Sin que pensemos que Cateto fue un prodigio de bravura. Veamos…

Pitinesco de El Puerto de San Lorenzo abrió plaza. Era negro bragao y  meano. Cinqueño, escurrido de carnes y pobre de cara. Repitió y se marchó suelto del saludo de Ferrera. En el caballo mostró fijeza sin entrar en la pelea, se dejó en ambos puyazos. Fue abanto en el segundo tercio, a la vez que facilísimo de banderillear. Muy noble en la muleta, repetidor y de poco celo. Soso por ambos pitones. No transmitió nada, el clásico manso de Atanasio que va y viene sin dejar sustancia alguna.

Miguel Abellán se las vio con Buscapan, un cuatreño más serio que el cinqueño anterior. Bien armado y con cuajo. Largo y lomirecto. Mostró cierta brusquedad en el saludo y buscó terrenos de nadie. Peleó con el caballo sin recibir castigo alguno; le cuidaron en las dos entradas. Mucho temple, y flojedad en la misma cuantía mostró en el quite de Daniel Luque. Le faltó entrega en banderillas y apretó para los adentros. Algo tardo, pero repetidor y humillado, fue mejor por el pitón derecho. Fue bueno en conjunto en la muleta para el torero, tuvo fondo y nobleza. Sin ser un toro bravo dio juego suficiente para componer faena. Fue un manso que sacó casta en la muleta al que Abellán no le exigió nada.

El tercero de nombre Malvarrosa, cinqueño, enmorrillado, de buena presencia. Grande, pero tampoco aparentaba sus cinco años. Se frenó en el capote de Daniel Luque y salió suelto. Huyó y buscó toriles. Hizo buena pelea en varas en la primera entrada de la que  salió suelto. Tras varias huidas tomó la segunda en la puerta de chiqueros. Muy fácil en banderillas. Le costó quedarse en la muleta, más que embestir huía hacia adelante. “Que lo fiche Florito”… decía alguien a mi lado. Le asistía la razón. Un buey con el que se puso cansino Luque. Con la espada ya le contarán mis compañeros.

El cuarto bautizado como Cartuchero, de pelo negro, acapachado, de poco trapío, anovillado con kilos y fuera de tipo. Repitió codicioso en la capa de Ferrera. Se repuchó del primer encuentro y tiró gañafones en la segunda entrada. Se comportó franco en el primer par, y cortó peligrosamente en el segundo, quiso huir durante todo el tercio de banderillas. Irregular se mostró en el inicio de muleta. De poca entrega y cortando por el derecho, por el que tuvo muy pocos muletazos. Fue un manso que utilizó su casta para defenderse. Complicado.

El quinto fue otro soseras, de nombre Langostero, negro como todos sus hermanos. Cinqueño, serio, con cuajo y cara. Con nobleza embistió en el capote de Abellán, marcando siempre la huida. Se mostró abanto y tomó un primer puyazo embistiendo con el pitón izquierdo. Manseó buscándole las vueltas al caballo para huir hacia su querencia. Sosísimo en banderillas. Rebrincado hasta donde le dejaban sus fuerzas, gazapón y soso hasta decir basta, en la muleta. Manso descastado, sin transmitir emoción alguna.

Burganoso flojeó y fue devuelto, aquí se acabó la pasarela; había apuntado las maneras de sus hermanos, además de flojo, la falta de bravura y casta era evidente, hoy cualquiera de los berrendos en colorao hubiera embestido más que los de El Puerto.

'Cateto' el sobrero de Pereda

Le sustituyó, Cateto de José Luis Pereda, un toro negro salpicao y girón; serio, con cuajo, echando la cara veleta arriba, siempre a la defensiva. Le pitaron de salida, quizás por el peso mostrado en la tablilla, 532 kilos, feo vicio. La pelea en varas fue buena, echó la cara abajo y empujó con fijeza, algo menos en la segunda entrada pero cumplió. Emocionante fue el tercio de banderillas por la seriedad del toro y su comportamiento encastado. Siguió sin humillar al principio de faena de muleta, poco a poco fue entregándose en la muleta de Luque, embistiendo cada vez mas humillado y transmitiendo emoción al tendido. Sacó casta, pero de manera efervescente, tres tandas tardó en volver a su actitud engallada, a cortar el viaje y echar la cara arriba. Fue corto, pero tuvo interés.

La corrida de El Puerto de San Lorenzo ha sido un muestrario de mansos, los ha habido de todos los colores: El primero, manso soso; el segundo, manso toreable; el tercero manso huido; el cuarto, manso correoso y complicado. El quinto emuló al primero y el sexto había manseado cuando le devolvieron por flojo. Lo dicho días atrás: mansos o bravos, pero encastados.