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A bote pronto sí podríamos coincidir en que los protagonistas de esta tarde son cuatro hombres, cuyos nombres no estaban anunciados explícitamente en los carteles. Lo serán en parte porque ocuparán prácticamente los titulares y la mayor cantidad de líneas que se escriban sobre el último festejo de la feria. También, puede ser porque estando Javier Castaño en la plaza, actuarían bajo sus órdenes Tito Sandoval, David Adalid, Marco Galán, Fernando Sánchez, fue factor que invitó a una decena de personas para ir a la plaza; mañana podrán ser dos.
Esto, pone a la vista -aunque no a la primera-, a favor de qué va. Algunos pueden pensar que hoy en Madrid se han aplaudido unos cuantos pares de banderillas y algunos puyazos. Sin haber estado ahí, me atrevo a decir que no han sido solo por esos instantes. Si se tratara de ello, la gloria sería efímera, mañana se escribirán otras páginas y tendrían razón quienes piensen que la vuelta al ruedo de una cuadrilla ha sido el exceso del exceso. Sin embargo, algunas personas tenemos la mala costumbre de mirar por los entresijos, intentar atravesar por esos huequitos y llegar así más profundo. A ello se deben este espacio y este abanico que ofrece el infaltable el Especial de San Isidro en Opinionytoros.
Como todos los seres humanos, los integrantes de esta cuadrilla se nutren del reconocimiento. Y ovaciones como la de esta tarde no se dan por hechos aislados. Esa clamorosa y apasionada vuelta tiene mayor fondo por una sencilla razón. Las actuaciones de estos hombres de plata y del castoreño no están encaminadas en realidad a la búsqueda del halago, sino a tratar de engrandecer y respetar al verdadero protagonista de esta fiesta.
El matador Emilio Muñoz ha hablado en la transmisión de generosidad, con mucha razón. Hoy día resulta una generosidad dejar ver al toro porque, por ejemplo, siempre -o casi, casi siempre-, lo ponen debajo del peto, con el caballo completamente de costado, como si de una muralla se tratara y en un solo encuentro le propinan más de un puyazo. Dejarlo a distancia, invitarlo a que llegue a la reunión dando los pechos del caballo no solo es generoso, es lo justo para el protagonista. Por ello, Tito Sandoval lo ha hecho esta tarde otra vez. Se ha valido del caballo para centrar la atención del toro, para provocar que se arranque a trote, para que llegue con fuerza e inercia. Por ello, en una de esas cuando el toro acudió sin estar colocado mantuvo arriba la vara. Por ello, dejó de apretar o hasta levantó el brazo cuando el toro dejó de pelear. Eso es respetar a los toros. Por ello, hoy y anteayer y muchos días atrás en otros cosos, la gente se ha puesto en pie para ovacionarlo.
No falta mucho para considerar un acto de caridad el dar el mínimo de capotazos a los toros. Cómo no ha de mirarse como un desprendimiento pasar con banderillas lo menos comprometido posible. Lo único que quieren que nos importe es quien salte más alto, corra a mayor velocidad o lo realice más rápido. Lo que hacen Adalid, Galán y Sánchez es compartir, sino es que ceder, las ventajas. Buscan hacer las suertes con la mayor pureza posible, clavar en la cuna, asomándose al balcón, no sobre un pitón o a toro completamente pasado, sin alivios. Que la suerte se lleve a cabo en los terrenos que favorezcan dadas las condiciones de los toros. Luego también andan con garbo y torería. Eso es dignificar al rey de la fiesta, no traerlo de aquí a allá para no comprometerse.
Pensar no es fácil, y menos delante de la cara. Bien hacer y en favor no debiera ser un derroche. No obstante, tampoco puede negarse el reconocimiento absoluto a quien lo realiza. Toda esta cuadrilla obra en favor de una lidia de tres tercios íntegra en la que el toro es el verdadero protagonista.
 De frente hasta la salida Fernando Sánchez tras el mejor par de la feria Por todo esto también se le puede llamar generoso a Javier Castaño, para con su cuadrilla, pero sobre todo para con el toro.
Apuesta porque algunos toros puedan recibir mayor castigo al llevarlos más de dos veces hacia el caballo. Ello probablemente le reste lucimiento con la muleta, pero ni el último tercio es el único valioso, ni esto se trata del éxito del torero a costa de minimizar el del toro. Sabe por adelantado que sus huestes podrán recibir ovaciones y él no; todo a cuenta de una lidia completa.
El actuar de estos hombres esta tarde, o el pasado jueves, no son hechos aislados. Esta verdad, esta propuesta, este rescate, no son de hace un par de días. El aficionado informado lo sabe. Francia lo ha visto. Ahora ha podido ser en Las Ventas.
A quien pudiera descalificar el premio, le preguntaría ¿cómo, entonces? ¿igual que al resto?
Un suceso así no se repetirá. Muchos matadores nunca lo permitirán (no solo la vuelta, sino el todo, empezando por sacrificar el "triunfo" a costa del toro). Esa emotividad que seguramente se vivió en la plaza será imposible de copiarse. Quedará como “Un día en Madrid...”, pero estos toreros lo harán por cuanta plaza vayan y seguirán siendo héroes. Ellos saben quién es el protagonista.
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