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Con un cuarto de entrada se han lidiado cinco novillos de Arauz de Robles, y uno (1º bis) de Benjamín Gómez, flojos y de juego desigual.
Diego Fernández, silencio en su lote
Víctor Tallón, ovación tras aviso y ovación
Manuel Cuenca, silencio en ambos.
Que difícil y duro se hace para quien nos dedicamos a estos menesteres poder cumplir con nuestro trabajo, cuando tras dos horas y veinticinco minutos de aburrimiento, no tener nada destacable que contar a nuestros lectores; ¡de quien fue la culpa!, de ambos dos, me explico; Mal empezó la cosa, primero con la sustitución del novillero de Colmenar de Oreja Juan Miguel, por el palentino Diego Fernández, luego con el poco agradable minuto de silencio por el fallecimiento de una persona entrañable para el mundo taurino madrileño de D. Julio Pacheco, digo poco agradable porque siempre es de sentir por la pérdida de un amigo y a tan temprana edad, y continuamos; luego el primer novillo titular fue devuelto a los corrales por su manifiesta invalidez, sigamos sumando. Los cinco novillos de Arauz de Robles, pusieron los suyo, faltos de casta, escasos de fuerzas más de uno puntuaron para retornar a los corrales, y también la terna poco fogueada en este tan difícil menester. Con todo ello, apaga y vamos nos.
Perdón amigo lector, pero cuando las cosas salen así, nuestro deber es contarlo y decirlo sin triunfalismos, mejor las cosas claras y el chocolate espeso.
De los utreros poco hay que contar, el único novillo que peleó en el caballo fue el sexto y al que se le pegó para dar y tomar a los demás, puyacitos simplemente señalados, pese a todo ello, se aplaudió en el arrastre al tercero del festejo, como también se aplaudió al sobrero de la ganadería de Benjamín Gómez, lidiado en primer lugar como sobrero.
Ahora toca escribir sobre la actuación de la terna de la que también hay poco que contar.
Diego Fernández con la zurda Rompió plaza el novillero de Palencia Diego Fernández, que tuvo una actuación más bien anodina, por ello fue silenciada su labor en su lote. Aseado en el primero en que apenas pudimos verlo con la diestra mano, despenando a su oponente de una estocada entera baja y un certero golpe de verduguillo. Ante su segundo cuarto del festejo, no consiguió acoplarse al utrero que siempre embistió con la cara alta y prácticamente sin fuerzas, al que le enjaretó un montón de pases sueltos, no encuentro el motivo de torearlo por la cara y tocarle los costado y hasta las orejas. Poco acertado con los aceros, pinchando y dejando tres cuartos de espada atravesada y desprendida que fue suficiente para mandar a su oponente al otro barrio.
Víctor Tallón fue el único ovacionado Hacía su primer paseíllo en el coso venteño, el madrileño Víctor Tallón, que le tocó un utrero que no humilló y encima punteaba los engaños, desluciendo los pases que intentó el de Madrid, por tanto no pudo acoplarse con su “enemigo”, quizás le faltó más conocimientos y sobre todo técnica. Para despacharlo, lo hizo de dos pinchazos saliéndose y de una estocada entera fulminante. Palmas para el torero de Madrid. Quizás lo mejorcito lo hizo al saludar por verónicas de buen corte al segundo de su lote, que fueron aplaudidas por el soberano. Fue una pena que el novillo se venciera y le avisara por ambos pitones, sin embargo consiguió que un público tan generoso le aplaudiera en algunos momentos de la faena, por cositas sin mayor importancia. Mató de un pinchazo sin soltar y media estocada arriba que hizo pupa, tras la muerte del quinto pasó a la enfermería.
Manuel Cuenca doblándose con el novillo El tercer novillo del festejo fue para el de Hellín, Manuel Cuenca, quien presentó una buena tarjeta lanceando a la verónica y que si que llegó a los tendidos; también consiguió lucirse con los garapullos por ello se le aplaudió sin reticencias. Muy animoso y con ganas, en plan de novillero se hizo aplaudir en la faena de muleta, aunque falto de técnica que la suplió con su decisión y ganas de agradar, consiguiéndolo en el epílogo. Despenó al utrero de un feo meti-saca y de media atravesada que produjo un derrame sanguíneo. Silencio. El novillo de más peso 520 kilos fue el que cerró el aburrido festejo. Consiguió que los presentes le aplaudieran con cierta fuerza cuando saludó por chicuelinas al sexto, también algunas palmas en el segundo tercio que cubrió el novillero. Pero con la pañosa nada de nada por ninguno de los dos pitones, pese a la entrega y voluntad. Mucho le costó con la espada al chaval en que los aceros se le atravesaron. Otro silencio.
De los subalternos el único que destacó fue el del castoreño Rafael Montenegro al picar al novillo que cerró festejo.
Fotos: Muriel Feiner
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