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Así hablaban los del 7 del futuro de la fiesta tras presenciar la última novillada del abono de San Isidro: “Está bajo mínimos”. Y es que la plaza estuvo con poco más de media entrada (se ve que ya no interesa ver a tres jóvenes aspirantes), los novillos fueron un desastre (el año pasado las tres novilladas de la feria tuvieron ganado de nota alta y este año justo al revés) y los novilleros estuvieron plomizos y aburridos, mostrando que si éstos son el futuro esto no durará muchos años más. Pero es que tampoco otros factores ayudaron demasiado. Porque otra vez más, una tremenda tormenta de agua y granizo cayó una hora antes de comenzar el festejo y estuvo lloviendo hasta un cuarto de hora antes y a la empresa ni siquiera se le ocurrió poner la lona, como si nada importase darlo o suspenderlo. Y hubo suerte porque el drenaje del piso es excelente y todo fue para adelante. No gracias a esta empresa, claro, sino a la providencia. Se quejaban últimamente los taurinos de que los novillos que se lidiaban en Madrid eran auténticas corridas de toros, en comparación con los festejos mayores y que había que bajar el nivel. Esto es otra falacia, pues en Madrid siempre se ha dicho toda la vida que las novilladas valían como corridas en la mayoría de plazas, precisamente para que los aspirantes vengan suficientemente rodados y preparados. Siempre ha sido así y lo que pretendían era bajar el listón de la categoría de Las Ventas, tanto en novilladas como en corridas. Pues lo han conseguido y las tres novilladas de la feria de este año han sido mansas, descastadas y aburridas. Aún recordamos, por ejemplo, aquéllas de Conradi, Fuente Ymbro o Moreno Silva que dieron espectáculos fantásticos y novilleros que o se ponían en el sitio o se iban a la enfermería, demostrando el primer teorema de Facundo: “Si le pierdes pasos a un toro encastado inexorablemente serás volteado”. Así se cuidaba el futuro. Hoy esto es ya historia. Esta tarde, los seis mansos novillos de Carmen Segovia fueron silenciados en su arrastre. Y eso que a alguno, como el segundo, se le caían las orejas. La mayoría incapaces de aguantar una lidia con picadores. La lluvia, la mansedumbre, el aburrimiento, todo puesto como para huir De los novilleros no queremos hablar pues tampoco merecen más comentarios. Se pusieron pesadísimos y plomizos con el manso tonto, dándose absurdos arrimones y fueron incapaces de poder y estar por encima de alguno que tuvo algo de casta, como el segundo.
Al final, silenciado en ambos el pacense Tomás Campos, Curro de la Casa aplaudido en el segundo por sus paisanos alcarreños que vinieron a verle y el colombiano Sebastián Ritter ovacionado tras matar al sexto por el arrimón. Pobrísimo balance. Y hasta los subalternos estuvieron grises y opacos hoy. Muy mal pues. Y si estos son el futuro... pues lo dicho, está bajo mínimos. |
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