La tarde ha sido triste por muchas causas, la corrida de Daniel Martínez nos ha devuelto a la cruda realidad de las tardes pesadas, su falta de casta no enamoraba a nadie, el tendido disfrutaba de una lánguida tristeza. Más triste es aún que dos toros con posibilidades, 2º y 6º, se fueron con las orejas al desolladero. Triste es incluso ver que un hombre, que puede rondar los cincuenta, se le desbarata delante de sus ojos el sueño de su vida: darle dos mantazos a un toro en Las Ventas. Al menos se llevó el que pudo ser el aplauso más sentido de la tarde. Pero aún hubo una tristeza mayor...

Dromedario abrió plaza, un toro colorao, regordío y anovillado; la pérdida de un pitón en la suerte de varas le dejo mutilado... Producía tristeza. Punteó el peto y le dieron poco en varas; había mostrado flojedad y bondad en el saludo. Fue fácil en el segundo tercio. Llegó a la muleta de Aparicio mortecino, bondadoso por ambos pitones pero con menos casta que una burra. Daba pena. El segundo del lote de Aparicio fue devuelto por invalido para la lidia, en su lugar se corrió un sobrero de Hermanos Fraile Mazas de nombre Madriledo –¿será madrileño en finolis?-; lucía pelo burraco, de buena cara pero poco cuajo. Saltó corretón y huidizo de capotes. En varas se dejó y recargaron sobre él, al menos en la segunda entrada. En banderillas fue noble y noble nos pareció su fugaz comportamiento en la muleta. Aparicio abrevió.

Este fue el segundo, 'Pasacalle', el mejor toro de la tarde

Pasacalle fue el mejor toro de la tarde en comportamiento; anovillado, castaño –hubo tres castaños y tres coloraos del hierro titular-, falto de trapío –en la jerga le llaman bonitos- y regordío. Repitió noble en el saludo, con temple y recorrido. En banderillas fue franco por ambos pitones y pronto como una centella. En la muleta embistió con envidiable clase por ambos pitones. Mejor aún por el izquierdo, más templado y haciendo el avión. Buen toro, noble y repetidor por el diestro y extraordinario por el zurdo. La gente se moría de tristeza al verle camino del desolladero. No olvidé la suerte de varas: no hubo. Menos suerte tuvo El Fandi con su segundo, quinto de la tarde, Bienvenido de nombre, castaño salpicado según reseña próximo al sardo, de mucha romana, 594 kilos según tablilla –me preguntan por qué digo según tablilla. Contesto: por no estar presente en la báscula-. Le faltó entrega desde la salida, siempre llevó la cara alta en los embroques. No le habían picado demasiado y sacó pies en banderillas, soportó un largo tercio pero llegó pidiendo árnica a la muleta. Su falta de entrega inicial se convirtió en protestas delante del engaño. Es obvio decir que fue manso y descastado.

Miguel Ángel Perera lidió a Indefinido, un colorao chorreao y bociblanco; con cara anovillada, bizco del izquierdo, feote y barrigón. Fue noble de salida pero se empleó poco, salió suelto de la capa. El segundo puyazo fue señalado, en el primero empujó fijo y se durmió... Nosotros en el quite. En la muleta fue parejo en bondad y sosería y además se cansó pronto. Desde el inicio se mostró rajado, le costó a Perera convencerle para que se quedase en la suerte. Indefinido, se definió solo como manso y falto de casta al no trasmitir emoción ni sensación de riesgo al tendido. Saltó el sexto a la arena, al que esperábamos con fervor, el tedio se había apoderado de nosotros, ansiábamos la libertad. Este sexto estaba bautizado como Madroño, colorao, corto y cuesta arriba, se tapaba por su cuerna veleta. De la capa salió huido además de no entregarse; tampoco lo hizo en el caballo y llegó a banderillas echando la cara arriba –Joselito Gutiérrez se escapó por lo pelos-. En la muleta cambió, sacó algo de casta y embistió con transmisión en las primeras cuatro tandas –suficientes-; las arrancadas de la primera parte del trasteo fueron vibrantes, decayó en los finales. Éste, junto al segundo fueron los dos mejores del encierro del hierro titular. Las orejas intactas de ambos al arrastre produjeron tristeza. 

... Julio Aparicio se cortaba la coleta al finalizar la tarde. La mayor de las tristezas.