toreo en redondo que puso en pie la plaza con dos tandas de muletazos diestros. Lástima que dijese nones a izquierdas. Pero de nuevo por el derecho surgieron muletazos acompasados, desmayados, preñados de belleza, en los que el torero murciano se abandonó y creó de nuevo el éxtasis en los tendidos. Los ayudados por bajo fueron el broche idóneo para una faena magistral. Con el sexto no tuvo Ureña posibilidad alguna, lo intentó tesonero de todas maneras pero el victorino embistió siempre sin entrega y con la cara alta.
Escribano no había tenido suerte con su primero que resultó muy flojo y violento por el izquierdo encerrando cierto peligro. Disfrutó a Cobradiezmos, posiblemente el toro de su vida, al que no le robó protagonismo alguno, sino al contrario. Siempre lo toreó con naturalidad en una labor muy castellana o campera. Menos suerte tuvo Morenito que se ha llevado el peor lote. Francisco José Quinta se ha lucido en varas con Pesador en una bella primera entrada de lucha del montado con el toro. En el segundo puyazo se agarró arriba y dominó la suerte. Metió Morenito en verea al toro por el diestro, pero no pudo educar el zurdo. Interesante toro, bravo encastado que peleó bien en varas y tuvo tarea en la muleta. Con este toro ya habíamos superado la corrida de ayer con creces. Nada pudo hacer con el quinto que llegó soso y sin humillar, y al primer descuido le lanzó por los aires. En conjunto hemos disfrutado de un buen tercer toro, de un insuperable cuarto; aunque no era de triunfo, interesante el segundo, poco dijeron primero, quinto y sexto pero mostraron sentido; lo más importante es que no ha habido bobos. Fotos: lamaestranza
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