Con media entrada se han lidiado toros de Santiago Domecq, correctos anque desiguales de presentación, deslucidos salvo el 4º, bueno. Enrique Ponce, ovación y dos orejas tras dos avisos Curro Díaz, oreja y oreja El Fandi, oreja y silencio. Foto archivo Enrique Ponce y Curro Díaz han abierto la puerta grande del coso de Santa Margarita tras cortar dos orejas cada uno mientras que El Fandi ha obtenido una del tercero de la tarde, en la primera corrida de la Feria de San Agustín. Tras finalizar el paseíllo se guardó un respetuoso minuto de silencio con motivo del 65 aniversario de la Muerte de Manolete.
Quien no haya visto la corrida y lea que se han cortado cinco orejas en el festejo puede pensar que la tarde ha sido todo un éxito, y desgraciadamente no ha sido así, principalmente por culpa del juego desarrollado por los toros de Santiago Domecq, bien aunque desigualmente presentados y de un juego deslucido en general a excepción del cuarto. Precisamente ese toro, marcado a fuego con el número 125, castaño bragado corrido salvó levemente la imagen de la ganadería sin ser algo fuera de lo común. Lo recibió Enrique Ponce con un largo saludo por verónicas rematada con media vistosa. El animal noble, con fijeza perseguía la muleta siempre adelantada del maestro. Las primeras series resultaban desiguales puesto que el astado se tragaba el primer muletazo para abrirse en el segundo y dejar descolocado a su matador. Ponce limó este defecto en una faena técnica pero sin estrecheces, sobradita de pico. El toro iba y venía embebido en la muleta pero sin terminar de humillar y el de Chiva tiró de repertorio, poncinas, a dos manos, ayudados con la pierna flexionada, siempre en comunicación con el público. La estocada algo tendida provocó que al toro le costase casi cinco minutos echarse. Los dos avisos no fueron obstáculo para la obtención del doble trofeo. Rompió tarde un toro con trapío pero sin fuerzas que llevaba siempre la cara por las nubes y que topaba más que embestía, quedándose corto, pegando regates, muy deslucido, siendo pitado en el arrastre. Curro Díaz firmó ante el segundo los muletazos mas importantes del festejo. Fueron tres series de derechazos de trazo largo y mano baja, limpias, muy ligadas. Cadencia y mando, armonía y empaque, en definitiva, otra cosa, que hicieron brotar unos olés rotundos. El animal, el mas terciado de Santi Domecq al verse podido se rajó marchándose a tablas. El estoconazo en la yema extraordinario. Oreja. El quinto resultó un pajarraco de padre y señor mío. De salida saltó al callejón para saludar a los tendidos de sol. En el último tercio muy parado, siempre con la cara por encima del estaquillador, sin recorrido. Curro valentísimo se la juega con firmeza y decisión en trasteo de cercanías. De nuevo un sopapo con el fleje fulminante y flamear de pañuelos. Puerta grande. El Fandi recibió a su primero con una larga de rodillas. Con el capote vistosísimo, llevando al toro a su encuentro con el del castoreño por chicuelinas al paso. El quite posterior por 'lopecinas' en los medios fue muy del gusto del respetable. Con los palos sobervio, clavando muy reunido. El último tercio fue otra cosa puesto que el toro reponía rápido por el pitón derecho y se metía por el izquierdo, no sintiéndose a gusto en ningún momento el granadíno. Toques muy pronunciados para provocar la embestida desigual del astado y toreo bullicioso pleno de efectismo. La estocada tendida no fue impedimento para la obtención del trofeo. Al sexto un burraquito con genio le provocó otro lío gordo en banderillas con cuatro pares extraordinarios al son de Nerva. Pundonor y ganas no faltaron pero la faena estuvo ayuna de estructura y limpieza. Pronto se apaga el animal e imposibilita el triunfo. |