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Amoroso fue el primero de la tarde, colorao, con 609 kilos de peso, una romana excesiva para un Núñez. Hecho cuesta abajo y lomipando, lleno, de agradable expresión. Repitió con nobleza, luego sacó genio en su ida al caballo; en el mismo puyazo calamocheó y embistió con fijeza abajo, hizo buena pelea en conjunto. En banderillas embistió con alegría y también buscó terrenos baldíos. Con cierta sosería embistió por el derecho en la muleta de Ferrera, calcó el comportamiento cambiante que había tenido en los dos primeros tercios. También repitió por el izquierdo pero sin humillar. Tuvo movilidad, pero le faltó entrega, no metió riñones en la embestida que es el signo de la casta. 'Amoroso" abrió plaza En segundo lugar se lidió a Palillo, un toro negro listón, largo, lavado de cara por acapachado, escaso de trapío. Que embistió como una vaca -lo pareció por hechuras y comportamiento- en el saludo de Juan Bautista. Empujó arriba en ambos puyazos empleándose más con el pitón izquierdo. En banderillas fue noble y entregado en la brega. Un carretón, muy noble por ambos pitones. Obediente siempre al recorrido que le marcaban. Malgastó su bondad.
El tercero de la tarde que respondía a Cumbre-roja, lucía pelo negro, bragao, meano y calcetero; vareado, astifino, armado en delantero, lomirecto, feo de hechuras, de poco trapío -protestado-, una sardina. Se durmió en el peto en la primera entrada y soseó en la segunda. Poca entrega tuvo en banderillas. Fue noble repetidor en los inicios de muleta de El Capea. Se contagió de sosería a lo largo de la faena. Terminó aburrido y aburriendo. Arrogante de nombre y negro listón chorreao de pelaje. Con mucha leña por delante -un núñez con cara condesa-, serio. Se repuchó de la primera entrada al caballo en primera instancia y luego empujó con más entrega, nada se empleó en la segunda. Acudía para desentenderse de la suerte en banderillas. Berreón, dúctil por el derecho y bronco por el lado izquierdo. Fue a más durante la faena, sobre todo, por el diestro. Tuvo fases de interés. Peladito, negro listón y facado de reseña fue el quinto de la tarde. Aunque tenía buena presencia, no se le veían las seis hierbas. De manera espontánea sorprendió a los picadores, después le dieron jarabe de palo en dos entradas. Midió en banderillas y cortó por el izquierdo, luego mostraría buen tranco en el capote. Tras dos tandas buenas por la derecha, fue a más por ambos pitones y terminó tranqueado en una embestida encastada honda y templada. Bueno en la muleta de Juan Bautista. El que cerró plaza llevaba por nombre Guitarra, era negro listón, chorreao; astifino, bizco del izquierdo, su cara le hacía perder la seriedad que le daban sus cinco años y seis hierbas, largo como un tren. Empujó con codicia en la primera entrada al caballo y cumplió en la segunda. Arreó en banderillas poniendo en aprietos a los rehileteros. Sacó casta en la muleta y solicitó mando. Intenso, inmenso por el izquierdo, muy humillado. Mejoró por el derecho a finales y termino embistiendo de manera franca, templado y humillado. Cuando hay toros, no hay… O hay viento, o los del castoreño han estado mal. Total, que la coincidencia mágica del triunfo es demasiado tarda. Hoy sin ser un encierro deslumbrante, ha habido toros de interés, al menos del ecuador de la corrida en adelante. ¿Qué hubiera pasado en otras manos con el cuarto con fondo y a más; el quinto, que fue el mejor toro en el último tercio o el encastado sexto que llevaba las orejas colgando? Toca esperar. *Foto: Muriel Feiner |
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