|
Palha ha fallado rotundamente, primero en algo esencial que es la presentación, y después, su tan esperado comportamiento encastado ha sido toda una quimera. Los dos sobreros lidiados de Carmen Segovia y Aurelio Hernando completaron una tarde insoportable. El primer palha corrido respondía a Peluquero I, era alto y vareado, lomirecto y degollado de papada, veleto y serio por delante. De salida colocó bien la cara pero le costó humillar. No se empleó en varas ni se entregó en banderillas. Cumplió, sin más, en ambos tercios. A la muleta llegó con viaje noble, repitió con bondad por el derecho; también lo haría por el contrario, que aunque corto de expresión no buscaba el bulto. Fue a más durante la faena, embistiendo humillado y a ralentí. Buen toro en el último tercio, noble y repetidor, tuvo mucho fondo. Luis Bolivar fue su lidiador. El segundo de la tarde, primero el lote de Salvador Cortés, Lezirio de nombre, saltó fatigado de toriles con la boca abierta y babeando. Fue devuelto. Le suplió Canastero de Carmen Segovia, negro, basto y feo –se estilaba en la tarde-, pitorrito y ofensivo. Tuvo mal comportamiento en varas empujando arriba con un solo pitón y saliendo suelto de los dos encuentros. También echaría la cara arriba en el segundo tercio. En la muleta empujó con seriedad en el inicio y ahí se quedó el toro, no había más: tardeó y dio arreones de manso, se distrajo cuando quiso y brindó arracadas bravuconas. El toro duró poco, la faena, mucho. David Mora pasaportó a Arbolario II, de cara anovillada, cornicorto, astigordo y delantero. Repetiría sin entrega en el saludo. En varas se empleó algo en la segunda entrada, en la primera empujó de costado con un solo pitón. En banderillas se dejó, pero aún no había humillado. Fue manso y deslucido en la muleta. Las embestidas se repetían broncas, a saltitos, sin entregarse, jamás tuvieron temple. La tarde decepcionaba y pesaba..., y seguían saliendo toros sin lucimiento. Peluquero II fue el cuarto, negro, cornillano y basto de hechuras. Escarbó y no se entregó en el capote de Luis Bolivar. Soso en banderillas y soso había sido en el jamelgo. Poco juego dio en la muleta y, además, malo. Gazapeó y embistió sin entrega, repetía pero sin empuje, manseando. Por el zurdo menos aún, no pasa, y cuando lo hace es bronco. Otro manso, e iban cuatro... el primero dio juego. Se espesaba la tarde... El quinto tenía que ser. Arbolario I de nombre, negro de pelaje, grandote basto y de mucha romana; largo como un tren y poco ofensivo. Humilla y repite sin coraje de bravo. Nota baja en el caballo y deslucido en banderillas. Así inicio el trasteo final, apagado, sin entrega, soso y sin casta. Se equivocó y embistió por el izquierdo –no se asusten- cuatro veces. No puso en riesgo a Salvador Cortés, pero tampoco le brindó demasiado. Precioso ejemplar el sobrero de Aurelio Hernando David Mora iba a cerrar la tarde con Sardinero pero flojeó y fue devuelto a los corrales. Por fin iba a salir Bombero, de Aurelio Hernando, que había sido anunciado varias tardes siempre como sobrero segundo... ¿Por qué? Pronto se desveló el enigma. Bombero, según tablilla, pesaba 593 kilos, según nuestros cálculos, a ojo, 800. Qué grande. Qué hondo. Es jabonero, badanudo, largo y de mirada triste. No pasa en el capote de Mora y se larga a su querencia de toriles –al salir se lo pensó tres veces y volvió sobre sus huellas-. Mansea abanto e intercala arrancadas y huidas. Le dieron un picotazo en la puerta de arrastre y derribó; luego le zurraron de lo lindo. En la muleta se muestra noble, sin sal y además frío. No mostró peligro ni casta brava repetía sosote y abueyado. Fue como la tarde, pesado y frío.
Nos queda un cartucho, la ilusión sigue activa, mañana les cuento.
|
|