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El fracaso ha existido, pese a que el tercero de la tarde haya maquillado algo la valoración final. La tarde ha sido una más de esas que se hacen inaguantables, el comportamiento de Jabatillo y su lugar de lidia han hecho que el público tomase oxigeno... y hacía falta. El primero de la tarde, y primero del lote de Morante de la Puebla, de nombre Alcotán y pelo ensabanado salpicado tirando a carbonero; era gordo, acodado de cuerna, agradable, bonito y muy justo de trapío. Repitió con temple mostrando poco poder de salida. Derribó por los pechos. Buscó la pelea y se arrancó solo al caballo en la segunda entrada. Mostró falta de fijeza y le costó humillar en la muleta del torero sevillano. Fue noble, pero le faltó entrega y por ende muy deslucido por ambos pitones. Julián López “El Juli” lidió a Peleón -que no peleó nada-, un toro negro, abierto de cuerna, paletón, de poco remate y poca seriedad. Bajo y largo. También lomipando. Algo frío repitió en el capote de “El Juli”. Salió suelto de la primera entrada al caballo y repitió hazaña en la segunda con mayor rapidez. La falta de trapío de salida se dejaba ver durante la lidia, aquellos que protestaron al ver al toro nada más salir en estado de levantado -el vigor de la salida acrecienta el trapío-, llevaban razón. Le banderillearon con facilidad. De entrada no se entregó en la muleta. Fue repetidor por el derecho y de más recorrido por el izquierdo; pero le faltó celo y tampoco se lo buscaron. Noble, deslucido y falto de casta. 'Jabatillo' toro que permitió soñar a su matador y recuperar aire al espectador Jabatillo fue el tercero de la tarde, colorao de reseña. Badanudo, bien armado, de noble expresión. Fuera de tipo núñez, se podía confundir con un domecq de haber tenido más alzada. Repitió por bajo con temple y recorrido en el capote de Sebastián Castella. La pelea en la primera entrada fue buena, larga y fija. De la segunda salió suelto. Aunque se dolió, fue noble y claro en banderillas. Por el izquierdo se aliaron la nobleza, el temple y el recorrido en la primera tanda. No desmereció por el derecho, se rebosó por ambos pitones a lo largo del trasteo; tuvo buen fondo y no flaqueó durante la faena. Poco, o casi nada le bajó la nota el escarbar después de esa forma de embestir tan brillante. Vuelta al ruedo… ¿Justa? Si miro mis notas: tomó un buen puyazo y salió suelto del segundo; se dolió en banderillas. Aunque su comportamiento fue impecable en la muleta, la vuelta al ruedo me pareció excesiva. ¿Qué premio le vamos a dar al bravo en los tres tercios? De todas maneras ha sido uno de los mejores toros que ha embestido en la muleta junto a Lenguadito y Agitador, que recuerde.
Morante de la Puebla no ha tenido suerte en el sorteo, se ha llevado un lote casi sin posibilidades. Barberito fue su segundo, un cinqueño sin apariencia; lavado de cara y avacado; colorao, anteado, por presentar unas rosetas sobre su capa algo más oscuras; y algo rabicorto. Repitió y salió de naja del capote de Morante. Fijo empujó en varas en la primera entrada y punteó el peto en la segunda. Suelto y sin fijeza, tampoco sin maldad, cubrió el tercio de banderillas. Flojo de remos llegó al último tercio, sin entrega, soso y moribundo. Morante cortó la faena de este manso descastado acertadamente. El quinto estaba bautizado como Limonero. Era colorao y perteneció su lidia a Julián López “El Juli”. Cinqueño lavado de cara, vareado, con arboladura, pero sin remate ni armonía. Salió suelto y huido, se templó en el capote de Juli y volvió a salir presto de él. Ni peleó ni le castigaron en varas. Tardo y deslucido en banderillas. Llego muy flojo a la muleta, quedo y sin repetición. Pronto se metió el hocico entre las manos y le costó un mundo embestir. Manso descastado en los tres tercios aunque no le faltó su porción correspondiente de nobleza. Cerro el festejo otro cinqueño, de nombre Flautista; colorao anteado como el cuarto. Basto, gordo y flojo, nos pareció de salida. Un zambombo mal andado. Distraído se paseó delante de los capotes. Se tragó el primer puyazo con la salida tapada. Con fijeza empujó en la segunda entrada y salió despavorido buscando la escapatoria. Recibió otro de propina, pero no por bravo, sino por tropezar con el caballo en su camino. A su aire deambuló por los dos primeros tercios. Desclasado, con la cara por las nubes embistió en la muleta por ambos pitones. Fue un manso sin entrega, berreón que parecía dolerle hasta el embestir la muleta. La bravura sigue escasa, la nobleza omnipresente. |
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