Con dos tercios de entrada se han lidiado toros de Zalduendo, correctos de presentación, nobles y descastados.

Juan José Padilla, silencio y oreja

El Juli, ovación y dos orejas

Miguel Ángel Perera, silencio tras aviso y ovación tras aviso.

Foto archivo

Le faltó casta a la corrida de Zalduendo, que resultó noble pero carente de emoción. Manso el que abría plaza. Noble, rebrincado, sin emplearse el segundo. Salía con la cara arriba el tercero. Con movilidad pero sin fuelle el cuarto. Con clase y ritmo en la embestida el flojo quinto. Tardo y soso el que cerraba festejo.

Padilla busca el triunfo por la vía del efectismo. Importante faena de El Juli al quinto. Perera muy por encima de un lote infumable, en tarde aciaga con la espada.

No se confió Padilla en el recibo capotero con el primero de la tarde, al que molieron a capotazos. Cantó la gallina a las primeras de cambio, rajándose, dejó que lo banderilleara la cuadrilla. Intentó en vano Padilla sujetarlo, tapándole la huida con la muleta puesta en la cara. No quiso enredarse el gaditano y decidió abreviar liquidándolo de un contundente espadazo.

Faena vistosa de El Juli en el segundo, un toro que no se terminaba de emplear y punteaba los engaños. Labor voluntariosa del torero madrileño a la que faltó limpieza, trompezándole bastante la muleta. Hubo variedad, dando cabida a los circulares y molinetes en una faena en la que no se terminó de encontrar a gusto.

Feo de hechuras el tercero, montado arriba creó un desconcierto en los primeros tercios, derribando con estrépito al picador Ignacio Rodríguez, se subió a la cabalgadura para completar el tercio Montoliú de la cuadrilla de Padilla. Soso en la muleta, saliendo distraído y con la cara arriba en cada muletazo, le faltó ritmo en la embestida. Perera decidió abreviar ante las nulas opciones de lucimiento.

Padilla protagonizó un eléctrico quite por chicuelinas en el cuarto, tan voluntarioso como vulgar. Fácil estuvo con los palos, destacando un gran par de dentro afuera iniciando la batida subido al estribo. Llegó con movilidad a la muleta este toro, sin embargo le faltó fondo, poco a poco se fue apagando. Padilla sacó varias tandas ligadas y templadas al natural, en las que hubo relajo. Sin embargo consiguió la conexión con un cariñoso público por los caminos del efectismo, abusando de una exagerada teatralidad con los martinetes de rodillas y desplantes, mucho diálogo con los tendidos. Cobró una buena estocada tras pinchar dos veces.

En el quinto llegó una de las que pueden ser faena de la feria. Tras medir el castigo en el caballo, inexplicablemente le pidieron banderillear. De escasa fortaleza pero de buena condición por ambos pitones llegó a la muleta. Acertó El Juli con la receta adecuada, no apretó el acelerador desde el principio, fue haciendo al toro, afianzando su embestida. Faena bien estructurada en la que hubo temple, ligazón y largura en los muletazos sobre ambas manos, llevándolo muy largo, pulseando sus embestidas. Unas giraldillas sirvieron de broche antes de dejar un pinchanzo hondo, el único pero de la faena, que resultaría suficiente.

Con muchos pies de salida el que cerraba plaza. Un toro deslucido al que apenas se picó, como casi toda la corrida, que mostró falta de celo y sosería en su embestida. Perera intentó sacar agua de un pozo seco en una faena sobre el pitón derecho. Lo llevó muy templado y a mitad de faena no le quedó otra opción que pegarse un auténtico arrimón, mostrándose muy por encima del animal, llegó a los tendidos con el toreo de cercanías en el que dio paso a los circulares, dosantinas, antes de unas ajustadas bernadinas como remate. Se volvió a atascar con la espada, pinchando en repetidas ocasiones.