Se acabó la feria de San Isidro con la corrida quizá torista por excelencia en este momento, la de los Herederos de don Celestino Cuadri. Toros de una presencia impecable, pero que dependiendo las opiniones ha defraudado más o menos; uno es de los que se ponen más a favor de los toros que de los toreros. Con deficiencias, como es su actitud en el caballo, pero con la atenuante de haber contado con tres nefastos lidiadores que no solo no han estado a lo que exigía la corrida, sino que, quizá por un exceso de temor, durante casi toda la tarde han hecho lo contrario de lo que indicaba la lógica de la lidia. Una lidia que en la mayoría de los momentos ha brillado por su ausencia. Después del gran interés que los días previos mostraron ciertos círculos próximos a algunos de los matadores para desechar uno de los toros, concretamente el castaño que ha salido quinto, parecía que todo estaba a favor para que la corrida no brillara, ya digo, las precauciones, temores o actitudes desfavorables al hierro que habría de lidiarse. Fernando Robleño ha dado la sensación de no querer enseñar a sus toros, e incluso de hacer ver lo que no era, él tendría una percepción diferente seguramente. Javier Castaño ha mostrado lo que tiene, más bien poco y lo destacable es más la compañía, que no su capacidad lidiadora y artística. Y Luís Bolívar, que ya ha tenido que pechar con más de una corrida de toros de los que no quiere nadie, parece que no ha acabado de asimilar todos los conocimientos que este tipo de toro exige para poder defenderse y para poder triunfar. Todo esto que quede muy claro que son opiniones propias y personales, única y exclusivamente, que pueden estar tremendamente equivocadas, pero es lo que yo he percibido.

Madrid ya ha pagado su deuda

Igual que la entrega del público de Madrid a la cuadrilla de Javier Castaño. De acuerdo que hoy no ha sido lo de hace dos corridas, David Adalid ha clavado a toro pasado tres pares y uno sobre un pitón y Tito Sandoval en el primer puyazo ha picado trasero y tapando la salida, aunque en la segunda vara sí que se ha agarrado bien y en buen sitio. Fernando Sánchez ha dejado dos grandes pares y Marco Galán ha bregado con generosidad para apuntalar el lucimiento de sus compañeros. Ya digo que hoy iban a favor de corriente y a lo mejor no merecían hoy la recompensa y si en su anterior actuación, pero también creo que es bueno que una afición tenga memoria y que pague sus deudas pendientes con aquellos que lo ponen todo para satisfacer al aficionado. Al terminar el segundo tercio del quinto de la tarde, Madrid ha estallado en una gran ovación que han recogido los tres peones de a pie de Castaño. Toda la plaza en pie, el toro en terrenos del siete, cuando un clamor ha empujado a los tres a tomar el capote y montera en mano iniciar una clamorosa vuelta al ruedo, casi a paso de legionario, como si desearan que eso terminara lo antes posible o quizá más porque la modestia y el querer ayudar cuanto antes a su matador les hacía apretar el paso. Han pasado por la sombra, por la puerta de chiqueros y se ha pedido que compareciera Tito Sandoval, que si bien se maneja a la perfección sobre el caballo, parecía no estar precisamente en su salsa rodeando el ruedo de Las Ventas. Se ha unido a ellos en su paseo triunfal y ha permitido que la afición de Madrid pudiera mostrarle sus respetos y admiración por su toreo. A la salida todo el mundo decía lo mismo: “Nunca había visto dar la vuelta a una cuadrilla”. Pues alguna vez tenía que ser la primera. Unos aún se emocionaban, otros todavía lo estaban disfrutando, casi todos reconocían que lo de hace dos días superó lo del día de los Cuadri, pero todos coincidían que era un premio justo y merecido. Luego el matador caminó por otros parajes, dejando meridianamente claro que allí había una cuadrilla sobresaliente, descabezada.