Tras la decepcionante (y, en parte, indignante) encerrona de Alejandro Talavante ayer en Madrid, los aficionados regresaban a Las Ventas con los ánimos bajos y con previsiones poco optimistas para la undécima del abono isidril. Hoy, domingo, estaba anunciado uno de esos carteles de "relleno" que crean pocas expectativas en el público. Se lidiaba una corrida de Fermín Bohórquez, pero no para la lidia a caballo, sino a pie. Este hierro, uno de los pocos representantes del encaste Murube, ha sido el más querido en las últimas décadas por los rejoneadores. El ritmo y el galope de sus animales, así como su nobleza, han convertido a la de Fermín Bohórquez en la ganadería predilecta de la mayoría de figuras a caballo. Pero Taurodelta, en un supremo ejercicio de imaginación, ha decidido estas dos últimas temporadas que la vacada de Bohórquez podía perfectamente anunciarse en un cartel de lidia ordinaria. Así, en 2012, el hierro gaditano volvió a lidiar, después de bastantes años, una corrida de a pie en Las Ventas. A pesar de que aquel encierro fuera tan noble, como soso y descastado, la empresa volvió a contar con esta ganadería para otra corrida a pie este año. Y la de hoy, siendo mejor que la del año pasado, tampoco fue gran cosa. Mucha nobleza y buena condición tuvieron la mayoría de reses sorteadas, pero también falta de casta y transmisión en el último tercio. Para estoquearla, se anunció un cartel de los internacionales, con un torero francés, Juan Bautista, otro español, concretamente de Salamanca, Juan del Álamo, y uno mexicano, Diego Silveti. Y al final, un cartel que en principio a nadie entusiasmaba se acabó convirtiendo en el más triunfal de lo que llevamos de feria. Tres orejas, una por coleta, se cortaron en una tarde, por otra parte, marcada por el impresionante diluvio, con fuerte granizo incluido, que cayó sobre el coso de la capital. Como si se acabara el mundo, entre la piedra que caía, el agua, y el sonido atronador de los relámpagos... la tarde llegó a dar miedo.

La tormenta puso a la baja la exigencia en los tendidos y en el palco

Y bajo el granizo, el mexicano Diego Silveti realizó una faena que le valió la primera oreja de la tarde. Trece años después (que se dice pronto), un torero azteca paseaba un trofeo en la monumental de Las Ventas. El último había sido Zotoluco. Tras el apéndice logrado en el tercio por el joven Silveti, Bautista y del Álamo obtuvieron sus respectivas orejas en los siguientes capítulos del festejo. En los titulares y en muchas crónicas se hablará de un gran espectáculo, de alegría, de tres orejas en una misma tarde en plena Feria de San Isidro... pero todo esto vendrá marcado por un excesivo triunfalismo. Es verdad que los tres diestros se jugaron la vida en un escenario y contexto meteorológico absolutamente complicado, pero ninguna de las labores firmadas mereció premio. La de Silveti verdaderamente fue una oreja de pueblo. El granizo que le cayó, así como su disposición y ganas, animaron a un público bastante diferente al de otros días. Los domingos muchos de los aficionados fijos, gran parte de los abonados, delegan en familiares y amigos, sobre todo si el cartel no es de los más rematados. Así, muchos domingos durante el ciclo de San Isidro, los tendidos acogen a un público más benevolente y amable. Eso y el tiempo, provocaron que se produjera una petición impensable otras tardes. Pero ahí es donde pasa a jugar su papel el presidente, un usía que dio suelta a la alegría... y a las rebajas. Concediendo ese trofeo a Silveti, casi se vio obligado (por justicia) a conceder los posteriores premios a Juan Bautista y Juan del Álamo. Del trasteo del primero al cuarto de la tarde, un remiendo de Carmen Segovia de muy buen juego, sobresalieron un par de tandas con la mano izquierda al natural de estimable trazo y templanza. Por su parte, el salmantino del Álamo, también destacó por su voluntad y dejó un par de interesantes series con la diestra y un buen toreo de capa. En definitiva, y aunque la tarde fue entretenida, y no un soporífero espectáculo como algunos preveían, tampoco fue esa gran tarde que ya algunos cantan. Con la tormenta y el granizo llegaron las rebajas a una plaza de Las Ventas que a muchos nos costó reconocer esta tarde. ¿Dónde estaba el sector duro?, ¿dónde quedó el rigor y la exigencia presidencial? Tres orejas se cortaron aunque seguramente de ninguna de ellas nos acordaremos al final de la feria.