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Por fin apareció la casta en Las Ventas y tuvo que ser en la novillada. Los tres primeros sin presencia, pequeños, más propios de una sin caballos y los tres últimos con trapío, muy bien hechos, unos tíos. Pero todos con movilidad y casta, que pusieron en dificultades y en evidencia las enormes carencias de los jóvenes. Alguno, como el sobrero portugués, un novillo que nunca se cansó de embestir.
La tarde comenzó de infarto. Conchi, sin acertar a parar a su primero tltular, dejó al de Buenavista a su peón Raúl Corralejo, al que le hizo hilo en el platillo y le persiguió con saña, sin hacer caso del capote que soltó y le tiró. Al llegar a la barrera, con el novillo ya encima de su cogote, Raúl perdió pie y cayó bajo el estribo justo cuando el astado le tiraba un hachazo con el pitón derecho que impactó violentamente en tablas, el pitón se partió y la funda saltaba por los aires. Milagrosamente no lo ensartó como una mariposa contra la barrera porque el peón cayó, si no podía haber sido una auténtica tragedia. Corralejo se fue a la enfermería para no salir y don César sacó el verde. En su lugar salió un sobrero de Couto de Fournilhos, que fue un monumento a la casta y estuvo a punto de cornear al peón Paco Chaves al perseguirle hasta la barrera tras poner un par de banderillas y empujarle al callejón, tras quedarse sin saltar. Luego, el novillo desbordó totalmente a la murciana. El segundo, pitado de salida por su escasa presencia, también desbordó al pacense Tulio Salguero, que estuvo a su merced sin saber qué hacer.
Inexperto sí, pero con ganas de ser torero. En los inicios de su faena El tercero también fue pitado de salida por su aspecto de eral pero se movió y tuvo casta. El debutante en esta plaza, Gonzalo Caballero, de Torrejón de Ardoz, estuvo en novillero, fue muy jaleado por sus paisanos tras unos brillantes inicios de faena, aunque luego estuvo torpe en el toreo fundamental, fue desarmado y achuchado y nunca llegó a dominarle, mostrándose más cerca del suicidio inconsciente que de la valentía. Pero está claro que la gente vió su disposición, sus ganas y como llevábamos varios días sin ver nada de nada, al finalizar con unas ajustadas bernardinas y una estocada trasera que fue suficiente, los pañuelos asomaron y la oreja fue concedida ¿Justa? Es un novillero, muy nuevo, hay que animarle...pero hay que decirle la verdad y no engañarle. Estuvo siempre a merced del novillo y eso que era nobilísimo y le perdonó varias veces. Y luego, lo intolerable fue la vuelta al ruedo, con una duración de casi ocho minutos, como las de Jesulín cuando toreaba para las mujeres. Que esto es Las Ventas, hombre.
La segunda parte fue mucho más seria, casi una corrida, con novillos cuajados, con cara y rematados. Los dos burracos de Peña, cuarto y sexto, dos tíos y el quinto de Buenavista otro tanto. Aquí los tres novilleros mostraron su desconocimiento de la técnica, lo poco que les enseñan a lidiar y a solventar dificultades y que están a merced de los novillos en cuanto éstos no son los típicos tontorrones. Y así fueron desarmados varias veces. Conchi estuvo huyendo y su pánico se mascaba. Salguero sólo brilló por su pundonor en un quite al cuarto por gaoneras tras ser desarmado anteriormente y volver a intentarlo. Con el suyo, el quinto, mal, sin saber cómo meterle mano a un novillo a la defensiva. Y a Caballero, el último se le paró pronto y no le dió opción alguna y eso que la gente le esperaba, para ver si lo anterior se confirmaba y había Puerta Grande.
Tuvo que ser en la primera novillada de la feria pero, con la llegada de la casta, aun en distintas proporciones, todos los de a pie, tanto diestros como peones, estuvieron más nerviosos que de costumbre y en general tuvieron que emplearse a fondo. Pero, en cambio, hoy nadie bostezó en el tendido y así al menos deberían ser la mayoría de festejos, si es que los taurinos quieren que esto no se muera. Aunque ya se encargan ellos de que no suceda, para que no haya sobresaltos y todos estén tranquilos ¡Qué pena! |
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